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Abrazo de familia - por Javier Villalba

Web: http://javillalba.com.ar

Llegué al departamento de mis padres y lo primero que hice fue guardar un par de cervezas en la heladera. Jamás hubiera imaginado que a esa edad un matrimonio de argentinos se hubiera animado a pasear por Europa durante tres meses. Reconozco que mis temores fueron exagerados, y me alegro que me hayan enseñado a no subestimarlos. Los padres nunca dejan de enseñar.

—El vuelo fue agotador pero ya llegamos Tomás. Estamos con tu papá en un taxi camino a casa. ¡En treinta minutos por fin nos veremos hijo!

Era tiempo suficiente para abrir cortinas y ventanas, ventilarles un poco el departamento, y ordenarles la correspondencia que se amontonó bajo la puerta durante tanta ausencia. Fue fácil clasificar y separar los sobres en la mesa, o eran publicidad o facturas de servicios. Salvo un sobre en particular, pesado y de color verde, que no admitía esta distinción. Dirigido a Tomás Carranza —padre—, y remitido por un laboratorio de diagnósticos médicos. Me dejé caer en una silla tomándolo con las dos manos, tratando de absorber telepáticamente la información que contenía, y de inmediato empecé a espantar demonios que sin llamarlos venían a mi cabeza.

Escuché el ascensor que llegaba y las voces más familiares de mi vida detrás de la puerta interrumpieron la interpelación mental que volcaba en ese sobre verde.

—Gracias joven, deje las valijas aquí que ya las metemos nosotros. Muchas gracias…

Me levanté de un salto, y mientras el sonido de la cerradura avisaba la inminente entrada, por instinto se me ocurrió mezclarlo entre la correspondencia de publicidad que era la más abultada. La puerta se abrió en frente mio, y solo pude extender mis brazos con la sonrisa más grande que pude fabricar para tapar mi preocupación todavía latente.

—¡Hola mis amores! ¿Cómo se les ocurre dejar a este bebé solo tanto tiempo? ¡Padres irresponsables, venga un abrazo de familia!

Luego del "abrazo de familia" que ejercitamos juntos desde que tengo consciencia cada vez que algún evento lo amerita, salí al pasillo del edificio para ingresar el resto del equipaje.

—¿Trajiste una cerveza para brindar mi amor?— me preguntó mamá adivinando la respuesta de antemano, para de inmediato fingir una súplica a papá —¡Hoy tenemos que festejar el reencuentro Viejo, no pensemos en calorías por este minuto!

Papá estaba de espalda, con la cabeza agachada y las manos ocupadas, como si estuviera revisando su móvil, aunque sabía que eso era inadmisible de parte del hombre que reniega hasta la indignación con la gente irrespetuosa que ignora a las personas por atender más a las pantallas. Luego de algunos segundos entregó su demorada respuesta mientras giraba hacia nosotros

—Brindemos Vieja…

De inmediato noté sus ojos mojados y una sonrisa franca que nos invitaba a imitarlo en el gesto. Dejó todo el montón de correspondencia sobre la mesa, y no me costó notar que el papel verde del laboratorio estaba roto. El sobre estaba vacío.

—…pero antes otro abrazo de familia, se los pido por favor.

En ese momento todavía no sabía si había que alegrarse o prepararse para una mala noticia. Si recuerdo que aquel "abrazo de familia" fue muy fuerte, como pocas veces, y entre el cabello de mamá y el hombro de papá sequé el par de lágrimas que se me escaparon.

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3 comentarios

  1. 1. delaberna dice:

    Un relato muy emotivo. Me gusta cómo empieza, ligero, pero la aparición del sobre cambia el tono completamente. Como la vida misma, que en un segundo se te puede poner del revés.

    Echo en falta alguna coma “por fin nos veremos, hijo” “deje las valijas aquí, que ya las meteremos nosotros” “mi preocupación, todavía latente”…

    Hay frases chulas: “los padres nunca dejan de enseñar” “espantar demonios que, sin llamar, venían a mi cabeza ” (otra coma faltaba)

    Buen relato, ¡enhorabuena!

    Escrito el 29 octubre 2015 a las 22:00
  2. 2. Melisa dice:

    Hola, Javier.

    Me alegra saber que en este sitio hay muchos compatriotas.

    El vocabulario me resultó familiar y el relato muy llevadero. El final es muy abierto, pero no pude evitar sentir mucho dolor al leerlo.

    Me gusta cómo utilizaste los diálogos para permitirnos conocer a los protagonistas.

    Saludos,

    Melisa

    Escrito el 30 octubre 2015 a las 15:05
  3. 3. Marcelo Kisi dice:

    Javier hola!
    No había leído nada tuyo hasta ahora, no sé si es tu primera vez por acá.
    Como argentino me identifico mucho con tu estilo y también con lo cultural de las relaciones familiares así de cercanas y con ese sentido del humor. Es estilo argentino del bueno!, que además te permite construir en tan poco espacio personajes entrañables, arrancando emoción sincera al lector.
    Además, impecablemente escrito, salvo las menudencias que te han marcado. Lo disfruté!
    El mío es el 151.
    Felicitaciones y nos leemos!

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 14:11

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