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Sobrellevándolo - por Mon

En la sala de espera, desesperaba Eva.
Sumida en sus pensamientos, su mirada perdida, observaba la polilla que revoloteaba cerca del fluorescente que pendía del techo, chocaba contra él huía y volvía de nuevo. Como atrapada por ese resplandor que la llamaba y la atraía una y otra vez. Lo que la diferenciaba de Eva es que el minúsculo insecto no sabía su triste y desgraciado final… morir achicharrada por su hipnótico objeto de deseo, Eva a veces suponía un final parecido también para ella misma.
A medida que pasaban los minutos el nudo en el estómago se iba retorciendo cada vez mas, hasta casi llegar al esófago y sentir el ahogo.
Las uñas servían de pasatiempo, mientras las repasaba una y otra vez con pequeños mordiscos nerviosos. Su mente le repetía: «esta vez será la última, ya no me compensa su luz entre tanta oscuridad. No soy tan valiente como me pensaba, no puedo quererle como él se merece; sintiendo tanto miedo dentro. No puedo soportar otra incertidumbre mas, creo que mi cerebro va a explotar de un momento a otro».

—¿Eva Pérez? —preguntó el doctor—. Buenos días, pase ¿venia a recoger los resultados de una analítica anual verdad?.
—Buenas, si vengo a ver los resultados; soy pareja de Francisco Montálvez; seguro lo debe conocer, solía venir al centro a visitarse y posteriormente gracias a vuestra terapia se hizo uno de vuestros voluntarios para ayudaros con los recién diagnosticados—.

—Ostras como no, ¡nuestro querido Francisco, claro que si!, ¿como está? estuve unos años fuera y no se nada de él, la verdad es que nos ayudó mucho y su fuerza frente a la vida siempre fue un ejemplo a seguir para muchos otros pacientes seropositivos.
Tú debes ser su novia entonces, no sabes el bien que le hace tenerte como apoyo—.

—Gracias si — «Mi mente no dejaba de pensar en que se callara de una vez y leyera el resultado de la maldita analítica, el tiempo no pasaba, el segundero de mi reloj iba a ralentí…».

—Voy a buscar el sobre, un momento Eva—.

Dios !!! creía que mis manos se iban a derretir, el sudor hacía que no dejara de restregármelas, mi mirada nerviosa se dirigía hacia todos los detalles de la consulta blanca y fría…sin ver nada…solo una luminosidad helada.

Se me pasó por la cabeza el porqué de aquel mal trago, el amor que sentía por mi pareja; lo era todo para mi, me había enamorado de su fuerza, de sus ganas de vivir, de su lucha constante. A pesar de que los tratamientos para el VIH habían mejorado tanto y que la enfermedad se había transformado en casi una enfermedad crónica, siempre existiría esa doble moral y esa dureza en ella para con las personas que la sufrieran; mas social incluso que física.
Nuestras practicas sexuales eran casi de libro, la profilaxis era total. Pero el temor al contagio siempre acechaba como un fantasma sobre mi, cuando se supone que teníamos que sentirnos uno.
Lo quería, pero me sentía asfixiada por el miedo, supongo no era tan fuerte como él o tal vez en el fondo no lo quisiera lo suficiente para aguantar mas esperas, en salas de espera de cualquier consulta gris.

El doctor entra en la consulta de nuevo ahora aparece desde una puerta interior a esta, su semblante es serio, o me lo parece a mi… No puedo con esto, por favor abra de una vez el maldito sobre. Algo me transporta a los programas de televisión cuando el futuro del concursante está ahí en ese sobre se lo lleva o no se lo lleva, El premio Gordo!!. Menuda paranoia…

—Perdona Eva debe haber habido un error, se deben haber traspapelado tus resultados, no sabes como lo siento, pero vas a tener que repetirte la analítica, lo siento de veras —.
Solo puedo decir …—vale, volveré otro día —.

Salgo de la consulta con los ojos empañados por la rabia, rabia contra Francisco, «porqué tubo que cruzarse en mi camino, porqué acepté seguir con él cuando me explicó su situación, porqué se dejó llevar por aquel mundo oscuro de la heroína cuando solo era un chaval, porqué elegimos caminos equivocados o no, en la vida…».

A la salida del metro Francisco me espera, veo su sonrisa iluminándolo todo:
—¿Que tal ha ido cariño?, me tenias preocupado, acabo de salir del trabajo y tu móvil estaba desconectado.
—Tranquilo todo bien, tendré que repetir la prueba, el sobre estaba vacío.

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1 comentario

  1. 1. R. Andrés Navarro dice:

    Bien traído el tema. Expresas muy bien la angustia que siente la protagonista y cómo se debate entre el miedo y el amor. Creo que la protagonista te queda con mucha riqueza y profundidad.

    Sólo un par de cosas que te comentaría. Al principio, el narrador es en tercera persona y llega un punto en el que pasa a ser en primera persona. No sé si ha sido deliberada la transformación. En mi opinión, podrías haber empezado directamente con la primera persona. Te hubiera facilitado la vida con los pensamientos y, yo creo, que queda mejor la uniformidad en el narrador. Pero vamos, que casi ni se nota. Y otra cosa, tubo y tuvo. Seguro que ha sido un desliz y como ambos están aceptados para su respectivo significado el corrector no te ha avisado.

    Mucho ánimo y un saludo

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 11:09

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