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CUDERNO DE BITÁCORA - por EARENDIL

Aquel día Marina amaneció tranquila, nada hacía sospechar que el monstruo aparecería. Sí, el monstruo. Así lo llamaba ella, porque simbolizaba todo el mal que la corroía por dentro, invisible, pero implacable. Fue al lavabo y se arregló como cada día, siguiendo los pasos y las pautas establecidas, aprendidas desde siempre, y se vistió. Eligió un vestido celeste, a juego con sus ojos, del color de las turquesas. Hasta aquí, todo bien.
Ya en la cocina tuvo la primera de las advertencias, cuando abrió la nevera y la volvió a cerrar sin saber para qué lo había hecho. Respiró hondo, “eso le pasa a cualquiera”, se dijo a sí misma para auto convencerse de que aquel lapsus sólo había sido una nimiedad. Volvió a abrirla y se preparó el desayuno escuchando la radio. Siguió los acordes de la canción que estaba sonando, una nueva versión de un éxito de los ochenta. Siguió trajinando por la cocina hasta que oyó el timbre de la puerta. Cuando abrió, se quedó boquiabierta al ver al repartidor del supermercado donde todas las semanas realizaba el pedido habitual. Como si hubiese visto un fantasma, las piernas empezaron a temblarle, pero disimuló su angustia lo mejor que pudo. Cuando el chico se fue, se sentó e intentó hacer un poco de memoria, para recordar cuándo había encargado la compra que le acababan de traer. Sabía que no debía ponerse nerviosa, tenía que asumir que cosas como aquella iban a ser cada vez más frecuentes, aunque el gran vació de miedo e incertidumbre que se abría ante ella era muy difícil de digerir.
Cuando le diagnosticaron la enfermedad, empezó a utilizar “pequeños trucos” que le ayudaban a recordar nombres de personas conocidas y fechas o acontecimientos importantes. Hizo una especie de agenda, donde cada día anotaba lo más importante que había hecho, como en este caso, el pedido semanal al supermercado. Como un náufrago en alta mar, perdida y desorientada, buscó su salvavidas, su cuaderno de bitácora, su memoria perdida plasmada en un trozo de papel que le daría un respiro en aquel mar implacable. ¡De eso sí se acordaba! Lo guardaba en la librería del salón, su mueble favorito. Pero, cuál fue su sorpresa cuando abrió el cajón y vio que ¡el sobre estaba vacío!
Sintió cómo se derrumbaba el suelo a sus pies y un gran nubarrón de tormenta oscurecía su horizonte.

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4 comentarios

  1. 1. Wolfdux dice:

    Hola,

    fui uno de tus comentaristas, hablé sobre la confusión que tuve al creer que sería una historia de marineros.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 29 octubre 2015 a las 20:02
  2. 2. Ana María dice:

    Muy bueno el desarrollo del relato, transmite la angustia y el desasosiego de la protagonista.Tiene ritmo.
    Desde el punto de vista ortográfico pienso que agregar algunos punto y aparte facilita mejor la lectura ej …..”pedido semanal al supermercado. Como un náufrago en alta mar”
    Me gustó.

    Escrito el 2 noviembre 2015 a las 18:47
  3. 3. Cryssta dice:

    Tu relato como historia me ha gustado mucho y además creo que está muy bien escrito y solo te haré alguna puntualización.

    A mi entender le habría ido bien algún punto y aparte más.

    Empiezas una frase diciendo “Siguió los acordes…” y la siguiente frase tras el punto y seguido con otro “Siguió”, es mejor evitar la repetición. También empiezas tres frases con “Cuando” y dos con “Como”. No es mucha repetición pero por como escribes creo que tienes recursos suficientes para buscar sustituciones y te animo a que lo hagas.

    Aunque el sobre puede ser grande no me cuadra mucho lo de que la agenda, su cuaderno de bitácora, tuviera que estar dentro. Si la protagonista tenía problemas de memoria guardar la agenda en un sobre no sería una buena idea pues quedaría oculta. Te aconsejo que le des una vuelta al texto y uses el sobre vacío de otra forma, para guardar el dinero que hay que pagar al chico del Supermercado o algo así.

    Me ha encantado todas las referencias que haces al mar, empezando por el título y el nombre de la protagonista y acabando con el nubarrón. Me has hecho “navegar”.

    ¡Enhorabuena por tu relato! Espero que participes en el próximo taller porque estoy deseando volver a leerte.

    Escrito el 3 noviembre 2015 a las 09:15
  4. 4. beba dice:

    Hola, Earendil:
    Me gustó tu relato; reforzaste bien la idea de “bitácora” con el nombre de la mujer y otras oportunas alusiones marineras. Como soy del gremio compartí la desazón de Marina por la desmemoria; se dice que la Tercera Edad es la Edad del Cisne, porque andamos de laguna en laguna.
    Comparto las observaciones que te hicieron , aunque en algunos casos pondría punto y coma, y no aparte.
    En cuanto al sobre, también coincido en que es poco útil para ayudar a la memoria.
    ¡Oooohh!!¿Qué estaba escribiendo aquí? Ja, ja, ja. Felicidades.

    Escrito el 19 noviembre 2015 a las 00:34

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