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LA LLAMADA - por CARMELILLA

LA LLAMADA

El teléfono sonó exactamente a las tres menos cuarto de la mañana. No lo descolgué rápidamente, dormía con tapones, amortiguaban los ruidos ambientales y los ronquidos gananciales (esos ronquidos que forman parte de los bienes gananciales que adquieres y que cedes con el matrimonio). Insomnio crónico, desde la adolescencia. Dormía pocas horas y mal. Al principio me pareció que el sonido del teléfono formaba parte del sueño en el que me encontraba inmersa. Pasado un rato, supongo unos segundos, percibí con mayor claridad los pitidos y entonces me sobresalté, levanté la cabeza pesadamente y miré a mi lado. Allí estaba Javier, durmiendo plácidamente. Me extrañó que no oyera el teléfono, generalmente y a pesar de sus ronquidos los ruidos le llegaban a él primero y también le llegaba a él primero el sueño después de un despertar inesperado.
Me molestó mucho tener que levantarme, incluso pensé en hacerme la dormida y dejar que fuera Javier el que se levantara. Sólo lo pensé. Me quité los tapones.
De camino a coger el teléfono me golpeé, con la pata de la cama, en los dedos del pie derecho y un poco más allá me volví a golpear con el filo de la puerta. Maldecí en alto y sin miramientos. Javier ni se inmutó.
Descolgué y con un tono de evidente desagrado pregunté:
– ¿Sí?
Al otro lado no hubo respuesta inmediata pero sí había presencia, se notaba. Insistí en mi pregunta con mayor desagrado:
– ¿Siiiii?
– Coge el sobre – fue la respuesta.
– ¿Qué? – pregunté creyendo que no había entendido bien.
– No cuelgues el teléfono, coge el sobre que he metido por debajo de tu puerta y sin abrirlo vuelve al teléfono.
– Son las tres de la mañana, eres un estúpido…..y me dispuse a colgar el auricular.
– Si cuelgas ahora no habrá otra oportunidad. Perderás el juego. Morirá.
A veces el miedo es algo inmediato e incontrolable, como en esa ocasión. Algo en la voz y en el tono de la persona del otro lado me hizo sentir miedo. Un pinchazo en la boca del estómago que en décimas de segundos llegó al cerebro y comencé a marearme, tuve la sensación de que me ahogaba, de que me faltaba el aire, de que las paredes y el techo se buscaban y yo estaba en el centro de su camino.
Así de sencillo, una llamada a las tres de la mañana, un desconocido al otro lado del teléfono, una palabra relacionada con la muerte y ya estaba asegurado el pánico. A pesar de todo el peso que en segundos me había caído encima, logré moverme, miré a un lado y a otro, no podía gritar, no podía hablar, di unos pasos lentos, otros pocos pasos más un poco menos lentos, y corrí, corrí hacia la puerta para confirmar que estaba dormida, que seguía inmersa en un sueño. No pude confirmar esa teoría. No me quedó más remedio que confirmar que justo delante de mi puerta había un sobre. Un sobre normal, un sobre blanco, cerrado. Me agaché, lo cogí y volví lentamente hacia el teléfono, mirando a un lado y a otro, escuchando el silencio.
Tomé el auricular, me parecía que ardía. Me lo acerqué al oído.
– Imagino que ya lo tienes. Estoy seguro de que no lo has abierto.
– ¿Qué quieres?- no podía disimular el miedo, cada sílaba de la pregunta tembló cuando salió de mi garganta.
– Que juegues.
– No te entiendo- contesté en un tono de voz bajo, estaba tan asustada que hasta escucharme me daba miedo.
– Es fácil, quiero que juegues a la lotería. A ti te sele gratis a él depende.
No contesté, no sabía qué decir, pero sabía que algo iba a pasar. Esa llamada. Esa voz. Ese miedo intuitivo que no me dejaba respirar. Esas lágrimas involuntarias y frías que bajaban rápido y resbalaban por debajo de mi barbilla para acabar mojándome el cuello.
– Sólo tienes que hacer una cosa…………, abrir el sobre
Seguía sin poder hablar, ya no podía moverme aunque aún era capaz de respirar.
– Cuando lo abras puede pasar dos cosas, que te encuentres un pase a la vida o que no te encuentres nada.
Fui rápida, ahora el miedo me hizo rasgar el sobre con rapidez, temblando miré dentro, volví a mirar, el sobre estaba vacío. Ya no había nadie al otro lado del teléfono. Corrí a su lado, corrí a ver a Javier, estaba frío, sin aliento, sin vida.

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4 comentarios

  1. 1. Zulema dice:

    ¡Muy bueno! Creo que lo leeré varias veces para aprender a relatar el miedo. FELICITACIONES.

    Escrito el 30 octubre 2015 a las 03:00
  2. Te quedas con las ganas de que siga la historia y saber por qué ha pasado. Describes bien las sensaciones que siente el personaje, su indignación primero, después su miedo.
    Buen relato.

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 17:54
  3. 3. Wiccan dice:

    Interesante relato de suspense y miedo. Como a las otras compañeras me ha parecido que está muy bien descrito, te mantiene en tensión todo el rato y eso lo consigues con la forma de narrar la acción, muy cuidada. Te felicito.
    Lo único que echo en falta es algo más en el final, si lo he entendido bien el que la chica coja el teléfono o el sobre no afecta al desenlace, porque la muerte se produjo antes, ¿es así? Creo que ganaría si con sus acciones ella fuera “responsable” del desenlace, mucho más dramático.
    En cualquier caso, muy buen relato.

    Escrito el 3 noviembre 2015 a las 21:06
  4. 4. beba dice:

    Hola, Carmelilla:
    Muy bueno tu relato. Me hago eco de todos los elogios que recibiste, en particular sobre la imagen del miedo; y también de la duda sobre la pertinencia del sobre en la muerte del marido.
    creo que tendrías que revisar algunos detalles de puntuación:
    -Las rayas de diálogo que deben pegarse a la primera y última palabra de la entrada.
    -“tono de voz bajo, estaba tan asustada” corresponde punto y coma, y no coma. La misma observación para todos los fragmentos del último párrafo.
    -Los puntos suspensivos deben ser solo tres.
    Espero haber sido útil.

    Escrito el 10 noviembre 2015 a las 03:23

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