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La herencia invisible - por I.J.Brown

Érase una vez un marqués que falleció y sus hijos, tres hermanos que recibieron la herencia de su difunto padre. El primero heredó el título nobiliario de marqués y numerosas tierras adjuntas a este. El segundo heredó las propiedades restantes de fuera del marquesado y las joyas de la familia. Finalmente al tercero se le concedió un joven caballo y un sobre. Este quedó estupefacto y al conocer su escasa herencia y alentó que dentro del sobre hubiera algo que compensara lo anterior. Cuál fue su sorpresa al abrirlo. El sobre estaba vacío. Lo cerro rápidamente y los hermanos, los cuales no mantenían entre si una relación cordial no pudieron aguantar la risa y se mofaron sin contemplaciones. A continuación les pidió que si al menos le podrían ceder o rentar un establo en una de sus numerosas propiedades donde poder guardar su caballo y vivir, ya que la herencia le había dejado de repente desprovisto de un techo donde dormir. A lo cual los hermanos respondieron con una negativa con la excusa de que si su padre lo había querido así sería porque sus méritos lo merecían. Y le dieron de plazo dos días para abandonar la hacienda familiar.
En este tiempo fue a visitar el caballo y a pensar de qué manera podía continuar su vida. Tras un día de duras reflexiones decidió empaquetar las pertenencias de las que disponía en su alcoba y así como vender algún objeto codiciado del que disponía para poder comprar un carro y un sillín para el caballo, para sin más remedio partir al día siguiente. Así fue como lo hizo, ensilló su caballo, guardó el sobre en un bolsillo del sillín, enganchó el carro con sus pertenecías y partió .De pueblo en pueblo decidió dar uso a la educación que como noble había recibido de niño, enseñando así a leer y conocimientos de manera itinerante a cambio de comida y refugio de cualquier familia campesina.
Así de esta forma recorrió numerosas tierras, aprendió distintos idiomas y viajó a distintos países siempre junto a su fiel caballo, poco a poco se fueron convirtiendo casi en una leyenda, hasta el punto de que nobles de diferentes lugares le reclamaban para que transmitiese sus conocimientos, a pesar de ello el nunca renunció a seguir enseñando a todo el que le ofrecía comida y refugio sea donde fuere o la clase social. Casi sin darse cuenta habían pasado ya treinta años desde su partida, su cabello había tornado canoso y aunque seguía enseñando con la misma ilusión que el primer día, su caballo ya no poseía la misma fuerza y energía, de hecho él lo sabía. De repente un día mientras iban de camino el caballo se desplomó y murió. Él quedó muy afectado, decidió darle un entierro digno junto con su silla cual fue su sorpresa cuando de la silla se desprendió un sobre, sobre que el recordaba perfectamente y que por las circunstancias del momento, perdió el control y rompió rasgándolo de un arrebato. Cuál fue su sorpresa que el sobre llevaba una inscripción interior la cual no había visto debido a su inusual ubicación. Y que decía así:
Hijo, me encuentro en los últimos días de mi vida bajo esta colcha con bordados de oro y viendo como mis hijos se pelean por la codiciada herencia mientras tú de vez en cuando pasas por mi lado, decido por lo tanto que al menos uno de ellos pueda vivir otra vida, ver más allá de este marquesado o de sus propiedades, por eso te dejo en herencia este caballo y los valores que parece que tú mejor has adquirido.
De esta forma el hombre lo entendió todo y pareció en cierta manera reconfortado, y a pesar de no haber tenido una vida totalmente fácil y placentera, vivió conforme el resto de sus días.

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4 comentarios

  1. 1. Cryssta dice:

    Tu relato me ha gustado, aunque debo decir que más que un relato corto como pedía el taller, se trata de un cuento y que, en su principio, recuerda al cuento popular “El gato con botas”

    Creo que con más puntos y aparte la lectura se haría de una forma más ágil. Al texto también le faltan algunas comas.

    He detectado alguna tilde que falta “no mantenían entre sí una relación cordial” (el “sí” lleva tilde), “a pesar de ello él nunca renunció” (ese “él” lleva tilde porque es un pronombre personal y la tilde lo diferencia del artículo). “Cerró” también va con tilde al ser palabra aguda acabada en vocal.

    Pienso además que hay frases que quedarían mejor escritas de otra manera:

    “Este último quedó estupefacto al conocer su escasa herencia y esperó que dentro del sobre …” (no le veo mucho sentido al verbo alentar dentro de la frase).

    “En este tiempo fue a visitar al caballo y pensó de qué manera…”

    “decidió empaquetar las pertenencias de las que disponía en su alcoba y vender algún objeto…”

    Tras un punto y seguido “Poco a poco se fueron convirtiendo en una leyenda, hasta el punto de que nobles de diferentes lugares le reclamaban para que les transmitiese…”

    “Casi sin darse cuenta pasaron treinta años desde su partida, su cabello se tornó cano y aunque él seguía enseñando…”

    “Quedando muy afectado, decidió darle un entierro digno.” (Es mejor no enterrar la silla, seguramente el protagonista tendría un fuerte sentido práctico y pensaría que podría venderla o usarla para otro caballo).

    “Al quitarle la silla al caballo se desprendió un sobre de la misma, sobre que él recordaba perfectamente y que, perdiendo el control por las circunstancias del momento, rasgó en un arrebato”. De esta forma no repites dos veces que se lleva una sorpresa.

    “llevaba una inscripción interior que no había visto” (para no repetir en la misma frase dos veces “cual”)

    “viendo como mis hijos mayores se pelean”

    Tras un punto y seguido “Decido por lo tanto que al menos uno de mis hijos pueda vivir otra vida y ver más allá de este marquesado…”

    “De esta forma el hombre lo entendió todo y quedó en cierta manera reconfortado y, a pesar de no haber tenido una vida totalmente fácil y placentera, vivió conforme el resto de sus días”.

    En cualquier caso tengo que decirte que estaré encantada de leer otros textos tuyos en próximos talleres.

    Escrito el 30 octubre 2015 a las 12:32
  2. 2. Manoli VF dice:

    Hola I.J.Brown. Ciertamente, tu escena parece un cuento, y se asemeja demasiado a los cuentos populares, con moraleja incluída, lo cual no le resta encanto. Es de fácil lectura y al final consigue dejarte una sonrisa. A mí me ha gustado, y la metáfora del sobre vacío, para llenarse con la propia vida y conocimientos no tiene desperdicio.

    Te invito a leer mi relato el 191, y a dejarme tu opinión. Un saludo.

    Escrito el 4 noviembre 2015 a las 11:30
  3. 3. Manoli VF dice:

    Hola I.J. Brown. Acabo de comentar tu texto y he visto que no ha salido el comentario, espero que no se duplique, pero en todo caso mejor dos veces que ninguna.

    Te decía que tu historia, en efecto recuerda a un cuento, tanto el formato como el contenido nos retrae a esos cuentos populares con moraleja incluida, lo cual no le resta encanto, por otra parte. A mí me ha gustado. Es de fácil lectura y el final te deja con una sonrisa en los labios.

    Tampoco tiene desperdicio la imagen del sobre vacío para llenarse con la sabiduría de la propia vida y el conocimiento, impagable de forma material.

    Te invito a que leas mi relato (el 191) y me des tu opinión. Un saludo.

    Escrito el 4 noviembre 2015 a las 11:35
  4. 4. Brigit dice:

    Muy buena tu historia, a la usanza de los cuentos antiguos. felicidades!!!

    Escrito el 14 noviembre 2015 a las 21:35

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