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Palabras vacías - por Leandro Bartolomeo Koninckx

Era una mañana como cualquier otra. Sonaba el despertador y minutos después se escuchaban los pasos de Alice arrastrándose hasta el baño. Como todos los días, antes de desayunar revisaba el correo. Sin embargo, algo no estaba bien. Algo rompía con su rutina matutina perfecta, y eso no le agradaba nada. Además del periódico semanal y su revista preferida, había un sobre color madera. Estaba completamente cubierto del olor a su padre y eso hizo a Alice pensar en los meses que habían pasado sin tener noticias de él. Dudándolo un momento, decidió abrir el sobre y en él había una carta:

Einswald, Primercio 21 del año 1398 2°Era

Querida Ally:

Espero que no estés molesta por no haber respondido antes. La expedición ha avanzado tan bien que a duras penas he tenido algún tiempo para escribirte.

Respondiendo a tu última correspondencia, mi salud aún no ha mejorado en absoluto. Sin embargo, no tengo tiempo que perder. Aunque me he recuperado del fuerte resfriado que obtuve en los bosques occidentales, mis piernas siguen sin responder al tratamiento. Al final no he tenido otra alternativa más que usar una silla de ruedas, aunque las odie como lo hago. Sé que pensaras que debería dejarlo, hacerme ver por un médico en el pueblo más cercano. Que debería al menos descansar. Y tienes razón, pero no puedo. No ahora que estamos tan cerca.

Esbern, nuestro mejor físico analista, logró captar una señal. Luego de varios días metido en su tienda haciendo esos cálculos matemáticos de los cuales poco entiendo, logró encontrar la ubicación de una singularidad. Esas ecuaciones nos dirigieron derecho a las catacumbas por las cuales hemos estado investigando los últimos días.

No alcanzan las palabras para describir la hermosura de este lugar. Los Antiguos hicieron un gran trabajo al crear maravillas como esta. Aunque al mismo tiempo los maldigo, ya que es un lugar gigantesco. Nuestros recursos se agotaron hace varios días, y hemos organizado grupos para buscar agua y comida al exterior y otros de exploración manteniendo así un campamento de base. Aunque eso nos ha hecho avanzar muy lentamente. Y claro sin contar que, ya sabes, unas catacumbas no son un lugar para un viejo débil e inválido como yo.

He escuchado algunas quejas de gente que sugiere dejarme atrás. Pero, ¿Cómo se atreven? Ellos no tienen ni media idea de quién están hablando. De lo necesario que soy para esta expedición. No se me ocurre qué podría llegar a pasar si el artefacto llegase a caer en sus manos. Si acaso supieran que yo soy para quien trabajan, que gracias a mí ellos podrán llevarles el pan a la mesa a sus familias. Porque claramente ellos se encuentran aquí por eso. La familia es aquello que más importa en nuestras vidas. Es aquello que puede llevarnos a hacer estas locuras.

Tú eres mi familia. Tu madre también lo era y la extraño de una manera inigualable. No creo que exista una persona como ella en este mundo. Si tan sólo ella estuviera aquí, creo que podría arreglar este mundo en ruinas.

¿Nunca has pensado donde va la gente que es tocada por el filo de la guadaña? Quizás exista un mundo en el cuál ellos siguen siendo seres tangibles. Tal vez desde allí pueden vernos y juzgar nuestras acciones. Pueden reír o llorar. Pues, sea lo que sea, tengo algo que decirte. ¿Extrañas a tu madre? Espero que sí. Si me hago con el artefacto, todo este esfuerzo habrá valido la pena. Volveríamos a escuchar su melodiosa risa. Y veríamos sus hermosos ojos color miel. ¡Nuestra vida volvería a tener sentido, Alice! Entiendo si te toma un tiempo hacerte a la idea, pero tengo más que contarte. Aunque eso tendrá que ser en persona.

Tengo una propuesta para ti. Más bien una petición. Necesito que sigas con la expedición, pase lo que pase. Como ya te he dicho mi salud no es la mejor y necesito alguien en quien confiar en caso que me sucediera lo peor. Tu madre siempre te amo, aunque no tuvieron la oportunidad de conocerse fuera de su vientre. Ella tiene la solución para este mundo vacío y triste. Ella…

La carta estaba rota al final. Alice buscó desesperadamente por la continuación de aquellas palabras. Sin embargo, no había nada. El sobre estaba vacío. La muchacha, atónita por las palabras de su padre, rompió en un llanto. No podía evitar sentirse confundida y extrañamente vacía.

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2 comentarios

  1. 1. Jesús R.G. dice:

    Me gustó tu relato, aunque el final sabe a poco.

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 19:27
  2. 2. Manoli VF dice:

    Hola Meandro.

    Tu relato me atrapó y me gustó bastante tal y cómo lo has llevado. Te sugiero revisar los dos últimos párrafos en los que la palabra vacío-a, se repite tres veces en pocas líneas. También es cierto que queda un poco incompleto, pero se entiende bien y a mí me ha gustado, de hecho la pega es que me he quedado con ganas de saber más…

    Te invito a leer y comentar el mío (191). Un saludo.

    Escrito el 6 noviembre 2015 a las 17:01

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