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Jugando a espías - por Alberto Gárgoles

Estaba vacío. Metí la mano de nuevo, la moví de un lado a otro, lo abrí hasta romperlo. El sobre estaba vacío. En aquella lujosa habitación de hotel sólo quedaba aquel sobre y silencio. Como dirección sólo estaba escrito mi nombre. Sin remite, ni matasellos. Un sobre corriente. Podía oír cómo el corazón me golpeaba el pecho intentando salir. Todo se ha jodido. Tengo que salir cagando leches de aquí.

Me asaltó a la mente aquel tipo que me recibió en el ministerio de industria hace una semana. Aún no sé por qué en el puñetero ministerio de industria. Estaba al corriente de todo, del amaño del concurso público, los sobornos, mi “gestión económica creativa” con la que mis empresas evaden impuestos, incluso del viaje a este maldito país.
– Pero descuida, esto es España. Aquí no pasa nada. Tú coges mañana el avión y te reúnes con esos importantes empresarios para hacer negocios. Y les dices eso, que quieres hacer negocios con ellos. Que quieres colaborar con los negocios más rentables que tengan. Y que no se preocupen por las cuestiones legales, que en tu país tienes una legión de políticos en nómina. Ya ves, no necesitas ni mentir. Y cuidado con jugar con nosotros, que si no a la vuelta dejaremos que hacienda se ocupe de ti. Esos sí que dan miedo.
Y terminó diciendo:
– Y si recibes un sobre vacío es que todo se ha ido al carajo, destrozas el móvil y sales pitando al aeropuerto más cercano. Y reza porque no te cojan.

No sé cómo he llegado al pasillo. ¿Voy andando o estoy casi corriendo? ¿Ascensor o escaleras? ¿Podría alguien dejarme atrapado en el ascensor? ¿Me estoy volviendo paranoico? Bajo por las escaleras. En un suspiro me planto en el rellano que conduce a la escalera de bajada al Hall. Mohamed viene hacia mí empujando un carrito. Me siento por un momento menos solo, es camarero del hotel y es de los nuestros. Dan fe los quinientos euros que le entregué en un sobre al llegar, como me dijeron que debía hacer.
– Por ahí no, paisa. Nada de entrada principal. Lo tienes jodido.
Sonríe, se mete al ascensor y se va como si nada. Y yo quieto y alucinado. Doy media vuelta, al fondo del pasillo con habitaciones a ambos lados giro a la izquierda. Si todos los pisos son iguales, junto al ventanal del fondo debe haber una puerta de servicio.
Está cerrada. Sigue estando cerrada. Doy dos pasos atrás. Me lanzaré contra ella, la romperé como en las películas, o me romperé yo. La puerta se abre y asoma un camarero del hotel que me mira con curiosidad y me pregunta en perfecto inglés.
-¿Ha intentado pasar? Esta puerta es sólo para el servicio.
– Sí, lo sé, verá tengo un problema… Hace un par de días pasé una agradable noche con una señorita extranjera, otra huésped del hotel, y al parecer estaba casada. Su marido viene a hablar conmigo y estoy intentando evitar un momento tan desagradable. Si lo desea puede ver que estoy aquí alojado.
Le alargo la mano con las llaves de la habitación, el pasaporte y un billete de doscientos euros en el interior. Me devuelve dos de las tres cosas y me responde.
– Folou mi.

Le sigo a través de pasillos mugrientos y unas cocinas que nada tienen que ver con la lujosa parte de los huéspedes. Finalmente me abre una puerta que da al exterior. Es un callejón situado en la parte trasera del hotel. La puerta se cierra de un portazo detrás de mí. Del otro extremo del callejón viene un chico gritando malhumorado por el móvil. Una chispa de inspiración me ilumina el rostro.

Casi no tuve para pagar al taxista. Cien euros me sopló el jodido chico del móvil por pedirme un taxi y cambiar su ropa por mi caro traje. La madre que lo parió. El tío del ministerio me estaba esperando en la parada de taxis del aeropuerto. Me saludó con un <<vaya pinta traes>>. Cogimos inmediatamente un coche que nos llevó a un aeródromo cercano. Ahora estoy en un avión particular de camino a casa. No tengo ni idea de qué va a ser de mi cuando aterricemos, pero hace cinco minutos que el tío del ministerio me ha dicho que acabábamos de salir del espacio aéreo del país y que ya estábamos a salvo.
Al menos puedo disfrutar del camino de vuelta.

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3 comentarios

  1. 1. L.M.Mateo dice:

    Y por fin sé el nombre de quien ha escrito este relato.
    Fue un auténtico placer tener que desmenuzarlo a fondo para poder escribir algo en los apartados de “se puede mejorar”.
    No me preguntes por qué, pero cada vez que lo leí, tenía voz de Vincent Vega.
    Un abrazo.

    Escrito el 30 octubre 2015 a las 00:36
  2. 2. Manoli VF dice:

    Buen relato. He leído por aquí algún que otro que va de espías. La forma de narrar, ágil y desde la mente del que escapa, me gusta. También me recuerda un poco al mio ( el 191-Carta a Julia) leerlo, a ver que te parece. Lo único, que quizás le cambiaría es el final, lo simplificas al hacer ver que ha pasado el peligro. En todo caso es un relato de fácil lectura, que gana desde la primera persona la atención del lector.
    Saludos.

    Escrito el 3 noviembre 2015 a las 00:17
  3. 3. grace05 dice:

    Muy buen relato!!! Me gustó mucho. Tiene acción , tensión e intriga todo muy bien llevado a tal punto que el lector la recorre con facilidad y avidez de saber como llegás al final.
    Trasmitís , en el ambiente e imágenes la desesperación del personaje por salir del hotel.
    ¡Excelente relato!!! ¡Te felicito!!!
    Te invito a comentar 194

    Escrito el 7 noviembre 2015 a las 00:15

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