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Un viernes para recordar - por Verónica

Esa mañana desperté a las 7 para ir a trabajar, era viernes y tenía mucha expectativa de la fiesta que hacía varios días Laura y yo estábamos organizando. Creía tener todo bajo control pero desconocía, en ese momento, cómo mi historia cambiaría para siempre.

Eran las 16 cuando salí de la oficina, estaba tranquila ya que tendría tiempo suficiente para organizar lo que restaba. Comencé a limpiar la sala y sonó el teléfono, cuando atiendo una máquina me informa que el plazo para el pago de la deuda de luz se había vencido y si no la cancelaba me cortarían el servicio a las 22.

Miré el reloj, eran las 16.40, sabía que tenía hasta las 17 para pagar esa bendita deuda que había olvidado por completo. A las 23 esperaba a todos mis invitados y no tenía ninguna intención de suspender la fiesta.

Eran las 16.48 y no podía encontrar por ningún lado la boleta para el pago, abrí cajones, revolví todos los papeles que encontré a mi paso, hasta miré en el baño y nada. A las 16.53 encontré el sobre debajo de una revista en un rincón de la sala.

Tomé un abrigo y salí corriendo al local que estaba en la esquina de mi casa. A las 16.57 me atiende el empleado y orgullosa le doy el sobre para poder pagar la boleta. Él lo abre y el sobre estaba vacío.

La desesperación se apoderó de mi y empecé a buscar en el bolso, por un segundo pensé la posibilidad que se hubiera caído dentro. El empleado, al ver mi nerviosismo me informó que podía llamar por teléfono a la compañía y pagar la boleta con tarjeta de crédito. Mi vergüenza fue aún mayor, no sabía cómo decirle que eso sería imposible. Mis tarjetas no tenían saldo, me había gastado todo el límite disponible en la fiesta y no iba a poder pagar la única cosa que la haría fracasar por completo. Lo primero que se me ocurrió en el momento, para salir del aprieto, fue decirle que no tenía tarjetas de crédito, el empleado me miró desconcertado y se limitó a devolverme el sobre vacío.

Un hombre que estaba en el local escuchó todo lo sucedido y en un acto de solidaridad me ofreció su tarjeta de crédito para pagar mi deuda. Fue un momento muy vergonzoso pero como no tenía otra opción, accedí a su ofrecimiento. Llamamos a la empresa y él se ocupó del pago. Una vez que supe saldada mi deuda pude volver a un estado de normalidad que me permitió agradecerle a esta persona lo que había hecho por mi. Le entregué la plata de lo que había pagado y como agradecimiento por salvarme el pellejo, lo invité a la fiesta de esa noche. Me dijo que no era necesario que lo hiciera pero le insistí tanto que no tuvo opción, así que esa misma noche, él y su amigo, fueron a mi casa.

Eran las 23.40, ya había resistido media hora de conversación con mi supuesta cita de esa noche cuando vino Laura a avisarme que ellos habían llegado. Agradecí la aparición de mi amiga y lo más elegante que pude me retiré con la excusa que debía saludar al buen samaritano que había salvado la fiesta.

Un poco decepcionada por el fiasco de mi cita, fui a donde estaba mi amiga. Me acerqué para saludar y fue allí cuando lo vi por primera vez. El tiempo se detuvo, intenté mirar el reloj pero me fue imposible. Sentí que el contorno de mi cuerpo se perdía en el aire. Me saludó y su sonrisa le iluminó toda la cara, yo no pude emitir un solo sonido, estaba tan desconcertada que me limité a sonreír. Laura habló por mi, la charla entre ellos tres fue de lo más interesante, yo no dije palabra, estaba obnubilada por esa mirada intensa color café. Una vez que recuperé los cinco sentidos, pensé en acercarme pero, en esa idiotez suprema en que nos ponemos los seres humanos cuando algo así nos sucede, nada funcionó.

A las 3 de la mañana, se acercaron los dos para despedirse. Pensé que tenía que hacer algo, que sino nunca volvería a verlo. Para mi sorpresa, la vida tenía planeado algo muy diferente de lo que imaginaba.

—¿Así conociste a papá?

—Así es, tu papá era el mejor amigo de mi buen samaritano. La historia sobre cómo llegamos a casarnos te la cuento otro día.

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2 comentarios

  1. 1. Darío Lana dice:

    Hola Verónica
    Tengo que decir que has elegido un título que incita a leer el relato.
    Además creas expectación por saber qué va a pasar
    Me ha parecido que hay dos partes diferenciadas en cuanto a la narración la historia. La primera demasiado mecánica, como un diario un poco superficial y la segunda, a partir de la llegada de los chicos a la fiesta. En esa parte hay más sentimientos, más intensidad y realmente sientes empatía por la protagonista.

    ¡El final me ha recordado a la serie How I met your mother!

    Un saludo

    Escrito el 30 octubre 2015 a las 23:02
  2. 2. diaspora dice:

    VERONICA:
    Me gustó, me gustó la historia. Me sentí identificado con la angustia de cancelar a tiempo la factura de la luz. Tus palabras le pusieron tensión o conflicto al relato, y poco a poco al lector se le abre el apetito por saber más. Al final, queda un sabor agradable. Se cumple la repetida frase: ¨No hay mal que por bien no venga¨. Tienes estilo propio, así que sigue explotándolo.

    Su gustas te pasas por mi relato, es el #137. MEA CULPA.

    Escrito el 3 noviembre 2015 a las 21:52

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