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Operación Montalvo - por R. Andrés Navarro

Óscar secuestró el gélido aire matutino. Era un momento crucial y lo sabía. Un destartalado coche negro pasó a su lado, despidiendo una humareda que lo engulló momentáneamente.

– Putos rácanos – farfulló con voz inaudible – Ya podías renovar la carraca que llevas.

– Capitán Ramírez – Óscar maldijo para sus adentros.

– ¿Qué le tengo dicho, Quintana? Si vamos de incógnito no se me acerque a hurtadillas para murmurarme mi rango, joder.

– Mis disculpas, señor.

Óscar se planteó seriamente hacer que destinaran al crío a Melilla, a pelearse con los africanos y con la opinión pública. Si no fuera sobrino de quien era…

– A ver, Quintana, ¿qué coño hace aquí?

– El sujeto se aproxima, señor, me lo han comunicado desde la base – el pequeño guardia se interpuso en su campo visual. De pronto había perdido de vista el maldito punto en el que iba a aparecer el político. El capitán Óscar Ramírez, que en sus 15 años de guardia civil ya había visto a muchos inútiles como aquel, cogió aire profundamente. Al menos este lo era porque no llevaba ni dos meses en el cuerpo.

– Chaval. ¿Qué cojones haces?

– Ir de incógnito, mi capitán. Pensé que dos hombres en una esquina mirando a una pared llamarían la atención.
Óscar suspiró. Últimamente suspiraba mucho, debía de estar haciéndose mayor. Cogió el café y dio un pequeño sorbo. El cigarrillo, casi en el filtro, se retorcía en el cenicero. Siempre le había gustado dejarlo consumirse sin apagarlo. Estudió con detenimiento a su agente. Era un rubio niño de papá con los ojos intensamente azules y una perfilada perilla que debía de estar a la moda entre los jóvenes. El muchacho le devolvía una mirada bobalicona, tratando de aparentar sagacidad sin acercarse.

– Por Dios – Óscar no pudo evitar temer que él en su momento fuera como aquel pelele – Quintana, vaya a la barra y pida una napolitana. Y otro café, que se me ha quedado tiritando.

– Señor, no sé si debería… – el subnormal le echó un vistazo a la barriga – Debería cuidar su corazón, que cuando nos da un susto ya es tarde.

Tuvo que reírse. Se dejó caer de la silla alta para preparar un sopapo que le calentara las ideas a aquel muchacho. Un rostro conocido y una mecánica voz en el walkie del niño le impidió desahogarse. Ahí estaba su político. Era un alto cargo en el ayuntamiento. Por suerte Óscar no tenía que rendir cuentas al ayuntamiento. El hombre, trajeado y con gabardina negra, oteó por encima de su hombro y se acercó a la pared de ladrillos que vigilaban.

– Ale, niño, a por él – murmuró Óscar.

-¡ALTO A LA GUARDIA CIVIL! – aulló él, emocionado, desenfundando en medio de una calle residencial de Madrid. El revuelo de curiosos y los precoces flashes le hicieron partícipe de su error. Óscar casi se sintió orgulloso de que el imbécil se hubiera dado cuenta solito de su gilipollez.

– Es un error – hipó el político – No dispare -levantó ambas manos, la derecha sostenía un sobre marrón que Óscar había visto dejar a uno de los empresarios más influyentes de la ciudad y que curiosamente era un compañero del colegio de su sujeto.

– El sobre – ordenó relamiéndose.

El hombre obedeció cerrando los ojos.

– De verdad que no es lo que parece – el avezado guardia se lo pensó un instante. Tenía una orden judicial. La operación tenía como culmen aquel sobre. Por fin demostrarían sus sospechas de que el corrupto de los cojones de turno recibía dinero por favores – Ábralo, le juro que no es lo que ustedes creen – Óscar lo hizo, triunfal. El sobre estaba vacío. El frío consiguió después de toda una mañana de pelearse con su calor corporal hacerle temblar – Miguel es un viejo amigo mío. Todos los meses trae un sobre vacío para mí. Dice que son códigos de los nazis ocultos en Madrid, que puedo evitar sus fechorías. Le hemos llevado ya a un médico y le ha dado pastillas, pero no siempre se las toma como debería. Y nunca ha sido un peligro. Por favor, no se lo digan a la prensa. Nos despellejarían vivos. Es sólo una tontería de un enfermo, es inofensivo.

Óscar suspiró por enésima vez. Un año de investigación para acabar así. Menos mal que su padre era teniente general y podía tapar aquella pifia.

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7 comentarios

  1. Gracias por pasar por mi espacio aéreo con aromas bélicos, Andrés. El tuyo es una parodia civilesca. El “whodunit”, la escusa, que diría Hitchcock, está muy bien logrado, o cómo colocar un sobre vacío y hacer aparecer a la Guardia C como verdaderos conspiradores, al mismo nivel que los jueces. Muy divertido.

    Escrito el 29 octubre 2015 a las 22:08
  2. 2. Wolfdux dice:

    Buen relato, me ha encantado como has dibujado a Quintana. El relato se lee con fluidez y coincido con Pepe, es muy divertido. Un saludo.

    Escrito el 30 octubre 2015 a las 12:50
  3. 3. A. Pantaleón dice:

    Hola Andrés!
    Divertido tu relato. Una buena parodia de la estupidez. Yo en el diálogo del político no habría sido tan explícito, en una situación tan complicada nadie lo es. Saludos.

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 12:53
  4. 4. luis ponce dice:

    Bien Andrés, el humor se lleva muy bien con la política, porque de otra manera estaríamos todos lamentándonos.
    De acuerdo con Pantaleón, los políticos nunca dan tantas explicaciones, pero en este caso, es la manera de cerrar el círculo del relato.
    Saludos.

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 16:37
  5. 5. Frida dice:

    Hola R. Andrés. Como hoy tengo un hueco y algo de tiempo libre, he decidido revisar mi relato, así que he ido a releer las críticas recibidas, sobre todo una de ellas, la más extensa y la que más críticas constructivas me ha hecho. En esas estaba, cuando al final de dicha crítica he visto que el autor me ha dejado su nombre, algo que ya no recordaba. Así que me he pasado por aquí para darte las gracias, pues no sabes lo que me ha ayudado lo que me dijiste para darme cuenta de los errores cometidos. Muchas gracias.

    Y ahora vayamos con tu historia.Me ha gustado muchísimo tu relato, es dinámico y muy divertido, además de irónico, pues no dejo de pensar en que Óscar Ramírez se queja del recluta que le ha caído en gracia, pensando en que es un hijo de papá, para revelarnos al final, que él viene siendo hijo también de un teniente general. Felicidades por esta hilarante historia y, de nuevo gracias por todo lo que me has aportado.

    Escrito el 4 noviembre 2015 a las 13:52
  6. 6. PAULATREIDES dice:

    Bonito cuadro nos pintas R. Andrés Navarro. Una narración ágil con un tema que lleva siendo actualidad desde hace años (entre tanto caso de corrupción, seguro que más de una vez habrá ocurrido algo similar).
    El tono cómico de la situación bien conseguido, así como el reto mensual.
    Como defecto sólo señalar la puntuación y forma de los diálogos.

    Me pasé por el relato de Fabián como me sugeriste y, aunque no era divertido, me reí.
    Nos leemos.

    Escrito el 9 noviembre 2015 a las 09:26
  7. 7. R. Andrés Navarro dice:

    Muchas gracias por los comentarios!
    Mucho ánimo Frida y al resto. Nos leemos

    Escrito el 9 noviembre 2015 a las 15:47

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