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Buena madre - por Brigit Couri

Buena madre
Aquel niño era la luz de sus ojos, trabajó duramente durante años para darle lo mejor. Los días se sucedieron veloces, enlazados de un modo que no daba tiempo de dormir cuando ya había que levantarse a trabajar, un cansancio y estrés permanente, que se intensificaban en el dolor de la espalda y el dolor de cabeza, pero no importaba nada, ese niño tendría todo aquello que ella había soñado para sí, en menos tiempo y sin las mismas preocupaciones. Siempre estaba cansada y su trabajo era el norte.
Era día de la madre. Tenían que escribir una carta con diez motivos por los cuales consideraban a su madre la mejor. En el aula había una algarabía sin par. Hurgando en sus mochilas sacaban los estuches con los lápices de colores, los borradores, y los adornos que habían llevado para complementar la belleza de sus creaciones. Sentados en sus sillas y con todo dispuesto, aún algunas hojas permanecían en blanco.
Mientras tanto, los niños mueven sus ojitos hacia arriba escudriñando en sus recuerdos. Y como si los recuerdos se escaparan, unos escriben a toda prisa lo que viene en tropel. Otros, como si no tuvieran recuerdos, rascan sus cabezas, tratando de asirse a alguna imagen que no termina de mostrarse. Otros, miran hacia todos lados moviendo con inquietud la cabeza, riéndose y mirando pícaramente, como si al mirar pudieran tomar los recuerdos de quien los mira. Muy pocos ya estaban aplicados a su tarea.
Había estado enferma en los últimos días, y aunque le habían dado reposo, baja por enfermedad, esos días había estado preocupada por ello, sin embargo, eso, le permitió de pronto, darse cuenta de cuanto había crecido el niño, su cuerpo largo y esmirriado, su cabellera de un liso rebelde, sujeto con una cola, su sonrisa grandota y afable, con una mirada triste, en unos ojitos color champan que se iluminaban cada vez que sonreía, como si el mundo se iluminara a través de su mirada. Qué grande y lindo estaba creciendo. Quién sabe si había alguna princesita por allí con la que intercambiara miradas.
Es viernes, es día de pago, recibe su sobre, llevará al niño a comer cuando salgan del acto, como aún es temprano le comprará ropa, y porque no, algún antojillo que no sea muy caro. Quizás le compre unas raquetas para que continúe con su entrenamiento de tenis
En su trabajo de la mañana, ella recordó el dialogo de la noche anterior.
-¿Te dará tiempo de llegar al acto del día de las madres? Preguntó circunspecto.
-Seguramente, si, trataré de hacer lo posible, por estar allí a tiempo, la jefa del trabajo de la tarde y de la noche, me han dado el tiempo libre, claro sin blanca, pero qué importa. ¿En qué lugar es?
-¿sabes dónde queda el cole? primero en mi aula y luego en el auditórium. Seguramente la abuela llegue primero, haré dos cartas una para ti y otra para la abue. ¡Ah por cierto, estudio quinto B de primaria y es a las 15 hora! Dijo sarcástico
Todas las madres con sonrisas nerviosas susurran entre ellas. Ella un poco inquieta esgrime el gesto amenazador de una sonrisa. Tiene una mezcla de sentimientos entre tristeza y alegría, es la primera vez que llega a tiempo, ya la abuela estaba por allí cerca. Mira a los niños, pero no logra identificar al suyo, no recuerda como se ve con el uniforme. No sabe cuál es su lugar en el aula. No recuerda o no sabe que los días de fiesta pueden ir sin uniforme.
Llega el momento en que la profesora les dice a los niños que vayan con sus madres y entreguen sus misivas. Él no lo hace. Simplemente llega hasta ella y lo introduce en la cartera. Ahora se desplazan al auditórium. El acto de las madres transcurre con toda normalidad.
Tan lindo que esta el niño y es tan dedicado a sus estudios. ¡Cuánto ha cambiado!
Todo va según lo planificado, las carreras de transporte en transporte, les tienen exhaustos. Se pasean por las tiendas. Se detienen en la cola que se ha formado para pagar. Mientras espera turno, ella busca en su cartera, se desespera, agita todo lo que hay dentro, y con desesperanza, se da cuenta, de que ¡el sobre estaba vacío!
En la distancia, la abuela con un sobre lleno de letras que no puede leer y la madre con dos sobres vacíos que no logra entender.

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3 comentarios

  1. 1. Manoli VF dice:

    Hola Brigit.

    Tu texto contiene una historia que, bien redactada, puede enganchar al lector. Pero la redacción es confusa. Saltas de una acción a otra sin adecuar la estructura: ” Era el día de la madre…”” Mientras tanto los niños mueven sus ojitos…” “Había estado enferma” Fijate en los distintos párrafos, en los que abordas a los personajes sin apenas introducirlos antes” El lector tiene que unir las ideas que no están suficientemente enlazadas.

    Te diría que lo reescribieses teniendo en cuenta esta mejora. Fíjate lo que escribes al principio: ” Trabajó duramente durante” estas dos palabras suenan casi igual y dicho así parece una rebundancia.

    Te hago estas sugerencias con el ánimo de mejorar tu historia, en la que hay elementos muy interesantes, y reflexiones muy oportunas respecto a lo que barras.

    Un saludo.

    Te puede ayudar leerlo en voz alta

    Escrito el 6 noviembre 2015 a las 16:49
  2. 2. Manoli VF dice:

    * narras, no barras. Discúlpame el error.

    Escrito el 6 noviembre 2015 a las 16:52
  3. 3. Vespasiano dice:

    Hola Brigit:
    Después de leer tu interesante historia, saco en claro que a pesar del sacrificio de la madre (cosa que el niño no entiende), el chico quiere más a la abuela que a su madre.
    Con tanto trabajar no ha acompañado el crecimiento y la evolución del niño. Tan preocupada está con su bienestar económico que se ha olvidado de darle cariño, tanto que ni sabe que curso está siguiendo, ni en que aula está en el colegio.
    Educador mensaje para aquellos que piensan que el cariño se obtiene con darles cosas materiales a los hijos.
    Felicidades y agradecerte tu paso por mi relato.
    Te dejo la dirección de mi recién creado blog:
    lhlupianes.blogspot.com.es

    Escrito el 15 noviembre 2015 a las 17:29

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