¿por qué no le gusta la novia a tu mamá? - por panda azul

«Todos al nacer venimos con un sobre. En su interior, con letras rosa pastel, impresos los nombres de aquellas personas quienes armarán y destruirán nuestro corazón.»
Aquel era el verso que me recitaba mi mamá cuando llegaba a casa con mi rostro marchito. No creía en esas palabras, pero eran reconfortantes e inyectaban, en mí, millones de litros de esperanza.
A mi mamá nunca le pareció las novias que le llevaba a presentar, yo pensaba que aquellas chicas no le simpatizaban, porque muy en el fondo, ella deseaba que mantuviera una relación con Gleidys y llegáramos a casarnos. Pero menudo error el mío. Se tiene la creencia que a los ojos de la madre ninguna mujer es digna de su hijo, yo era ferviente creyente de eso, hasta me atrevía a agregarle que mi mamá me quería para sacerdote.
Gleidys ha sido el primer recuerdo de mi vida, esto porque su mamá y la mía son mejores amigas, definir el tipo de relación que sostenemos es tan intrincado que procuro no pensarlo.
Una mañana yo volvía de mi entrenamiento de tenis y menuda sorpresa me llevé al ver a Gleidys salir de la habitación de mis padres. Mi cabeza comenzó a idear cosas, ella sólo se limitó a salir corriendo. Pude notar en su mano izquierda un pedazo de papel que oprimía fuertemente. Me temblaban las rodillas, no quería mirar dentro de la habitación, pero reuní fuerza y comencé a examinarla, todo estaba en orden, cosa que me dejó aun más confundido. Al día siguiente volvió ella a mi casa, nadie mencionó nada, nuestra relación siguió como si nada.
Pasaron los años y aquel acontecimiento se diluyó como barniz de uñas en acetona.
Mis relaciones con las chicas se volvieron un rotundo fracaso, terminaba enamorándome yo, pero de ellas solo recibía expresiones tales como; “te mereces a alguien mejor”, “eres el novio que siempre he deseado”, “sí mi novio fuera como tú”, “si mi novio no hubiera aparecido estaría apegada a ti”. Nunca comprendí porque me hacían sentir la opción ideal para ellas, pero siempre la segunda. En ocasiones, por el trato que me daban, a los ojos de otros parecía el “amante”. Ésta etapa de mi vida no lograba comprenderla, pues en secundaria y bachillerato, era un gran conquistador.
Muchas veces paraba mi vida y me sentaba a reflexionar, buscaba eventos que me dieran pistas del porque de mi caos amoroso. Lograba encontrar algunas cosas malas hechas por mí, en ese momento me daba cuenta que tenia bien merecido algunas cosas que me pasaban. La vida no se guarda nada, más tarde o más temprano termina por cobrarlo.
—Mamá, ¿Por qué ninguna de mis novias te ha agradado?—pregunté mientras cocinábamos unas ricas tortas.
—porque sabía que todas ellas dejarían herido tu corazón.
— ¿Cómo es que sabias eso?—cuestioné empleando un tono de escepticismo y una inmensa curiosidad.
— ¡Acompáñame!—le seguí hasta su habitación.
De uno de los cajones del tocador sacó un libro rojo, al hojear sus páginas apareció un sobre.
—Ábrelo—dijo con una sonrisa en su rostro—ahí está la respuesta a tu pregunta.
Para mi sorpresa el sobre estaba vacío. De pronto a mi llegó aquella escena donde Gleidys salía despavorida de la habitación de mi mamá y con papel en mano.
—Mamá, ¿Qué contenía el sobre?—pregunté preocupado
—Ahí se encontraban los nombres de todas las chicas que conocerías en tu vida.
Quedé petrificado ante la respuesta, el rostro de mi mamá denotaba preocupación al mismo tiempo que revolvía toda su habitación buscando esa hoja de papel. Salí de la habitación e inmediatamente le llamé a Gleidys.
— ¿Qué hacías aquel día en el cuarto de mis papás?—pregunté molesto.
—Robé la hoja, escuché y vi a tu mamá contarle a la mía acerca de las chicas que estarían en tu vida, me llené de coraje al leer tantos nombres y no encontrar el mío en ella, así que puse corrector en cada nombre.
— ¿Por qué lo hiciste? Éramos amigos.
— ¡Es simple!—su voz sonaba diferente, era atemorizante, desquiciada—te quiero solo para mí.