Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La carta de mi amada. - por Jaime Salcedo.

El autor/a de este texto es menor de edad

Desde hace más de dos años había estado esperando la carta que mi amada me prometió aquella noche antes de irse y dejarme un simple beso para que la recordara. Yo estaba solo ahora; con el gato y los vecinos, pero solo. Mi única compañía era ella antes de marcharse. Pues, me peinaba la barba cada mañana, me recordaba las cosas cuando las olvidaba, si hacía frío encendía la chimenea y me abrazaba fuerte. Sin embargo, eso se había desvanecido. Ya ella no está, se fue en busca de sus sueños y yo sigo en esta casa que la extraña tanto como nuestra cama.
El lunes -Como cada semana-, saludé al cartero y le pregunté por mi correspondencia, la respuesta siempre había sido negativa. Sólo quería una carta escrita por las dulces manos de ella, nada más. Esta semana las cosas fueron diferentes, el cartero sacó diez cartas de su maletín, me las entregó con una sonrisa pícara, como si supiese que me estaba dando lo que esperaba.
Llegué a casa, dejé los zapatos a un lado de la alfombra, me di una ducha rápida, saludé al gato y le di trabajo a mis gafas, luego me senté en el sofá para revisar las cartas: La primera era de hace un año, mi familia la envió para desearme un cumpleaños feliz, pero no era feliz desde que ella partió.
La segunda carta la envió un antiguo vecino, era notoria su cólera en la manera en que estaba escrita la carta, tengo una deuda con él que no sé si me alcance la vida para pagar.
La tercera carta fue enviada por un banco, en ella ofrecían no sé cuántos servicios para guardar mi capital, pero yo no tenía dinero para guardar desde que dejé la ciudad para estar en la paz del campo con el amor de mi vida.
Estuve revisando cada uno de los siete sobres que faltaban detalladamente, ninguno me sorprendió. Ninguna era la carta que estaba esperando; una tristeza profunda se apoderó de mi interior, rompí las cartas y las quemé.
Salí de casa para respirar aire fresco, caminé con la mente en blanco, sin pensar absolutamente nada, decepcionado y melancólico seguí caminando por todo el pueblo. Sin saludar a nadie, sin alzar la mirada, pues el suelo era lo único que mis ojos querían ver.
Cuando mis pensamientos regresaron y alcé la vista, me di cuenta de que estaba lejos de casa, estaba perdido. Pero quise probar suerte e intente regresar a mi hogar de la misma manera como había llegado hasta ese lugar, miré hacia el caluroso suelo y caminé pensando en mi gato, que probablemente no había comido más que algún ratoncito valiente.
Continué caminando apresurado. Perdí la calma, sin embargo cuando volví a mirar hacia arriba ya estaba cerca de la vivienda, no sé cómo lo hice, pero lo hice. Corrí a la casa para buscar al gato, lo estuve llamando por su nombre o tratando de atraerlo con su comida favorita, el animal no estaba por ninguna parte, intenté seguirlo buscando pero encontré otra cosa, puesta sobre la mesa.
Yo había revisado todos los sobres antes de partir, pero uno permanecía en la mesa; completamente cerrado y reluciente. Caminé lentamente hacia él, lo miré y supe que estaba escrito el nombre de ella; de mi amada.
¿Cómo es posible?, ¿se acordó de mí?, ¿me ama aún?, ¿me extrañará como yo a ella? Estas y muchas de otras preguntas se cruzaron por mi cabeza, antes de que se me ocurriese una respuesta busqué las viejas gafas para sentarme en el sofá y leer la carta.
Tomé el sobre entre mis nerviosas manos, me aseguré de que fuese el nombre de ella, me apresuré para abrirlo y vaya sorpresa que encontré.
El sobre estaba vacío. Sentí una cólera incontenible, di un grito fuerte para intentar calmar lo que sentía. Entonces, sentí que desaparecía, que mi existencia se desvanecía. Fue allí cuando noté haber despertado, estaba en la cama, junto a mi amada, quien me abrazaba mientras dormía profundamente.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

1 comentario

  1. 1. Marcelo Kisi dice:

    Hola Jaime!
    Es un cuento muy sentido y doloroso. Te metes muy bien en el alma de un hombre enamorado, terriblemente twmeroso de perder lo que tiene.
    Muy bien. Sigue escribiendo!

    Escrito el 13 noviembre 2015 a las 17:25

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.