Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El ataque de los angeles - por Asonipse

Web: http://inthenightlands.blogspot.es/

El sobre estaba vacío. Sosteniéndolo entre sus manos David observaba como al otro lado de la ventana, las sombras se arremolinaban en el exterior. El suelo temblaba y unos zumbidos metálicos retumbaban en la noche.

A lo lejos, la ciudad emitía un fulgor anaranjado procedente de los incendios que se propagaban sin control por la ciudad.
De repente, la luna asomo tras las nubes y se dejaron ver, un centenar de aquellos seres alados, que parecían ángeles, sobrevolaban la urbe en círculos y ocasionalmente se lanzaban a cazar a algún desdichado, al cual era seguro que le esperaba la más dolorosa y cruel de las muertes.

Parecía mentira que todo hubiera empezado aquella mañana, el presidente daba un discurso en el congreso, intentando escurrir sus responsabilidades en diversos casos de corrupción, cuando sin previo aviso y ante las cámaras, una de aquellas criaturas atravesó el techo y cayó al suelo creando un cráter bajo el, para antes de que se hubiera despejado la polvareda, agarrar al pobre infeliz del cuello y ante los anonadados espectadores, arrancarle el corazón de la caja torácica. Aplastándolo después entre sus frías manos de mármol y arrojando el cadáver destrozado sobre el resto de los
asistentes.

Tras aquello todo paso muy rápido, escenas similares se repetían por todo el país. La población huía despavorida hacia el campo, bueno, aquellos que inexplicablemente escapaban a la ira de aquellos crueles ángeles de piedra. No parecían hacer distinción, tal cual atrapaban a un padre de familia para desmembrarlo en el aire como acorralaban a una estudiante en un callejón para, sin la más mínima piedad, elevarla en el aire y dejarla caer desde cientos de metros varias calles más allá.

Muchos corrieron a refugiarse a las iglesias. Las cuales pronto se convirtieron en auténticos baños de sangre. En la iglesia de la esquina los supervivientes huían despavoridos mientras dos de aquellas criaturas empalaban al sacerdote en la cruz, gritando este con todas sus fuerzas hasta que su cuerpo se partió en dos.

En la prisión se repetían escenas similares. Cientos de presos huían a través de los agujeros que habían abierto los ángeles en la pared. Algunos eran interceptados por estos, otros pasaban entre ellos sin que estos siquiera repararan en su presencia. Un conocido guardia de la prisión descargaba su arma contra el marmóreo cuerpo de uno de aquellos seres, rebotando las balas sin hacerle ni el más mínimo rasguño. El cargador se agotó y el ángel extendió los brazos. El guardia desenfundo su porra e intento atinarle en el hombro, como tantas veces había hecho a lo largo de su vida contra tanta gente. Una mano de piedra se cerró alrededor de su brazo, y con una fuerza de otro mundo, partió sus huesos como si fueran ramas secas, haciéndole soltar el arma. Otra mano agarro su otro brazo, y casi sin esfuerzo, pero lentamente, deleitándose en su cometido, comenzó a tirar hasta separar los brazos del cuerpo del funcionario de prisiones, cayendo este de rodillas, solo lo justo para observar como su ejecutor había cogido su porra y la usaba para atravesar su garganta, con tal fuerza que el cadáver quedo doblado en una postura grotesca, clavado al suelo.

David había esquivado a todos cuantos se había encontrado desde que saliera huyendo de su casa aquella mañana. Pensaba que iba a ser su final cuando en el paseo del parque, mientras huía entre las montañas de coches accidentados, uno de ellos cayo con un estruendo a pocos metros de él, para a continuación comenzar a caminar en su dirección, y al llegar a su altura esquivarlo como si se tratara de un simple obstáculo, levantar un destrozado mercedes con una sola mano y descubrir bajo este un hombre con bigote vestido de traje, sin piedad alguna por su agonizante víctima, puso su mano en su cara y apretó hasta triturarle el cráneo.

Cerca de la autovía de salida de la ciudad, un hombre ataviado con una bata blanca y una gruesas gafas de pasta le extendió un sobre, y le grito algo que no entendió, antes de que una de aquellas cosas cayera sobre el aplastándolo. Ya en las afueras, estaba atardeciendo, miro hacia atrás. Los alados exterminadores parecían centrados en su labor contra aquellos que resistían atrincherados o intentaban salvar sus pertenencias más preciadas. A su alrededor, ríos de gente huían aterrorizados. De alguna forma, sabía que el mundo no volvería a ser el mismo después de aquel día.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

2 comentarios

  1. 1. Frida dice:

    Hola Asopnise. Antes de nada, apuntarte algo que ya seguramente tus anónimos comentaristas te habrán dicho, debes revisar mejor el texto antes de enviarlo, pues he visto algunos fallos, miro en vez de miró, cayo en vez de cayó. Son pequeñeces y, comprendo que sean motivo de fallo, pues el corrector no lo detecta por ser las dos palabras correctas, cada una en su tiempo verbal.

    En cuanto a la historia, me ha parecido perturbadora cuando menos, pues una jamás imaginaría que los ángeles fuesen tan malvados, ya que siempre nos los han pintado como celestiales y tal y tal. No llego a comprender muy bien el porqué de su proceder, si bien es cierto que al principio me dio la impresión de que, hartos de la corrupción imperante en el mundo, habían dado el paso para terminarla, pero luego me ha despistado el hecho de que atacasen a todo el mundo, lo cual me lleva a dos vertientes, o la mayor parte de la gente está completamente corrupta y falta de ética, o en su colérico ataque han decidido no distinguir entre la maldad absoluta y la mediocridad.

    Me ha parecido un alegato contra la sociedad actual, en la que los políticos mienten y son corruptos, mientras la sociedad lo permitimos y nada hacemos por cambiarlo. Al menos esa es la conclusión a la que llego tras la lectura.

    Escrito el 4 noviembre 2015 a las 21:46
  2. 2. karu dice:

    Hola!!

    Coincido con Frida en que faltan algunos acentos y en la frase “Muchos corrieron a refugiarse a las iglesias. Las cuales pronto se convirtieron en auténticos baños de sangre”, después de iglesias, en vez de punto pondría una coma o incluso nada.

    En cuanto a la historia, me ha parecido un poco sangirenta y no he acabado de entender el significado del sobre 🙁

    Escrito el 5 noviembre 2015 a las 11:46

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.