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El sobre - por M.M ARIEL

Fue el acontecimiento más importante para la egiptología desde el descubrimiento de la tumba de Tutankamón. Nada menos que el hallazgo de la tumba de su consorte: Nefertiti. La comunidad de arqueólogos, y la prensa del mundo estaban frenéticos. Los reporteros querían las imágenes en exclusiva, los programas de televisión querían la primicia en directo, y los historiadores querían estar allí presentes cuando se diera la apertura de la tumba. Por supuesto, los políticos oportunistas, estaban allí mostrando un falso interés en el asunto. Aquel día el gobierno egipcio había establecido un cinturón de seguridad jamás visto, para contener un gentío de más de diez mil personas llegadas de todo el mundo.
El jefe del equipo de arqueólogos, el célebre egiptólogo William Carter fue quien tuvo el honor de dar el mazazo final, que abriría la puerta dejando al descubierto la cámara funeraria. Fueron momentos de gran tensión. Carter tomó en sus manos el cincel y ¡Pum!, echó abajo un pequeño muro de 70 centímetros de alto por 60 de ancho. Durante un momento los asistentes quedaron en silencio. Los reporteros de todo el mundo transmitían el suceso: «El muro ha caído» decían algunos, «la historia se parte en dos, el descubrimiento del siglo XXI» decían otros. Cuando el polvo se disipó, Carter, sus cuatro ayudantes y un camarógrafo se dispusieron a ingresar, no sin antes recordar con algo de temor los sucesos acaecidos a sus predecesores, cuando ingresaron a la tumba de Tutankamón. La maldición del faraón. Se dice que al ingresar el jefe de arqueólogos de aquella expedición, se encontró un fragmento de arcilla con la inscripción: «La muerte golpeará con su bieldo a aquel que turbe el reposo del faraón»; y luego de eso, murieron en diferentes circunstancias varios miembros del equipo.
El primero en ingresar fue Carter:
—Bueno… ¿ves algo? —exclamó Lorenzo su ayudante, nervioso hasta el último pelo de su cabeza.
—Veo una tumba…
Ingresaron uno a uno. Dentro de la tumba, los cinco arqueólogos y el camarógrafo oficial de la expedición, quién transmitía en directo para toda la humanidad, se dieron cuenta, que al igual como había sucedido con Tutankamón, no eran los primeros que habían violado la tumba. También aquí, se notaba como los sellos habían sido rotos y arreglados nuevamente. «Es la tumba de Nefertiti, la que ustedes observan», «Pueden ver el sello, ya fue violado, le falta la esquina superior derecha» decían afuera los reporteros, mientras adentro, Carter y sus ayudantes se disponían a remover la tapa de piedra del sarcófago. Entre los cinco y el camarógrafo que utilizó su mano derecha para ayudar, lograron mover la tapa.
—¡Esto es inaudito! —Exclamó Carter—, ¡Está vacío!
—¡No, esperen!, ¡allí! —dijo Lorenzo, señalando una esquina al fondo de la tumba—, ¡parece un papel! —agregó.
Lorenzo se agachó y lo tomó con sus manos cubiertas con guantes de lycra, muy lento y cuidadoso, como si estuviera levantando un puñado de huevos de codorniz. «Es la última carta de amor que entregó Tutankamón a su reina», «de seguro es una nota del ladrón de tumbas que se llevó el cuerpo», «probablemente es el testamento de Nefertiti…» Aseveraban los arqueólogos y reporteros que transmitían las imágenes en directo.
La cámara realizó un zoom, y en todo el mundo se vio la imagen clara: era un sobre elaborado en fibra de papiro. En ese momento, Carter ordenó al camarógrafo que tomara imágenes de los jeroglíficos de las paredes, y fueran a comerciales, mientras ellos abrían el sobre:
—¡Impresionante!
—¡Sorprendente!, ¡Por fin lo hemos hallado!
—¡Asombroso!, ¡esto lo cambia todo!
—¡Sublime!, ¡mi existencia está completa!
—¡Majestuoso!, ¡Ya me puedo morir tranquilo!
Fueron las palabras que pronunciaron los cinco arqueólogos, mientras los televidentes estaban en comerciales, y el camarógrafo, un poco ansioso, tomaba escenas de las paredes. Carter sustrajo algo del sobre y lo depositó en una pequeña bolsa que guardó en el chaleco de Lorenzo. Luego, el camarógrafo un poco intrigado, siguió a Carter y sus colaboradores a la salida de la tumba. Ya fuera, la multitud expectante y ansiosa, sumada a los millones de televidentes de todo el mundo, enmudeció por completo. El camarógrafo tomó el sobre y lo abrió:
—El sobre… —Vacilando un poco—, —¿¡El sobre estaba vacío!?
—¡No!, exclamó Lorenzo un tanto emocionado, —el sobre milenario contenía esto:
Y metiendo la mano en el chaleco, expuso a la incrédula multitud y a los millones de televidentes sorprendidos lo que habían encontrado.

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2 comentarios

  1. 1. Cryssta dice:

    Nefertiti fue esposa de Akenatón, no de Tutakamón. Hecho este apunte debo decirte que tu relato me ha divertido bastante.

    Un saludo.

    Escrito el 30 octubre 2015 a las 19:17
  2. 2. MM Ariel dice:

    Tienes toda la razón Cryssta. Gracias por la aclaración, y que bueno que hayas disfrutado la lectura.

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 17:10

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