Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El último recurso - por Carlos Rosae

Web: https://carlosrosae.wordpress.com/

Cuba, 1898

La presión que sentía en las sienes era insoportable. El cansancio acumulado tras dos días sin pegar ojo se apoderó de él. Le faltaba el aire, se desabrochó los dos primeros botones de su camisa y caminó unos pasos tratando de calmarse. No podía creerlo, el sobre estaba vacío y el avión que debía tomar despegaría en poco más de dos horas.

Se había visto obligado a confiar en aquel tipo, un cubano de mediana edad y aires estrafalarios llamado Gabriel Capri, conocido en toda la ciudad por sus negocios turbios y su bolsillo roto. Le costaba tan poco tiempo ganar cantidades ingentes de dinero como gastarlas, pero aunque de cuando en cuando estuviera al borde de la bancarrota, nunca renunciaba a su desenfrenado nivel de vida. Tenía un don natural para conocer dónde estaba la oportunidad de ganar dinero en cada momento, atento a cualquier tipo de negocio que pudiera reportarle beneficios y una vez encontraba la oportunidad se lanzaba a explotarla con todos los medios a su alcance. Por ello le llamaban “el Rapaz”, apodo del que terminó vanagloriándose hasta el extremo de hacérselo inscribir en su pesado anillo, como una seña de identidad. El fiscal, los jueces, la policía e incluso otros rivales de su misma calaña miraban a otro lado si se cruzaban con algún negocio en el que Capri estuviera inmerso.

Solicitar la ayuda del Rapaz había sido su último recurso. En los últimos días la situación se había complicado. Las noticias sobre los planes de los Estados Unidos en la isla se demoraban más de lo habitual desde que España se había visto forzada a abandonar su embajada en Washington y a trasladarse a Canadá. Apenas nada quedaba de aquella red de contactos perfectamente organizada que los servicios de inteligencia españoles habían tejido por tierra, mar y aire. Los servicios de contraespionaje yankis se habían hecho con un listado de agentes españoles infiltrados en las filas de los rebeldes cubanos. Su nombre aparecía perfectamente identificado en el listado, Mario Cabrera Valdés, además de dos de sus alias más utilizados. Mario necesitaba huir de la isla lo antes posible, pero no podía hacerlo sin una identidad nueva y documentación que la avalase.

Pedir un favor a Gabriel Capri no era una cuestión fácil para nadie, pero había un nexo común entre él y Mario que hacía que para éste resultara todavía más difícil. La conversación que mantuvo con el Rapaz unas horas antes se había quedado grabada en su memoria:

– Disfrútalo, lárgate de este manicomio en cuanto puedas.-El Rapaz le extendió su mano con un sobre cerrado y le guiñó un ojo con una media sonrisa irónica en los labios.

– No lo dude. Le doy nuevamente las gracias por permitirme aplazar la mitad del pago. Tan pronto llegue a Madrid reuniré el resto del dinero y se lo haré llegar.

– No te preocupes, no tengo duda alguna de que saldarás tu deuda, no te creo tan tonto como para no hacerlo. Además, somos de la familia, aunque Clarisa parezca haberlo olvidado. ¿Qué tal está mi hija? Un… pajarito me dijo que abandonó la isla hace unos quince días y que está cómodamente instalada en pleno centro de Madrid.

– Clarisa está bien. Siento lo que ocurrió entre ustedes. Vamos a casarnos y me gustaría que usted fuera el padrino.

La escena en el despacho de Capri daba vueltas en su mente cuando volvió a sentir la realidad como un cubo de agua helada. Dentro del sobre no había pasaporte alguno.

Confiar en aquel tipo sin escrúpulos había sido un error. Siempre le había hecho sentir culpable del distanciamiento con su hija, que fue acrecentándose a medida que Mario pasaba más tiempo con Clarisa, hasta que decidieron emprender una nueva vida lejos de Cuba.

Se aclaró la vista cuando observó una anotación en la cara interior del sobre. Una dirección anotada con tinta negra indicaba el nombre de un café cercano y el de un tal Gerardo. El Rapáz no iba a mancharse las manos teniendo en su poder documentación que pudiera comprometerle.

El “Cafe Lautrec” quedaba a cinco minutos escasos, que se convirtieron en tres gracias a las grandes zancadas que le llevaron hasta allí. Tras preguntar por el susodicho, el propio camarero sonrió y le pasó disimuladamente una cartilla desde detrás de la barra. Mario disimuló encerrándose en el cuarto de baño y observó el nombre con el que le embarcaría en el avión dentro de apenas dos horas: Daniel Belenguer.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

8 comentarios

  1. 1. Paola dice:

    Hola Carlos
    Tu relato me ha gustado mucho como ocurre con todo lo que escribes. Sueles traer personajes interesantes como el de aquel hombre mayor que tenía el teléfono lleno de polvo porque no le llamaba nadie y mil historias que contar. El de esta vez me lo imagino con sombrero de ala ancha y gabardina…
    Bien escrito y con mucha intriga, personajes todos con algo interesante que contar,con cada uno de ellos se podría escribir un relato. Creo que ese es tu secreto, nadie en tus historias es “plano” todos tendrían algo que contar

    Nos leemos

    Escrito el 1 noviembre 2015 a las 10:24
  2. Asombroso tu relato, Carlos, como en los de retos anteriores. Uno disfruta tus personajes como si estuvieran más vivos que muchos de los tipos con los que nos cruzamos diariamente.
    Un sobre de guerra y huida que recuerda a Casablanca. O es casual?
    Un abrazo.

    Escrito el 2 noviembre 2015 a las 20:48
  3. 3. Manoli VF dice:

    Hola Carlos. Tu relato reúne los ingredientes mágicos: intriga, personajes carismáticos, vividores, secretos, mafias y relaciones amorosas. Un buen cóctel para embarcarse en una aventura que, en este caso, se hace corta.

    Te invito a leer el mío y darme tu opinión. (191)

    Un saludo.

    Escrito el 4 noviembre 2015 a las 16:51
  4. 4. Dianet dice:

    Hola Carlos Rosae no había leído nada tuyo hasta hoy jejeje. Que curiosa tu historia, tiene que ver con Cuba y España. Yo soy Cubana y cuando se escribe o se habla de mi país me siento orgullosa, lo mismo con España que es donde vivo. He echo un viajar en el tiempo con tu relato. He imaginado como seria esa época, como vestirían y como serian esos personajes. Me gusto!!

    Gracias por comentar mi relato el 99 Celeste.

    Saludos

    Escrito el 5 noviembre 2015 a las 21:51
  5. 5. beba dice:

    Hola, carlos.
    Me gustó tu historia, llena de peligros, tensión e intrigas. Tal vez la reacción frente al sobre vacío no hubiera sido tan mansa y fatalista; tal vez hubiera escondido más la dirección del café y corrido algunos albures hasta llegar al pasaporte. Pero, entre las 750, y el estilo narrativo de cada uno, fue así. Muy bien escrita; pulcro el aspecto gramatical; datos verosímiles. Felicitaciones. Y gracias por la visita.

    Escrito el 6 noviembre 2015 a las 03:35
  6. 6. Wolfdux dice:

    Hola Carlos,

    una historia muy interesante. Vas mostrando la información necesaria en su momento justo. Usas un estilo trabajado y que me ha llamado la atención. Felicidades. Un saludo.

    Escrito el 7 noviembre 2015 a las 10:59
  7. 7. KMarce dice:

    Saludos Carlos R:

    Después de un tiempo de abstinencia a Literautas por múltiples factores, estamos en el ruedo de nuevo y leyendo tu versatil relato. Coinicido con los compañeros, ha sido una lectura amena y muy fácil de leer.

    No la siento como una trama complicada, ha sido bien llevada, porque es el transfondo lo que complica la historia y no la escena en sí, porque si la viera en una muestra cinematrografica, sería de tres minutos o menos; pero me ha gustado esos pensamientos fatalistas del protagonista en donde al final ha salido airoso para reunirse con su amada.

    Pena porque no me lo puedo callar, pero debes cuidar la forma en como desarrollas el diálogo, lee la reseña de Iria en como construirlos, recuerda que no debes separar los guiones narrativos, para que se vean así:

    —Disfrútalo, lárgate de este manicomio en cuanto puedas. -El Rapaz le extendió su mano con un sobre cerrado y le guiñó un ojo con una media sonrisa irónica en los labios.

    Una pega minimizima en realidad, porque todo lo demás está bien estructurado. Algunas comas de menos harían más fluido los diálogos; pero en general todo ha sido mesurado y bien redactado.

    Solo me resta felicitarte, y después haré mis aportaciones a tus comentarios en el mío propio, ya que primero prefiero contestarles a ustedes en sus escritos.
    Espero que tu lápiz mágico de este mes, este lleno de la misma creatividad, que sin duda así será.
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 14 noviembre 2015 a las 01:18
  8. 8. KMarce dice:

    Carlos… recién me he fijado en cuanto he leído mi propio comentario, y es esta misma frase:

    —Disfrútalo, lárgate de este manicomio en cuanto puedas. —El Rapaz le extendió su mano con un sobre cerrado y (le) guiñó un ojo con una media sonrisa irónica en los labios.

    Ahora que he vuelto a leerlo, creo que el “le” guiñó, puede comprenderse ambiguo, es como si dijera “le tapó la boca”, como si fuera al otro y no un gesto propio. En estos casos, es mejor obviarlo (yo suelo batallar mucho con esto, créeme) y restructurar la frase: “El rápaz le extendió su mano con un sobre cerrado, guiñándole el ojo, ebosó una media sonrisa.”
    Obviamos que la sonrisa es con los labios, sería reabundante. Leí que nunca debemos escribir lo que es obvio: “se colocó el sombrero en la cabeza, los guantes en las manos, los zapatos en sus pies, lágrimas brotaron por sus ojos, etc”.
    Mantengo el criterio que has cuidado mucho tu historia. 🙂
    ¡NL!

    Quitamos que la sonrisa es en los labios, porque es

    Escrito el 14 noviembre 2015 a las 01:29

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.