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La invitación - por Ane

En ocasiones su fuerte carácter le reportaba enemigos. Lo asimilaba, sabia que no podía agradar a todo el mundo. No obstante, esta vez no había sido obstáculo suficiente para dejar de perseguirla. A pesar de sus desplantes, aun siendo educados, no surtían el efecto deseado.

Estaba siendo algo más que un capricho y eso le comenzaba a asustar. Sabia de su influencia, de hasta donde llegaban sus tentáculos lo que le hacía estar alerta. Sin embargo, se decía, debía tener un punto débil y un joven aspirante como él no podía verse involucrado en ningún tipo de escándalo, sería el final y Alexandra jugaba con esa baza. Sabia que existía, solo le faltaban pruebas y las buscaría.

Pero un tipo ambicioso como Carlos no se lo pondría fácil. De cuidada presencia, elegante en las formas y mente sagaz, empleaba sus grandes dotes como relaciones públicas para ser considerado como el elegido por las masas. Rodeado de un séquito que lo protegía de cualquiera que osara acercarse, su imagen se asemejaba a la de un líder religioso que impartiera clases de honestidad y buen hacer.

Alexandra recelaba de la gentileza que representaba aquel hombre, pero cometió el error de ignorarlo el primer día que Carlos dio el primer paso para conquistarla. Hoy, sus hombres, quienes lo protegían, la vigilaban hasta altas horas postrados en las inmediaciones de su casa. Apostaba a que daban buena cuenta de dónde iba, cuándo y con quién.

Todo comenzó el día que se acercó a conocer la redacción. Alexandra como responsable del departamento de internacional acudía a recibir como otros muchos compañeros suyos a uno de los personajes mas conocidos del panorama del país, Carlos Uriarte Esquivel. Con un corte impecable, se presentaba uno a uno estrechando la mano con firmeza. Alexandra intuía que con ese gesto, trataba de mostrarse como un tipo duro y convincente. Fue saludando uno por uno hasta llegar a su altura.
—Sea bienvenido señor Esquivel. Estamos muy agradecidos por su visita.

—El placer es mío, es muy grato saludarle. —Contestó a la par que le estrechaba la mano con suma delicadeza, tanto que Alexandra se sorprendió. El le miró a los ojos y prosiguió con el resto de saludos.

Lo que siguió a continuación fue un paseo por las dependencias del periódico, pasando por las redacciones más importantes del medio con el consiguiente trasiego de pasos tras la comitiva. Ya al despedirse volvió a dirigirle una mirada profunda, como si no deseara que fuese la última vez que deseara verla.

Alexandra sabia de su fama de galán y así lo corroboró cuando al día siguiente un ramo de flores aguardaba en su mesa. De el sobresalía lo que parecía ser un pequeño sobre. Alexandra se dispuso a averiguar quien se había molestado en comprarle tan bonito detalle, pero el interrogante continuó, el sobre estaba vacío.

Aquel presente no iba firmado por nadie, lo que le mantuvo intrigada buena parte de la mañana. Finalmente obtuvo la respuesta cuando a última hora recibió una llamada inesperada.

—El Sr. Uriarte Esquivel al teléfono.

Alexandra perpleja tragó saliva.

—Buenos días Sr. Uriarte que grata sorpresa, espero que no nos llame porque el café de la redacción no fuese de su agrado.

No se le ocurrió soltar mejor comentario ante quien solo había visto una vez y apenas cruzado palabra alguna.

Al otro lado de la línea se escuchó lo que pudo ser un atisbo de sonrisa.

—Lamento decirle que he bebido mejores brebajes y para rescatarla me he permitido telefonearle e invitarla a tomar un autentico café italiano.

—¿Y por que debería de aceptar su invitación?

—Digamos que es una contrapartida para que no interponga una queja ante el defensor del pueblo. Ese líquido marrón es peligroso para el ciudadano.

Y ambos se echaron a reír.

—De acuerdo.

—Perfecto, si le parece bien mañana sobre la hora del almuerzo le recogerá un chofer en la puerta, confío que le hayan gustado las flores. Adiós. —Y colgó

Alexandra no se lo podía creer el mismísimo Carlos Uriarte coqueteaba con ella. Y se hizo la pregunta, ¿fue apropiado aceptar la invitación?

Rápidamente eliminó esa posibilidad de su mente. Tener una charla cordial con el candidato favorito para dirigir el país, era una gran oportunidad para su carrera que no dejaría escapar.

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2 comentarios

  1. 1. luis ponce dice:

    Ane: me ha gustado el tema, está bien escrito, es rápido y limpio, pero no logro empatar el principio con el final, me falta algo.
    Algo que escapa a mi alcance, a pesar de haberlo leído algunas veces.
    Como que algún eslabón de la cadena se me cayó, puede ser mi percepción, pero así es. Sin embargo me gusta por lo fluido.
    Hay pequeños detalles como: “El primer día que Carlos dio el primer paso”.
    No estoy seguro, pero me quedan las dudas de que el “atisbo” pueda ser auditivo, creo que se refiere más a lo visual.
    La llamada a “última hora” se contrapone con el “buenos días”, podría ser a última hora de la mañana, pero aún así no logro concordar.
    Pero son solamente mis percepciones. Espero que puedan servir de ayuda.
    Saludos.

    Escrito el 2 noviembre 2015 a las 00:41
  2. 2. Frida dice:

    Hola Ane. Iniciaré diciéndote que he visto algunos fallos en ciertas palabras, sabia se refiere a una persona que posee profundos conocimientos, en cambio, sabía, con tilde, es la tercera persona del singular del verbo saber.
    El es un artículo, pero si lo acentúas, él, se convierte en el pronombre de la tercera persona del singular.
    Por que, cuando va entre interrogación se escribe por qué.

    Dejando a un lado estas pequeñeces, me gusta el planteamiento de la historia. Creo que yo sí logro percibir qué tiene que ver el principio con el final de la historia,pues es como un flashback en el que ella recuerda cómo ha llegado a la situación actual, pero hay algo que no me cuadra y, es que al principio ella habla de que lo rechaza educadamente, pero lo rechaza, aún así, él la acosa y la tiene vigilada y, yo me pregunto ¿por qué este hombre la vigila?, porque si fuese su amante aún podría comprenderlo, pero si ella le niega cualquier atisbo de relación no comprendo el porqué.
    Me han gustado la fluídez de los diálogos y la sencillez casual que le has imprimido a la redacción.

    Escrito el 4 noviembre 2015 a las 20:05

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