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¡Feliz Navidad! - por Vespertina

¡FELIZ NAVIDAD!
Javier salió por la puerta de atrás de los almacenes con el resto de compañeros. Se puso los guantes y se subió el cuello del anorak.
-¿Tú primera campaña, no? -preguntó Carlos, uno de los muchachos que había salido con él.
-La primera, sí. ¿Y tú ,ya habías estado antes?
-Es mi tercera Navidad. Los niños son unos plastas y son muchas horas de curro pero, ¡es lo que hay!
-Para mí, lo peor ha sido tener que llevar ese gorrito de Papá Noel. Menos mal que esto está lejos de mi barrio y no me conoce nadie…
-No te quejes que los años anteriores nos hacían llevar la barba y el traje completo. ¡Eso sí que era para morirse!
-¿También estudias? Me dijeron en la entrevista que sólo contrataban estudiantes.
Carlos asintió con la cabeza. Segundos después, se detuvo al llegar al primer cruce.
-Pues bueno Javier, me quedo aquí que vienen a recogerme. ¿Vas para el metro?
-Sí, al metro y para casa. Tengo ganas de llegar para abrir el sobre y comprobar que esté todo. Me ha dado no sé qué de mirarlo allí, delante de todo el mundo.
-Tranquilo, yo nunca he tenido problemas, ni he oído de nadie. ¡Pues nada, igual nos vemos el año que viene!
-Si me vuelven a llamar, supongo que sí.
Cabizbajo y con las manos en los bolsillos, continuó su camino y aceleró el paso, consciente de que en diez minutos cerrarían la estación del metro. Al doblar la siguiente
esquina tropezó con una señora, tapada con una gran bufanda que apenas dejaba ver sus ojos. Varias bolsas se le cayeron al suelo y algunos paquetes envueltos con lazos y vistosos papeles de colores, quedaron esparcidos a su alrededor.
-¡Perdone, no la he visto! -exclamó Javier, mientras se agachaba de inmediato y empezaba a recogerlos -Llego justo al metro y como no hay mucha luz…
-No te preocupes hijo -contestó, mientras se inclinaba ligeramente y abría las bolsas de par en par, para que Javier las llenara de nuevo-, yo también iba distraída pensando en mis cosas.
-Espero que no se le haya roto nada.
-Seguro que no, son regalos para mis nietos, cosas a prueba de niños -añadió, mientras Javier se incorporaba- Siempre me espero hasta última hora, a veces hay ofertas…
-Bueno señora, me voy que se me hace tarde.
-Muy bien hijo, ¡Feliz Navidad!
-¡Gracias señora, Feliz Navidad a usted también!
Minutos más tarde, bajaba dando saltos las escaleras de la estación. Al llegar al andén, el metro, prácticamente vacío, no tardó en llegar.
Sentado dentro del vagón, el agradable calorcillo de la calefacción y el cansancio acumulado durante la larga jornada empezaron a pesarle. Con los ojos cerrados y haciendo un esfuerzo para no dormirse, llegó a su destino cuatro paradas más tarde.
Ya en casa, abrió la puerta con cuidado para no despertar a sus padres y se dirigió a su habitación. Sacó el sobre -demasiado grande para meterlo en la cartera-, del bolsillo derecho del anorak y al abrir la solapa vio que el sobre estaba vacío.
Lo miró una y otra vez, lo puso boca abajo y lo sacudió, como si esperara que, finalmente, cayeran los ciento cincuenta euros que había ganado. Segundos después se dejó caer en la cama, con el sobre aún entre las manos, preguntándose qué había podido pasar.
El robo en el metro estaba descartado -reflexionó-. No había llegado a dormirse y nadie se había sentado a su lado. Barajando la posibilidad de que le hubieran entregado por error un sobre sin nada dentro, recordó el único hecho fuera de lo común durante el regreso a casa: el encontronazo casual con la señora, aquella señora a la que no pudo ver más que los ojos y que, en vez de molestarse por su torpeza, le había deseado, muy amablemente, Feliz Navidad.

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1 comentario

  1. 1. Leonel Esteban Bracco dice:

    Hola vespertina, muy lindo tu cuento pero tengo bronca de que haya perdido la plata, pucha que cuesta conseguirla.
    En fin, está muy bien tu historia solo te resaltaría que uses los guiones largos que son los que corresponden para diálogos (— en vez de -)

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 23:47

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