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Vacío - por Kathleen

Sara escribía con atención. Fijándose en las mayúsculas, los puntos y los acentos. Esta última semana había recibido decenas de cartas y se había propuesto contestarlas todas de su puño y letra. Le había dejado claro a su única hija, Cristina, que no aceptaría su ayuda.
Al terminar la carta, cogió otra. El sobre estaba vacío. No pudo continuar. Se quitó las gafas de cerca y se frotó los ojos. Le costaba saber cuánto tiempo llevaba allí. Dirigió sus ojos grises hacia la pizarra que ocupaba una pared entera. Se levantó del asiento y recorrió con sus arrugados dedos el espacio en blanco.
Hacía meses que no cogía el rotulador negro y escribía una simple ecuación. No podía, su mente, al igual que el sobre y la pizarra, se había quedado vacía. Sin ideas, sin conexión. No podía escribir una fórmula, sin mirar en un manual o un libro si estaba bien escrita, no podía continuar solucionando problemas con la misma agilidad que durante su adolescencia.
Desde pequeña le había fascinado la física. Quería conocer el mundo, saber de qué elementos estaba formado, el motivo de la creación de la primera célula, conocer los misterios que entrañaba el universo. Una puerta se había abierto de golpe y le había dado en las narices. Cuando cogió por primera vez un libro de física, no fue capaz de soltarlo hasta que llegó a la última página. Después de haberse leído incluso las referencias y la bibliografía. Sabía que ese era su mundo y se esforzaría al máximo, para llegar algún día a entender una pequeña parte de su funcionamiento.
Se sentó derrotada en su lado de la cama, mirando su foto de boda. Hacía cinco años que su querido Andrés había fallecido. Estaba tan guapo en aquella foto y tenía un corazón tan grande.
-Mamá –la llamó su hija desde la cocina -, la comida ya está lista.
Al lado de la foto, en la mesilla, vio un papelito con algo escrito.
“Todos los primeros días de clase les decía a mis alumnos: El sobre estaba vacío y ahora yo os pregunto, ¿qué es el vacío? Al perderte a ti esposo mío, comprendí al instante su significado”.
Debió haberlo escrito Cristina, pensó Sara, saliendo de su habitación. Llegó a la cocina, su hija y su yerno Luis ya estaban sentados a la mesa. Les enseñó la notita que acababa de leer.
-Hija, ¿por qué has escrito esto?
No hizo falta que Cristina lo leyera, hacía semanas que repetía lo mismo.
-Mamá, esto lo escribiste tú cuando murió papá.
Sara negó enérgicamente con la cabeza.
-No, yo no escribí eso. No fui yo. Yo no escribí nada.
-Mamá, por favor, tranquilízate –le acarició sus arrugadas manos dulcemente.
-Si no lo has escrito tú, habrá sido Luis, yo no.
-Sara, respira –le dijo su yerno marcándole los tiempos.
Al cabo de unos minutos, empezó a tranquilizarse. Esa mañana tenía hambre y comió rápido, al acabar se levantó de la silla y volvió a su habitación.
No le apetecía seguir contestando las felicitaciones por sus cuarenta años de trabajo y se tumbó boca arriba en la cama. Perdiendo poco a poco la conciencia, al mismo tiempo que perdía su memoria. Sus ecuaciones, sus problemas de física y sus numerosas teorías sobre el universo se desvanecieron. Quedándose como el sobre y la pizarra, vacía. Con espacio para llenar, pero sin memoria para almacenar. Empezó a olvidarse de los nombres de los 118 elementos, de contestar las cartas, de la ruta para ir a comprar el pan. Hasta que le llegó el día en el que no reconocía a Luis, a la vecina del tercero y hasta confundía a su propia hija con una desconocida.
Los alumnos del colegio, los profesores y los compañeros de universidad en la que había realizado tantos proyectos, seguirían acordándose de aquella mujer. De esa profesora, que cada lunes, al principio de curso les preguntaba a sus alumnos: El sobre estaba vacío y ahora yo os pregunto ¿qué es el vacío? Permaneciendo así, en la memoria de todos, hasta que llegue el día, en el que el último recuerdo de Sara sea tan lejano, que alcance el vacío.

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1 comentario

  1. 1. beba dice:

    Hola: Me pareció un buen cuento; triste y espeluznante la realidad de Sara; (Alzheimer, supongo); muy bien logrado su retrato; su historia y sus emociones conmueven.Excelente la analogía con el sobre vacío.
    Me gustó mucho.
    Encontré un poco flojo y previsible el diálogo acerca de la notita.
    Felicitaciones.

    Escrito el 8 noviembre 2015 a las 17:57

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