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Rumbo a mi destino - por E.Carreras

Era bastante alto y corpulento. No apreciaba bien si era guapo. Mi vista enfocaba bastante mal desde esa distancia, pero su forma de moverse captó mi atención.

Parecía danzar al igual que lo hacen las abejas de un lado para otro. Se le veía muy apresurado poniendo a punto un biplano descapotable rojo y negro. Me encantó porque era el único que estaba cruzado por tres ondeantes líneas blancas a lo largo del fuselaje. Tampoco pasaron inadvertidas para mí, las dos pequeñas rosas de los vientos dibujadas a cada lado de su aleta trasera. Siendo el más pequeño de las seis aeronaves posicionadas en el hangar, era, sin duda, el más bonito. Pude apreciar que lo amaba por la forma en la que deslizaba el paño entre sus curvas.

Decidí postergar el paso un poco más, quería observarlo desde todos los ángulos antes de dirigirme hacia la tribuna donde contemplaría el espectáculo. Tras remolonear todo el tiempo que pude sin quitarle ojo a sus elegantes movimientos, me despedí de ambos sin despedirme, quería escoger el mejor asiento antes de que empezara la actuación.

Sentada al lado de mi padre, me sentía espléndidamente bien. Había conseguido ser una personalidad importante en la ciudad, por eso todo el mundo se apresuraba a saludarlo.
Absorta en mis pensamientos, no advertí que trataba de decirme algo:

_¿Cómo dices?

_¡Siempre en las nubes Amelia Mary! Te estaba diciendo, ¿qué si te gustaría montar en una de esas máquinas del infierno? No es que me haga mucha ilusión, pero Lusil me ha dicho que la hija de Steven va a hacerlo después de la exhibición. ¿Podrías acompañarla? Ya sabes que su padre es una persona muy respetada, y no me vendría mal charlar con él mientras vosotras os estáis divirtiendo.

Mis ojos se iluminaron. Aquella no era la primera exhibición a la que asistía. De ahí, mi insistencia en que consiguiera entradas para aquel importante evento internacional. Hasta ahora nunca le había comunicado mi cambio de opinión con respecto a los planes que tenía para mí.

_ Claro que sí papá. La acompañaré si tú me lo pides.

El calor era sofocante, aunque se hacía más llevadero gracias a la brisa marina.

Mis ojos apuntaban al cielo. Trataban de seguir un diminuto punto rojo y negro que, como una aguja enhebraba poco a poco al resto de aeronaves. En ese momento comprendí por qué aquel avión era más pequeño, sin duda sus acrobacias eran mucho más arriesgadas. Me imaginé que el piloto sería uno de esos hombres a los que les gusta vivir constantemente en el peligro.
Finalizado el espectáculo nos dirigimos junto con los Roberford hacia el hangar. La hija de Steven, Alice, no paraba de banalizar sobre los pilotos. Estaba claro cuál había sido su intención desde el principio, pero no podía quejarme, gracias a su simpleza, conseguiría experimentar por primera vez que se sentía a bordo de uno de aquellos aeroplanos.

Mi falda blanca ondeaba al viento mientras esperábamos al aviador que nos llevaría a dar una vuelta. No dejaba de agitarse, mientras yo a duras penas podía sujetarla. De pronto, vi como el joven del avión adornado con las rosas de los vientos, dejaba algo en el suelo elevando la cabeza al mismo tiempo. Fue como si la brisa le hubiera llevado intencionadamente mi aroma. Intimidada por su mirada no dejé de observarlo en la distancia. En ese momento Alice me cogió del brazo para llevarme junto al que sería nuestro guía.

Fue una experiencia extra corporal. Nada más bajarme del avión supe que tendría que volar desde ese día en adelante.

No tardé en decidirme. A la mañana siguiente escribí en secreto a Neta Snook, la primera instructora de los Estados Unidos. Quería integrarme en su programa de vuelo cuanto antes.

Pero las semanas pasaban sin noticias de la señorita Snook.

Disgustada por la dilatada espera, acepté aquella mañana la invitación de Sara a dar un paseo por la playa.

Al regresar a casa miré, como de costumbre, en la bandeja que papá tenía para el correo. Me esperaba una grata sorpresa. Había una carta a mi nombre. Atolondrada por la emoción no atinaba a abrirla, pero una vez conseguido, vi, que el sobre estaba vacío.

Corrí hacia la terraza.

Solo mirar el gesto de desaprobación de mi padre, me desveló que había sido admitida en el curso de entrenamiento.

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3 comentarios

  1. 1. Lagartija dice:

    Me ha parecido un tema curioso para un relato, original la forma de dar protagonismo a los aviones, y transmite bastante bien esa pasión que sintió la joven con su experiencia de vuelo. Has de cuidar más los signos de puntuación, sobre todo con el mal uso de las comas, pues hay errores evidentes. Me ha gustado sobre todo la forma de narrar al principio, luego al final parece que la historia se precipita y va todo muy rápido, pero imagino que también fue por exigencias de la extensión del texto (pero el ritmo queda descompensado). En todo caso una buena idea, felicidades. Un saludo y nos leemos!

    Escrito el 3 noviembre 2015 a las 22:59
  2. 2. karu dice:

    Me ha gustado como muestras la historia y la osadía de la protagonista, al contrario que yo, que de aventurera tengo muy poco, jejej.

    Solo una cosilla (que lo acabo de buscar que tampoco sabía como hacerlo): para poner el guión largo hay que pulsar Alt0151. Lo que has puesto tu es la barra baja y queda un pelín extraño (ya te digo que yo seguramente hubiese hecho lo mismo, pero mi relato, el 134, no tiene diálogos)

    Un saludo!!

    Escrito el 6 noviembre 2015 a las 12:20
  3. 3. beba dice:

    Hola, E. Carreras:
    Me gustó tu relato. creo que las descripciones son muy bellas, y que transmites lo que te gustan los aviones(o a tu protagonista, por lo menos). Lo de la descompensación del cuento sucede, a mi modo de ver porque te distraes mucho con las bobadas de Alice, y los asuntos diplomáticos del padre, y le das poco espacio al vuelo en sí.
    Las observaciones formales son las mismas que yo te haría acerca de las rayas de diálogo.Si tu máquina no la tiene, como la mía, prueba a copiarla de algún texto que sí la tenga, pasarla al portapapeles y pegarla en el tuyo. La receta de Karu tampoc me sirve, porque no tengo teclado numérico.Si tienes word, también puedes configurar el teclado para asignarle ese valor a otra tecla que no uses con frecuencia.
    Suerte, y felicitaciones.
    De todos modos, genial el rol del sobre, unido a la cara del padre.

    Escrito el 19 noviembre 2015 a las 01:17

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