HE ENCONTRADO UN TRABAJO - por Man Legal

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Cuando le dije a Angustias, después de haber comprado aquella botella de vino, que había encontrado trabajo lo hice con un orgullo de hombre íntegro que ha sabido aguantar el tipo ante situaciones penosas y días de desespero. Sí, es cierto que ella me reprochó la falta de cordura al verme entrar en el piso con la botella en la mano y me puso morros, pero yo le expliqué, como deben explicar los hombres, que aquello era un símbolo, que aquella copa que nos íbamos a tomar por la noche, después de comernos los espaguetis que había ido a recoger por la mañana a Cáritas, era el golpe que debíamos darle a la mala fortuna y que enarbolando la bandera del optimismo, debíamos brindar por esa oportunidad que se abría frente a nuestras vidas, la oportunidad de volver a ser personas con asidero moral, siendo capaces de mirarnos a los ojos y tener fe en que los malos tiempos habían pasado, porque encontrar un trabajo después de cinco años, siete meses y catorce días de paro era presagio de felicidad y debíamos celebrarlo como un acontecimiento de gran valor social y humano.

El encargado de logística me condujo por entre un laberinto de cubículos hasta mi puesto de trabajo, me indicó el lugar, la mesa, la silla y dijo que me sentara cómodamente y que apoyara los pies en unos soportes fijados en el suelo. Apretó un botón en un mando a distancia y ahí mismo se cerraron unos grilletes sobre mis tobillos. A las seis de la tarde se abrirán, dijo, y señalando un panel a la izquierda de la mesa me indicó que, de acuerdo con mis necesidades, apretara el botón correspondiente. Logística: amarillo. Producción: verde. Alimentación: rojo. Estímulos Visuales: azul. Si necesita ir al baño apriete el amarillo, dijo, si tiene dudas con el trabajo, el verde; si desea comer algo, el rojo; si le da un bajón o de pronto le entraban ganas de mandarlo todo a la mierda: el azul.

Yo, la verdad, empezaba a estar asustado al ver el sistema laboral que esta gente utilizaba. No tardó en aparecer el Jefe de Producción con indicaciones precisas sobre cómo realizar mi trabajo, me hundí en la montaña de expedientes y memorándums y a las doce me dieron ganas de mear. Apreté el botón amarillo y una voz metálica preguntó: ¿pipí o caca? Dije pipí y enseguida sentí unos ruidos metálicos por debajo de la mesa y apareció un embudo en donde tenía que introducir la pirula y mear. A las dos de la tarde sentí hambre, apreté el botón rojo y una alegre voz femenina me preguntó qué deseaba. Hice mi pedido y al poco rato por un tubo neumático que bajaba por la pared, apareció un bocadillo de atún y una coca cola. Al tercer día tuve necesidad de consultar al Departamento de Producción, al octavo al Departamento de Alimentación por unas croquetas en mal estado y al décimo decidí mandarlo todo a la mierda… y entonces me acordé del botón azul. Lo apreté y una voz dulce de mujer, me preguntó en qué podía ayudarme, le dije que estaba de ese trabajo hasta los cojones y que quería largarme. Un momento dijo y al rato apareció una hermosa ninfa de corte hawaiano que me sopló la oreja, me acarició las manos y luego acercando sus labios a mi cara me pidió que tuviera un poco de paciencia, sólo un poco, que las cosas iban a cambiar, que ya todo estaba mejorando, que los beneficios de la reforma laboral no se iban a demorar. Luego dio media vuelta y desapareció no sin antes acariciar mi calva incipiente con las yemas de sus gráciles dedos. No sé por qué pero decidí quedarme.

Al mes me llegó la paga pero el sobre estaba vacío. Grapado al mismo venía mi hoja de nómina, la arranqué y leí.
Haber (192 horas de trabajo): 938,27 euros.
Deber (12 consultas al Departamento de Producción, 7 bocadillos de atún, 8 bocadillos de calamares, 5 bocadillos de jamón, 6 cervezas, 14 coca colas, 22 servicios sanitarios (pipi), 3 servicios sanitarios (caca), 14 servicios de Estímulo Visual, Retenciones legales y Donación voluntaria para el Fondo Social): 943,72 euros.
Saldo en su contra: 5,45 euros – Condonables

La cara de pendejo que me quedó después de leer la nómina, solo fue superada por la cara de huevón que puse cuando al llegar a casa Angustias me dijo: Amor, esta noche podríamos ir al restaurante.