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La espera - por Tim Galano

Las salas de espera son la herencia de las de torturas de otros tiempos. No les debe resultar suficiente hacerte esperar para decirte que estás a punto de morir o que te quedan un par de años (que debe ser peor), además te obligan a hacerlo en salas como esta, y siempre por más tiempo del necesario.
Neutras, grises, vacías, calladas, como la antesala de la desgracia que se cierne tras la otra puerta, donde te están esperando para darte la noticia como si no tuvieras lágrimas que echar, como si te dijeran que el que se muere es el canario de tu vecino y no tú, como si ellos hubieran perdido la sensibilidad. Ya me los imagino en la facultad de medicina, “estas son vuestras batas, en cuanto os la pongáis tenéis que perder el aprecio por el prójimo” y debe ser ponérsela y liarse a hostias entre ellos, porque es lo que mejor aprenden.
Toso. Vuelvo a toser. Esto no puede ser normal, estoy seguro. Debo estar jodido y agarro la mano que mi mujer apoya sobre mi pierna, es lo único que hay en esta sala que no está helado. La posa en mí porque no quiere hablar, sabe que mi tos no es normal y que en realidad es mejor que el médico alargue esta espera, después todo habrá cambiado y me volveré loco intentando hacer las cosas que aún no me ha dado tiempo, y ella no sabe (no lo sé ni yo) si estará conmigo en esa vorágine en la que se transformaran mis últimos días.
“Si la próxima persona que entre lleva un pantalón vaquero, es grave” me digo en un acto en el que juego a ser adivino, me ha funcionado otras veces. Y entra una chica de veinte años de un metro setenta, morena y con los ojos azules, de una belleza que ni la Venus de Milo (con lo que hay por aquí y yo a punto de saber que me voy a morir), que llevaba una falda vaquera. Otra oportunidad. Lleva falda pero es vaquera y no estaba contemplada la diferencia entre falda y pantalón, así que hay que desempatar. Y roído por los nervios me levanto de mi silla y recorro los cuatro por tres metros de la sala de tortura sin pisar la raya de las baldosas, da mala suerte y en este momento, justo cuando estoy esperando los resultados, mejor no jugar con la suerte, aunque sé que esta tos no es normal, y mi mujer y la chica de veinte años me miran y ponen las dos la misma cara, como diciendo “este está jodido pero mejor no decir nada”, como si yo no lo supiera ya.
Por fin me llaman, y caigo en la cuenta de que no ha entrado nadie más, ni pantalón vaquero ni falda, nadie. Y nada más pasar a la consulta me doy cuenta de que este lo de la sensibilidad lo aprendió bien, lo maneja incluso sin llevar puesta la bata. Una placa donde se lee “Dr. Cumplido” es lo único que lo identifica como médico. Que te diga que te vas a morir un médico que se llama Cumplido tiene gracia, la verdad. Pero él no tiene ninguna, la insensibilidad le chorrea por todas partes, nos lanza una mirada por encima de las gafas y nos sentamos sin que nos invite a hacerlo. Él gira la cabeza para mirar el sobre que debe contener el informe, y después me mira como pensando “llegó tu momento, amigo” pero sin lo de amigo porque el doctor es bastante parco en gestos. El mueble donde tenían el sobre estaba vacío, únicamente los dichosos resultados, como dándole importancia a algo que ya sé, y que mi mujer también sabe, y que, por su gesto serio, el doctor también debe saber, es imposible tener esa cara si no se supiera que aquello guardaba una mala noticia.
Llamó a la enfermera, por si la situación no se había alargado lo suficiente.
–¡Pásame ese sobre! –ordena en lugar de pedir, los modales ante un moribundo es lo menos importante, la verdad, ni para guardar las formas.
Lo abre y saca de él un informe en el que yo no habría sido capaz de leer una sola palabra pero él sí, nos mira, primero a mi mujer, luego a mí, solemne.
–Normal. Todo Normal.
Normal. Mi mujer sonríe levemente y yo tomo aire como si acabase de nacer.

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9 comentarios

  1. 1. Cesar A Martín dice:

    Hola Tim, un placer volver a leerte después de tanto tiempo. Te felicito por un personaje con tantos matices. Sus reflexiones tan maniáticas dicen más de su hipocondría que cualquier descripción exhaustiva que pudieras hacer. Por cierto, gran recurso al introducir la frase del reto sacándola del contexto en él que la mayoría hemos caido.
    Enhorabuena y un saludo

    Escrito el 30 octubre 2015 a las 12:59
  2. Genial, César, seguro que has hecho trampa, pero no se nota el truco. El relato me ha dejado auténticamente tocado, out, se puede escribir bien y se puede hacer muy bien como en esta historia. Me recuerda mucho, si puedes encontrarlo, lo lees, al George Simenon de Los Anillos de la Memoria, “les anneaux de Bicêtre” creo que era en francés. El personaje central sufre un ataque de apoplejía y, en su internamiento, va recuperando poco a poco la consciencia de todo lo que le rodea.
    Un abrazo.

    Escrito el 2 noviembre 2015 a las 21:02
  3. 3. José Torma dice:

    Hola Tim.

    Que gusto leer un relato tan bien elaborado. Nos vas llevando de la mano y la emocion va creciendo. Nos das detallitos y nos introduces en el pensamiento del prota de una manera muy efectiva.

    De lo formal que te podria sugerir, es (a menos que haya sido mala pasada del formato) reestructurar los parrafos para darle aire, donde nos dices:

    “Neutras, grises, vacías, calladas, como la antesala de la desgracia que se cierne tras la otra puerta, donde te están esperando para darte…”

    Yo, que soy un dramatico sin remedio, me hubiera gustado las acentuaras poneindo una en cada renglon, prolongando nuestra agonia.

    “Neutras.

    Grises.

    Vacías.

    Calladas.

    Como la antesala de la…”

    Pero son bobadas de estilo que a mi me gusta.

    Te felicito por un muy bien llevado relato. Lo del sobre lo modificaste genial, que me tuve que regresar a buscarlo jaja

    Te agradezco tu visita a mi cuento.

    Saludos.

    Escrito el 3 noviembre 2015 a las 01:52
  4. 4. Fernando dice:

    Hola Tim, genial, muy buen relato. Excelente el recurso para poner en el texto la consigna, y todo el relato desde principio a fin, tiene una visibilidad y una expresión clara del sentimiento y pensamiento del protagonista. El final es bueno.
    Muy buen trabajo.

    Escrito el 3 noviembre 2015 a las 02:22
  5. 5. Wolfdux dice:

    Bravo. Un relato magnífico Tim. Expones al protagonista claramente, mostrándonos sus pensamientos más profundos. Eso sí, me quedo con la forma en que has utilizado la frase requerida, ¡chapó! Felicidades.
    Un abrazo.

    Escrito el 3 noviembre 2015 a las 17:28
  6. 6. marazul dice:

    Hola Tim
    Un relato excelente. Muy bien escrito y en donde nos presentas a un personaje un tanto paranoico. Con algún rasgo de humor que se agradece.
    Ya han comentado otros compañeros lo ingenioso que has estado para introducir la frase requerida
    Me alegro de haberme pasado por aquí. Ha merecido la pena.
    Saludos. Marazul

    Escrito el 3 noviembre 2015 a las 22:42
  7. 7. Paola dice:

    Me ha encantado, Tim. Un relato escrito con mucha personalidad y fuerza. El lenguaje le va al pelo, te imaginas al hombre y a toda su agonía, consigues incluso verte reflejado en él.
    Deduzco, no se porqué, que no te gustan demasiado los médicos…pero créeme, ellos también a veces enferman!!
    Nos leemos

    Escrito el 4 noviembre 2015 a las 11:11
  8. Al leer tu relato no pude evitar reír debido a la paranoia del personaje pero también lo admito: tiene mucha razón en todo lo que dice. Eso de los médicos y las salas de espera…fue definitivamente genial.
    Felicidades y saludos.

    Escrito el 5 noviembre 2015 a las 13:55
  9. 9. Vespasiano dice:

    Hola Tim Galano:
    He sido uno de tus comentaristas anónimos, ahora te repito algunas cosas que te apunté.
    “El mueble donde tenían el sobre estaba vacío…”, Aquí has metido la frase pero no me parece correcto. Lo que está vacío es el mueble y no el sobre que contiene los resultados de las pruebas o análisis clínicos del paciente.
    La historia refleja muy bien el carácter hipocondriaco, neurótico, supersticioso y depresivo del protagonista .Los juicios de opinión sobre la clase médica son una muestra de la fobia que siente hacia esos profesionales.
    A lo largo del relato, echo en falta el uso adecuado de los signos de puntuación.
    Felicidades.

    Escrito el 5 noviembre 2015 a las 22:39

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