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Y creció otro poco - por Plante

Abrió la bolsa de plástico de supermercado, había un sobre verde pardo y un paquete pequeño, deforme y algo aplastado de color rojo brillante.

El sobre estaba vacío y abierto, no parecía haber estado nunca cerrado. En el exterior ponía, (con letra manuscrita impecable, caligrafía de su madre inconfundible e inmutable, idéntica a la letra de la dedicatoria de El Principito fechada a sus cuatro años) “Para mi adorada hija de su maravillosa madre”
Dentro del paquetito rojo había una piruleta azul en forma de estrella del tamaño de la palma de su mano. Por la parte interior del papel estaba escrito “Para mi hermana estrella 🙂 (y una carita feliz), te echo de menos 🙁 (y una carita triste). Disfruta el dulce de la vida!”

– muchas gracias por haberme traído esto y por haberte tomado la molestia de venir hasta mi casa, ¿quieres una cerveza, o algo de beber? ¿un café o un té?
– un cafecito, sí, gracias. Oye cuéntame, ¿cómo te va la vida?

Era la misma pregunta que hacían todos los amigos de sus padres cuando iban a verla. Evidentemente para trasladarles después a ellos con lujo de detalles y alguna exageración lo que su hija les había contado. Si visitaban sus amigas de periodismo pues agregarían sus puntos de vista e impresiones emotivas a la mezcla. Si eran sus amigos del trabajo harían una síntesis analítica de su personalidad y de su actitud ante la vida, siempre enfatizando los rasgos negativos y por tanto mejorables y trabajables.

Esta pregunta siempre venía, y ella nunca se preparaba, llegaba a los encuentros solamente con ilusión de recibir a un mensajero de su antigua tierra, la ilusión ciega y placentera que se siente cuando se cae en un colchón mullido al final de un día complicado y se piensa que es otra vez un borrón y cuenta nueva para dejar las frustraciones del día detrás y empezar el siguiente como estrella del sistema planetario otra vez. O la ilusión que se siente en el encuentro con los padres que sabes que en el fondo no hacen más que quererte, aunque dos segundos después te des cuenta de que lo que cubre el núcleo del querer es una capa de aluminio y otra de hormigón reforzado con virutas de fibra de vidrio de las que pican.

Así mismo le caía el cubo de agua fría de la pregunta. Son gratos esos cubos cuando hace calor, pero aún así te sarandean todo el cuerpo.

-!me va bien! Estoy muy contenta, a pesar de haber dejado un trabajo bien pagado hace unos meses. Estoy inspirada y entusiasmada, no sé muy bien por qué.

Esta respuesta iba a volver loco a su padre… otra vez sin rumbo esta chiquilla, ¿a dónde la llevará esta vez? Qué falta de compromiso ante la vida… Y a su madre la pondría contenta escuchar que su hija estaba bien y disfrutando pero inmediatamente después de charlar con su marido se daría cuenta de lo equivocada que está ella también en las cosas de la vida y de lo mal que está su hija y del mal rumbo que toma su vida otra vez… no remonta nunca esta chiquilla, seguramente es mi culpa, no supe enseñarle lo que es debido para la vida, no le pude dar lo suficiente como madre viuda y sola en una ciudad extranjera, es infeliz por mi culpa, tuvo una infancia miserable por mí, es por eso que no termina nunca la carrera, si la acaba me haría sentir que no está loca como yo y que es feliz por fin, si alguna vez me perdonara la miseria de infancia que le di seguramente que ya no tendría angustias ni dudas ni penas en la vida y sería una chiquilla feliz.

No le importó esta vez no dar una respuesta complaciente y convincente. Qué alivio el sobre vacío, no preguntó por qué. No tomó aire para confeccionar en su cabeza una historia de su vida y arreglarla para que el interlocutor la transmitiera lo más dulce y pastelosa posible. Esta vez estaba realmente contenta y sintió que ella también en el fondo muy fondo quería a sus padres.

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1 comentario

  1. 1. beba dice:

    Hola, Plante:
    ¡Qué difícil es que una familia funcione a pleno si no se parte de la convicción de que es un vínculo de amor!
    Me gusta tu historia (tan cotidiana), y el diseño de personalidades que presenta.
    También me gustan la riqueza de tu vocabulario, y la tensión sostenida de la historia.
    Te felicito; pero te sugiero una revisión de la puntuación. Aunque el texto es introspectivo y se presta para “dejar fluir”, a veces desconcierta la falta de pausas y señales que fijen los momentos de la historia. A lo mejor lo hiciste así para lograr ese efecto de divagación… ¡Ah! No se considera correcto matizar un relato con emoticones. Igual, muy buen relato.

    Escrito el 5 noviembre 2015 a las 20:01

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