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Arlet. - por Daniela

Web: http://danysaturnite.tumblr.com/

El autor/a de este texto es menor de edad

Las palabras de Lavi todavía resuenan en mi cabeza, se me ponen los pelos de punta al pensar en el peligro en el que todos estamos metidos.
No recuerdo cómo llegamos a esto ¿En qué momento nos vimos involucrados en ésta mierda?
Todo pasó tan deprisa… Y ya no podemos darle la espalda, estamos acorralados.

Todos los recuerdos se arremolinan en mi mente mientras me acerco cada vez más al lugar del encuentro. Porque es ese lugar en donde empezó todo, como si fuese un juego de niños nos adentramos en un mundo que no tenía vía de escape.
Nadie sabía lo que hacía, ni creía que acabaría de este modo, con tanta sangre derramada.
Quiero creer que lo que estamos haciendo va a salvar al mundo, que nada de esto fue en vano.
Quiero creer que nuestro propósito es bueno.

Y todas las dudas se disipan cuando lo veo, en la esquina, esperando.
Es ahí cuando vuelvo a la realidad, y recuerdo lo que Lavi me había dicho; No dejes que te atrapen, será nuestro fin.
Busco a alguien más a mí alrededor, encontrando un auto a una cuadra por detrás de mí. El mismo auto que se había llevado a Svan la noche de la entrega.

No puede estar pasando, no nos van a llevar. Trato de pedalear lo más rápido que puedo, alejándome de la calle y subiendo a la vereda.
Lavi está apoyado en un árbol, esperándome con el sobre en la mano, pero él no se da cuanta que Galder, el hombre de la esquina, se está acercando.
No puedo dejar que se lleven a Lavi, no a él.

Me acerco lo suficiente para que Galder se ponga nervioso, pero eso solo empeora la situación.

— Si te acercás un sólo centímetro más, lo mato. — Amenaza, con el arma apuntando a la cabeza de Lavi.

Me detuve al instante, dejando a la bicicleta caer al suelo.

— ¿Dónde está el sobre? — Pregunta, con un tono de voz que eriza por completo mi cuerpo.

Lavi, con los ojos cerrados y el rostro contraído, entrega el sobre.
Me lanza una de esas miradas, miradas que me llegan a lo profundo del ser.
Se está despidiendo.
Algo hizo, algo muy malo, de lo que no parece arrepentirse.

Formula con sus labios un “te amo” mientras unas lágrimas resbalan por su mejilla.
Galder abre el sobre, y en un arranque de ira dispara.
Mi corazón se detiene, el tiempo se ralentiza, Lavi cae y no se oye nada más.

No se mueve…
No respira…
Sus ojos ya no me miran… Están vacíos…

Apenas oigo como a lo lejos Galder grita algo que perece decir “El sobre estaba vacío”

Mis piernas ya no pueden soportar mi peso, ya no tengo fuerzas para mantenerme de pie.
Me quedo sentada sobre mis rodillas, ahora embarradas, observando como Galder se cerca a mí, con la furia emanando de su rostro.

— ¿Dónde está? — Ruge, levantándome del suelo bruscamente.

Estamos a solo centímetros de distancia, sus dedos se encarnan en la piel de mis hombros.

— ¡No lo sé! ¡NO LO SÉ! — Grito, presa de la histeria. — Yo solo…. Solo descifro los códigos, no sé qué hacen y donde están antes de recibirlos.

Él me mira directo a los ojos, escudriñando mi mente. Tiene unos ojos demasiado profundos y escalofriantes.

—Arlet, sé que sí lo sabes. — Dice, con los ojos entrecerrados.

Y es verdad, sé cada maldito número de aquel código, y sé cómo descifrarlo, soy la única que puede hacerlo.
Pero no puedo darle esos números, no puedo dejar que sepa esto y domine el mundo entero.

Estoy a punto de hacer una locura, no pensé que llegaría hasta este punto, pero nadie puede saber lo que yo sé.
Respiro profundamente, empujo a Galder lejos de mí y saco de mi bota una pequeña daga.
Galder no entiende lo que estoy a punto de hacer, y es mejor así.

Observo el cielo por última vez, y sujetando con ambas manos la daga, la clavo en mi estómago.
El dolor se apodera de mí, la oscuridad me consume y siento mucho frío.

Pero, todo está en completa calma. Así es como debe ser…

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1 comentario

  1. 1. ortzaize dice:

    me ha resultado largo el relato. quizas tienes que cortar algunas lineas. igual yo no estoy acostumbrada a relatos tan descriptivos.
    bueno me ha gustado pero se puede mejorar
    saludos.

    Escrito el 30 octubre 2015 a las 12:43

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