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"YO...EL MÁS AFORTUNADO" - por Sabina DuAr

"YO… EL MÁS AFORTUNADO"
Por Sabina DuAr

Ese domingo veintisiete de julio que explotó el sobre con los dólares, en la cúpula de la iglesia del padrecito Simón.
Nadie hubiera imaginado que yo tenía algo que ver con la lluvia de partículas de Benjamín Franklin, que caía sobre nuestras cabezas, justo cuando salimos santificados de la misa, a pleno sol de medio día.
Mamá decidió a última hora repartir la herencia en vida, con ciento veinte años, viuda y madre de diecisiete hijos.
-No quiero que se peleen por tres pesos, después de que yo abandone para siempre, estas carnes flácidas y arrugadas -repetía con frecuencia-
-A nosotros lo que nos importa es usted, madre. -respondían en coro mis hermanos-
-Cierto Plácido…?
-Le he dedicado toda mi vida.
-Si quieren, vengan conmigo y revisen:
-después de viejo sigo durmiendo con ella al rincón de su cama.
-Aquí está mi pijama de ositos, y la sábana manchada de orines, cuando tengo pesadillas con ustedes…
-Permiso, permiso y esta es mi bacinica, porque la de 'ma' es muy pequeña.
-Y si necesitan más pruebas, pregúntenle a Carmela, a la mona de la esquina, o a Rosita, por quién fue que las dejé plantadas en la iglesia el día de nuestra boda.
Lleno de rabia maquiné lo de los sobres y convencí a mamá de lo que más nos "convenía"-
El siguiente domingo cuando vinieran mis hermanos al pueblo, cada uno encontraría un sobre con la herencia sobre el comedor.
El resto se lo llevaríamos al padrecito Simón, para pagarle las misas de papá por adelantado, y que saliera más pronto de las llamas.

Recordé los concejos del padre Simón, cuando fui acólito:
-Hijo, ya que no quisiste estudiar ni meterte al monte con tus hermanos, tienes que aprender algo útil en la vida… aprender a defenderte sólo.
-Y eso fue lo que hice, defenderme con un pinche explosivo de fabricación casera, que fue lo único que aprendí.

A la hora de la ofrenda yo mismo coloqué el paquete con los dólares, a los pies del padre delante de todos. Incluyendo el que había sacado de los sobres, sin que mamá se percatara.
El padrecito Simón se emocionó tanto que paró la misa y pidió un aplauso para nosotros.
-Ahí fue cuando me dieron ganas de ir al "baño"…

Mis hermanos se veían tan contentos, con sus pantalones remendados, y sus zapatos destrozados por donde se les salía el dedo gordo del pie.
O colgados de los árboles como micos, jugando al que saltara mas lejos y atrapara un racimo de bananos, que luego devoraban como si jamás hubieran comido cosa alguna.
O posando en fila india con los machetes en alto para una foto de telescopio.
-Así que no necesitaban el dinero- -pensé.
-En cambio yo… el más afortunado me bastaba una pataleta para obtener lo que quisiera.
El primer juguete serio que tuve, fue una guitarra Stradivarius, y el segundo; un piano de adultos y así fue hasta completar toda la "orquesta" pero jamás aprendí ni una sóla nota.
Cuando pasamos por el almacén me le solté a mamá bruscamente, y entré y señalé como chuzando, la guitarra café con reflejos amarillos que más me gustó.
-Quiero esa guitarra. -le exigí a mi madre- y como no me obedeció,
empecé a gritar y a temblar y la empujé con todas mis fuerzas de cuatro añitos, antes de orinarme, ponerme morado y desmayarme de rabia dentro del almacén.
-Pensé que estabas muerto hijito… nunca me hubiera perdonado esa tragedia, por no comprarte una simple guitarra.
Esas palabras que le escuché a mi madre angustiada, cuando desperté abrazado a la guitarra, me marcaron para siempre.

-Nunca entendí porqué mis hermanos vivían tan felices. Sin celulares ni tabletas ni Xbox.
Sin más placeres que ir de una parcela a otra, o agarrar de vez en cuando un pez del río Guarinó para el almuerzo. -Todos se casaron y tuvieron hijos. Plantaron semillas y cosecharon maizales.
-y a cambio de qué todo ese sufrimiento… si al final…el sobre estaba vacío.

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3 comentarios

  1. 1. Aner dice:

    Hola,
    Debo reconocer que me ha costado seguir el relato, tanto por el desajuste formal general (puntuación, separación de párrafos, distribución de ideas, diálogos) como por la manera en que expones el contenido. Al llegar al final he tenido la impresión de que todo cobraba sentido, aunque en el intento de comprender lo que leía ya había olvidado que la ‘frase clave’ estaba por llegar. Creo que la narración es algo abigarrada y que sería más fluida y comprensible eliminando lo superfluo y ciñéndote a lo preciso para contar la historia. Me ha gustado la caracterización de la madre.

    Un saludo,

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 01:34
  2. 2. M.M.Puig dice:

    He tenido que releer tu relato para poder captarlo. Es cierto que las expresiones no son siempre las misma a un lado o al otro del charco, pero en este caso el uso de los signos de puntuación no ha ayudado mucho. Estás utilizando guiones cuando no hay diálogos, puntos o comas que no corresponden, frases cortadas a destiempo…lo cual es una pena porque el fondo del relato no está nada mal.
    No pretendo desanimarte sino todo lo contrario, después de todo, estamos todos aquí para aprender 😉
    Un saludo.

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 19:14
  3. 3. beba dice:

    Hola, Sabina:
    Ante todo me cercioré de que no eres menor de edad.
    Creo que sería poco respetuoso haber leído tu relato y no comentarlo; aunque estuve tentada de hacerlo. Mira, Sabina: A mí me parece que a tu texto le falta cohesión; hablas de temas más o menos relacionados, pero los sueltas como aislados, sin marcar un orden lógico,(la secuencia), y sin usar los elementos gramaticales que permiten crear y sostener una trama (puntuación, nexos, etc). Así, para quien te lee, todo se presenta desordenado, caótico, sin un motivo que lo justifique. Y no es culpa de que uses un vocabulario localista.
    Sería una muy buena idea que lo revises para que podamos disfrutar de él.

    Escrito el 5 noviembre 2015 a las 01:24

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