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Paladar de Oro - por @jaiarus

Web: http://ladronesdeltiempo.tk

Por fin había llegado, era el día en que recibiría la carta que podía cambiar su vida. Se levantó de
buen ánimo, considerando que eran las 10 de la mañana, y el no acostumbraba a levantarse
antes de las 12. Se preparó una cafetera de su mezcla de 9 cafés arábica 100% con tintes de
chocolate, miel y caramelo, aspiró su aroma al abrir la lata de 150 $, puso la cafetera en el fuego y
fue a prepararse para salir.
Siempre le costaba decidir que ropa ponerse, no sólo era hombre de exquisito paladar, también le
gustaba vestir bien y a la última, lo que resultaba en un armario superpoblado. La cafetera ya
silbaba en la cocina, Richard se sirvió el café, y disfrutó de ese néctar de dioses.
Ya vestido y desayunado, se plantó delante de la oficina del portero del edificio, empezó a golpear
insistentemente el cristal para que salieran a atenderle. Segundos después, un hombre nervudo y
casi calvo se cuadró delante de el.

– ¡Ya era hora! Crees qué tengo toda la mañana para pasarla esperándote.

El portero contuvo la contestación que le hubiera gustado darle, Richard siempre era
desagradable con el, pero quería conservar su trabajo.

– Lo siento, señor Simons, no pretendía hacerle esperar. ¿En qué puedo ayudarle?

– Seguro que estabas holgazaneando ahí dentro. Siempre ocurre lo mismo con las mentes
ociosas, al final el cuerpo se equipara a su ritmo, y así es como mentes privilegiadas como la
mía acaban rodeadas de vagos y de inteligencias básicas. Pero, en fin, como ya he dicho no
quiero perder el tiempo en nimiedades. ¿Ha llegado ya el correo?

Soltada esa perorata, se quedó donde estaba mirando con impaciencia al portero, que resignado
se dirigió a los buzones. Ciertamente, ese no era su trabajo, pero Richard era imposible y estaba
harto de escuchar discursos sobre su superioridad.
El portero regresaba con un sobre en la mano, una sonrisa se dibujó en el rostro de Richard,
estaba ansioso por abrirlo y leer la respuesta positiva, de eso estaba seguro, de la revista Paladar
de Oro. Se la arrebató de manera brusca al portero, pero se contuvo, quería abrirla en presencia
de su padre, y darle otro motivo para estar orgulloso de él.

– ¿Qué haces ahí como un pasmarote? ¡Vamos! Ve a pedirme un taxi, que parece que hay que
radiártelo todo.

—————————————————————————————————————————-

– ¡Uf! Cómo está el tráfico hoy ¿Verdad? En esta ciudad parece que cada día hay más obras.

No había cosa que más odiara que el que los taxistas le hablasen, le ponía de mal humor que
esos insustanciales, que lo único que hacían era conducir de un lado para otro se creyeran con el
nivel social e intelectual suficiente para dirigirle la palabra.
Pero hoy no era un día cualquiera, y quizá fue eso lo que le hizo morderse la lengua, pensó que
alardear de su más que probable logro, sería más enriquecedor para su ego.

– Chico ¿Sabes lo qué es esto? – levantó el sobre para que el taxista lo viera por el retrovisor,
pero no le dejó contestar – Te presento al nuevo crítico gastronómico de la revista Paladar de
Oro.

El desconcierto en la cara del taxista no pudo complacer más a Richard, por lo que continuo con lo
que ya se había convertido en su monólogo.

– Pero, por qué me esforzaré, esta claro que alguien como tu, no tiene ni la más remota idea de
lo que es ni lo que representa la revista Paladar de Oro. Alguien de tu nivel no sabría diferenciar
un filete de Buey Wagyu de uno de simple vaca tejana. Tu paladar atrofiado sería incapaz de
degustar todos los matices de un vino de la campiña de Borgoña, apuesto, a que ni siquiera
sabes donde esta Borgoña. Así que, si no te importa, guárdate tu cháchara mediocre para quien
pueda interesarle.

El taxista era incapaz de disimular su enfado, hasta para pagar ese tipo le hacía sentir inferior, era
increíble que tuviera que esperarle en la puerta del banco como un perrito faldero, entonces sus
ojos se fijaron en la carta sobre el asiento trasero.

—————————————————————————————————————————-

En el ascensor, Richard, empezó a ponerse nervioso, no veía el momento de abrir el sobre. Ya en el despacho de su padre empezó a despegar la solapa, y al llegar al final se dio cuenta de que el sobre estaba vacío.
En ese momento, en otro lugar de la ciudad, un taxista sonreía satisfecho mientras leía un papel
con ribete del Paladar de Oro.

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4 comentarios

  1. 1. luis ponce dice:

    Me impresionó el relato por la lección que recibe Richard Simons.
    Los monólogos del protagonista le confieren rasgos propios e inconfundibles de psicópata. Ahí logras construir un personaje con características propias, pero que por el lenguaje utilizado desdice mucho del posible logro alcanzado.
    Un crítico gastronómico de una importante revista puede tener el carácter que le de la gana, pero debe manejar un vocabulario que está muy lejano del que maneja el tuyo.
    Es verdad que en algunos países, (el mio por ejemplo), un egresado de universidad, inclusive de posgrado, maneja el lenguaje básico de sus contemporáneos, (la juventud actual está formada más por lo que ve u oye, que por lo que lee)por eso es el fracaso al momento de tener un intercambio de cultura general con personas de otra generación.
    El mismo riesgo se corre al escribir, pero me imagino que como la generación contemporánea es numerosa, puede asegurar un numeroso grupo de lectores.
    El desarrollo cronológico del relato está bien llevado, pero podría mejorarse el uso de ciertos términos que le darían algún valor literario sin quitarle contemporaneidad.
    Saludos.

    Escrito el 29 octubre 2015 a las 16:46
  2. 2. L.M.Mateo dice:

    Una buena lección, y personajes con carácter.
    Sin embargo, coincido con Luis en el lenguaje utilizado por el protagonista: es poco petulante, y el esnobismo que debería reflejar queda diluido por la sencillez del lenguaje empleado.
    Apunto también algunos acentos perdidos, y otros puestos en lugares erróneos.
    Aún así, la historia resulta y está bien estructurada. Solo hay que trabajarla un poquito más.
    Un saludo.

    Escrito el 30 octubre 2015 a las 05:05
  3. 3. beba dice:

    Hola,@jaiarus.
    Tu cuento es fácil de leer, y muy sencillo; tiene un giro final original e interesante. El desarrollo de la historia es eminentemente descriptivo de la personalidad de Richard; el conflicto casi no aparece, por lo que sólo se genera una acción: la del taxista que se roba la carta.
    El manejo del lenguaje es correcto, algo recargado en la búsqueda de negativizar al protagonista.El vocabulario proyecta un personaje mal educado, pedante, más que una profesional exitoso. No observo errores notables de construcción y ortografía.
    Adelante.

    Escrito el 7 noviembre 2015 a las 03:33
  4. 4. José Torma dice:

    Hola, @jaiarus.

    Coincido con lo que te han expresado, el tipo es odioso, pero su lenguaje te hace no dar un par de cacahuates por lo que le pase.

    El principio con toda la descripcion del cafe no le aporta nada al relato y puede o no estar sin modificar el resultado.

    Me parece extraño y poco probable, que el tipo dejara el sobre en el taxi mientras va al banco.

    El relato es agil y se lee facil, el tipo es odioso y eso lo transmites muy bien.

    Felicidades.

    Escrito el 13 noviembre 2015 a las 23:20

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