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Chaperon Rouge - por Sergio Mesa

Web: http://miesquinadelring.com/

En el barrio la conocían como Caperucita Roja por su manía de usar siempre condones de ese color. A quien preguntara le contaba gustosa que todo había empezado como un juego cuando era una novata, una forma de sentirme más segura. “Es divertidísimo ver una tío, a cualquiera, con un trozo de látex rojo saltando entre las piernas”, se reía. Al final se había convertido en “su marca” y hasta había conseguido algún cliente fijo gracias a eso. “Y es que algunos incluso se ven importantes” decía y no paraba de reír.
El caso es que érase aquella una cálida noche de verano en París cuando recibió la llamada de “La Abuelita”. Que, con buenas maneras, le pidió que llevase hasta el número 6 de la Rue du Bois una bolsa de deporte que se le había quedado en un garito que las dos frecuentaban. Caperucita aceptó, por supuesto, no había que confundir el buen tono de la madame, aquello era una orden.
Así la joven recogió la bolsa en el lugar convenido y se dirigió a la casa de la Abuelita con paso resuelto.
Pero he ahí que a medio camino un coche se paró junto a ella. “¿A dónde vas Caperucita?”, sonó una voz masculina. “A casa de la Abuelita”, respondió con voz aflautada. Y con una enorme sonrisa se asomó al interior, como había hecho mil veces. En el asiento del conductor un hombre, muy bien parecido por cierto, le devolvía el gesto con una mano en el volante y al otra por fuera de la ventanilla, sujetando un cigarrillo. “Si quieres te acompaño. Me llamo Lupín”, ambos soltaron una carcajada y Caperucita subió.
Por el camino la conversación fue especialmente animada, del juego sobre el cuento infantil pasaron a los cumplidos, hablaron un poco del tiempo y acabaron conviniendo en que la ciudad ya no era tan bonita como hace años, pero que en otoño aún había magia en los barrios viejos. Tan animada fue que cuando el coche se detuvo fue la chica la que le pidió que esperase un momento. Cuando volviera podrían seguir la charla en algún sitio más agradable. A lo que él aceptó.
La entrada del sórdido boulevard estaba guardada por dos enormes matones, vestidos con pantalones vaqueros y camisas de franela a cuadros recortadas para mostrar sus enormes bíceps. “La Abuelita te espera”, dijo uno sin más y Caperucita siguió adelante. Por el pasillo iba pensando en su anfitriona. Aquella mujer la desagradaba. Ella mejor que nadie entendía las ventajas de la innovación en su oficio, pero hacerse extraer todos los dientes para “optimizar el servicio” le parecía excesivo.
“Muy bien hecho niña”, dijo satisfecha La Abuelita satisfecha y le tendió un sobre. “Esto es lo tuyo”. Caperucita se forzó a sonreír y lo abrió. El sobre estaba vacío. “Joder”, fue lo único que acertó a pensar antes de sentir el golpe en la espalda. “Y ahora quiero presentarte a unos amigos”, la cabeza de la chica daba vueltas. “Estos señores quieren un servicio especial y estoy segura de van a estar encantados contigo”. Por la puerta del fondo de la habitación entraron dos hombres grandes y peludos. Llevaban arneses de cuero y máscaras que les ocultaban casi toda la cara. Caperucita retrocedió como pudo. “¡Que cuerdas más grandes tienen!”. “Son para inmovilizarte mejor”, respondió la Abuelita con su sonrisa vacía. “¡Que látigos más grandes tienen!”, “Son para castigarte mejor”. “¡Que púas más grandes tienen!”, “Son para hacerte sangrar mejor”.
Cuando Caperucita ya sólo podía oler el sudor de aquellos dos pervertidos, intentando zafarse de sus fatales manos, un estruendo sacudió la habitación. La puerta había salido despedida y una tromba de policías entraba por el hueco. “Gendarme Lupín de la Policía Nacional ¡Que no se mueva nadie, están todos arrestados!”
Quienes no obedecieron la orden fueron reducidos a porrazos. Y en unos minutos estaban inmovilizados y esposados. Todos menos la atónita Caperucita, a la que el gendarme se llevó a un lado giñándole un ojo antes de encararse a la mujer desdentada. “Madame Delacroix, se la acusa de proselitismo, trata de blancas y tráfico de estupefacientes”. Un tipo malencarado abrió la bolsa que había traído Caperucita. Estaba llena de pastillas, cápsulas de colores chillones y bolsas de polvo blanco.
Y colorín colorado de esta forma todos acabaron encarcelados. Excepto cierta jovencita que nunca dejó de usar condones rojos, aún después de convertirse en la señora De Lupín. Y que el mismo la devorase cada noche.

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13 comentarios

  1. 1. Sergio Mesa dice:

    hola compañeras/os,
    que gustazo estar por aquí de nuevo!!! No pude participar en las ultimas ediciones del “curso” pasado y ya se echaba de menos.
    sobre el relato ¿que puedo decir? sale de un analisis que hice hace muchísimo tiempo del cuento de los Hermanos Grimm. ya se que es un poco bizarro, pero espero que las pinceladas de humor mejoren el conjunto.
    pese a la polémica de este mes en torno a los comentarios, mis tres comentaristas se han portado y me han señalado varios errores que pasé por alto en la revision del texto. muchas gracias!!
    gracias a ellos aclaro aquí que el delito de la doblemente satisfecha Abuelita no es el “prolesitismo” sino el “proxenetismo” 😉

    y ya dejo de dar la brasa, que tengo mucho que leer.

    un abrazo, nos leemos!
    Sergio Mesa

    Escrito el 29 octubre 2015 a las 14:02
  2. 2. Sergio Mesa dice:

    “proselistimo”:P

    Escrito el 29 octubre 2015 a las 17:50
  3. 3. Servio Flores dice:

    Estimado cuasitocayo, vuelvo a asomarme por Literautas. Esta vez no participé pero lo haré el próximo mes. Veo muchos nombres nuevos… uff! Ojalá que vengan con buena leche y buenos relatos.
    Puesto en aclaración sus puntos, pasaré a decirle que esta picaresca y sombría adaptación de la condoncita roja me ha gustado. Una adaptación bastante Freudiana, con todos los elementos justificables. Hasta el nombre del gendarme está en su punto.
    Que puede mejorarse… como todo.
    Felicidades amigo, muy bien como siempre.

    Escrito el 29 octubre 2015 a las 20:37
  4. 4. KMarce dice:

    Saludos Sergio:

    Antes que nada, solo recordarte que hay un botoncito +18, que no es para nosotros sino los “peques” que tenemos en el taller, (aunque siendo sincera no creo que nada los espante tampoco) pero son las reglas.

    Muchas gracias por pasar por mi relato y tus comentarios.

    A lo que vengo, primero las mejoras: He leído en voz alta tu relato, alguna frase necesita un respiro. No porque sea una oración larga, sino para separar las ideas. Por ejemplo: “Es divertidisímo ver una tío,… ” Tuve que detenerme y comprender que UNA no una la hermana de mi mamá.

    También no olvides que todos los nombres o palabras de orígen extranjero se escriben en cursiva, el formato no lo permite, así que en sustitución irán entre comillas “Rue du Bois”, “madame”.

    Y antes de leer tu comentario me reí con el “acusada de proselitismo”… y pensé, seguro viven en mi pais.

    Contenido: Amo a los hermanos Grimm, y éste fue uno de los cuentos que más antigüedad tiene mi mente, así que lo has trastocado. Ya no podré contárselo a mis futuros hijos sin que se me venga a la memoria.
    Já, que no es algo malo, sino que las dado un giro pícaresco, contempóraneo y con sus vueltas de tuerca de manera que no será fácil de olvidar. Le quitaste toda la inocencia al cuento y lo hiciste muy tuyo con ese matíz “para adultos”.

    Me ha gustado que has utilizado la narrativa, (el segundo que he leído en el taller) y me ha agradado mucho, en este relato se usó el “narrador omnisciente” (en el otro primera persona). Yo uso mucho los diálogos, pero creo que la narrativa permite profundizar un poco más en la psique del tema/personajes. Así que felicidades por esa elección.

    Me ha gustado ese vuelco a todos los personajes, esa abuela malvada, una caperucita nada inocente y un lobo salvador. El sobre vacío, entró y salió sin pena ni gloría, pero con honestidad da igual, porque el peso de la historia no necesita de él.

    Te felicito por esta entrega. ¡Nos leemos!

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 03:40
  5. 5. Marcelo Kisi dice:

    SErgio, de verdad se te extrañaba!
    Me gustó mucho tu relato, es en especial divertido, y por supuesto remite a todas las teorías de “hermanos Grimm para adultos” que son por cierto apasionantes. Me encantó cómo lograste resolver todas las analogías y paralelismos con el cuento clásico, y alguna me arrancó una sonora carcajada.
    Lo único que me pregunto es si -al igual que proselitismo/proxenetismo- donde dice “boulevard” no debió decir “burdel”.
    A mí me tocó el número 151.
    Nos seguimos leyendo!

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 10:59
  6. 6. Paola dice:

    Sergio, me ha sorprendido y encantado tu relato! Creo que más diferencia entre el tuyo y el mío no se puede encontrar.
    Me he reído mucho. Me ha parecido muy original, yo sería incapaz de escribir un relato así aunque te aseguro que lo voy a intentar a ver que sale.
    La escena de la puerta que sale por los aires y la tromba de policías que entran por el hueco me ha encantado, creo entender que también el comisario utiliza a Caperucita para descubrir la localización de la abuela.

    Nos leemos

    Escrito el 31 octubre 2015 a las 11:52
  7. 7. L.M.Mateo dice:

    Hola Sergio,
    genial la nueva versión del cuento. Los Grimm y Andersen siempre han estado entre mis favoritos, pero me quedo con tu divertida, pícara y actual Caperucita.
    Coincido con KMarce en lo que se refiere a la puntuación del texto. Faltan alguna comas o puntos para separar ideas. Ejemplo a parte del ya citado por mis compañeros:
    “En el asiento del conductor un hombre, muy bien parecido por cierto…”. Supongo que el asiento del conductor no era un hombre, sino que un hombre iba en el asiento del conductor. Así que cambiaría la puntuación por la siguiente: “En el asiento del conductor, un hombre —muy bien parecido, por cierto—…”. En vez de los guiones, el uso del paréntesis, si no me equivoco, también es correcto en este caso.
    ” Caperucita aceptó, por supuesto, no había que confundir el buen tono de la madame”. Dependiendo de a qué te refieras en este momento, hay dos soluciones, que varían un poco el significado:
    “Caperucita aceptó, por supuesto. No había que confundir el buen…”
    “Caperucita aceptó. Por supuesto, no había que confundir el buen…”
    Hay más casos, pero creo que con los dos ejemplos más el de KMarce, podrás localizarlos.
    Otras cosas que he visto en el texto:
    “….cuando era una novata, una forma de sentirme más segura”. Si era el narrador quien hablaba debería ser “una forma de sentirse más segura”. Si era la protagonista, ya sabes, comillas.
    “recibió la llamada de “La Abuelita”. Que, con buenas maneras”. El punto sobra, y el “que” en minúscula.
    “Aquella mujer la desagradaba”. Es caso habitual de “laísmo”. El verbo “desagradar” es intransitivo, así que solo puede llevar complemento indirecto, en este caso iría acompañado de “le”. Por tanto: “Aquella mujer le desagradaba”.
    “¡Que cuerdas más grandes tienen!”. El “qué” va acentuado. Lo mismo con las siguientes frases que has usado con la misma estructura.
    Para acabar, como sugerencia personal, la frase “Y que el mismo la devorase cada noche.” tiene una estructura un poco extraña. Creo que cambiándola por “el mismo que la devoraba cada noche”, puliría ese pícaro final.
    Aún así lo dicho, me quedo con tu versión, será cosa de la edad… 🙂
    Un abrazo.

    Escrito el 1 noviembre 2015 a las 04:36
  8. 8. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Sergio de nuevo vuelves a las tuyas. Tus repuntes son geniales; escoges colores vivos y hasta una mujer sin dientes. Crear un personaje tan atractivo en un escenario tan detrimente, a través de una sutil comicidad, me encantó. Felicidades por tu motivado retorno.

    Escrito el 2 noviembre 2015 a las 13:50
  9. Ea, rayos. Creo que no me hubiese tomado tan sopresivamente si hubiese tenido el +18, je je. Excelente adaptacion. Me hizo reir como loco. Gracias a Dios que en el centro de computos solo estabamos mi hermana y yo. Si no fuera asi, me hubiesen sacado.
    Tiene algunos errores, que ya te senalaron los companeros pero con una revision se van. Un relato muy entretenido. Buenisimo.
    Felicitaciones y saludos.

    Escrito el 6 noviembre 2015 a las 14:18
  10. 10. Wolfdux dice:

    La primera frase es magnífica, jaja. Un placer tenerte otra vez por aquí Sergio. Poco más puedo decir después de los comentarios de KMarce y Mateo. Un abrazo. ¡Nos leemos!

    Escrito el 6 noviembre 2015 a las 17:41
  11. 11. José Torma dice:

    Se te extrañaba compañero. Este giro de tuerca a una historia conocida me ha parecido fantastico. Lo que tenia que decirte ya lo has explicado y no remachare en eso. Te dire que soy fan de tus locuras y espero nos brindes mas tu presencia por este taller y en escrites.

    Saludos.

    Escrito el 7 noviembre 2015 a las 04:24
  12. 12. Miranda dice:

    Hola Sergio.
    La verdad, es que se te ha echado de menos por el taller, me alegra que vuelvas a compartir con nosotros tus ocurrencias.
    Menuda vuelta que le has dado al cuento, muy divertido y adulto.
    En cuanto a la forma, ya te han comentado algún despiste que tuviste, me pasaré por el blog para ver la versión final.
    Que tiemblen los hermanos Grim, si decides versionar sus cuentos, ya nunca más serán recordados por sus historias. Jeje.
    Saludos.

    Escrito el 15 noviembre 2015 a las 02:45
  13. 13. PAULATREIDES dice:

    Buenas Sergio.

    Te felicito por esta adaptación, una sección de clásicos renovados no vendría nada mal.
    De lectura ágil y rápida, narrado como el cuento clásico con un más que evidente cambio de contenido. Sólo mejorar los detalles que ya te han indicado el resto de compañeros.
    Darte las gracias también por tu comentario anónimo, aunque no sé cual fue (los tres fueron benévolos y útiles).
    Larga vida y prosperidad.

    Escrito el 20 noviembre 2015 a las 18:57

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