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El lápiz mágico - por Rêve

Los niños se colocaron en círculo. Sus pequeños rostros iluminados como solo lo pueden estar aquellos que esperan algo con verdadera ansia. Sus cuerpecitos cómodamente sentados en el suelo de la cabaña, escuchando el constante crepitar del fuego que ahogaba el murmullo del helado viento que soplaba fuera.
Los niños esperaban por el Anciano, por el Anciano y sus historias. Cuando el sol más allá de la frontera se apagaba y nadie podía observarlos, ellos abandonaban su lugar e iban a escuchar al Anciano.
En la aldea que habitaban nada cambiaba, todo permanecía igual. Como una bola de cristal que ni siquiera el tiempo lograba agrietar. El sol, su sol, siempre brillaba y el viento invernal no interrumpía su eterno soplo. No obstante el Anciano había estado ahí al inicio de todo. Unos decían que había existido incluso antes que los eternos glaciares que cubrían las montañas y que había visto como las cabañas de la aldea se levantaban una a una, tan hermosas como el trazo firme y delicado de un pintor talentoso. Otros decían que había sido el primero en caminar hasta la frontera. Aquel lugar donde la aldea terminaba y la nieve cesaba de cubrir el suelo.
Los niños nunca habían visto aquello, los adultos no lo permitían. Es por eso que adoraban escuchar al Anciano. Mientras él hablaba, sus pequeños ojos casi podían ver el mundo más allá de la aldea, un mundo donde el sol se ocultaba y el fuego no siempre ardía, ¡Qué diferente debía ser un mundo que cambiaba! Diferente, maravilloso y atemorizante…
Al otro lado de la frontera el pintor cerraba la puerta de su estudio. Había apagado las luces y se dirigía a descansar después de un largo día de trabajo, cuando se dio cuenta que aún sostenía el lápiz con el que había estado dibujando. Se devolvió y él mismo quedó impresionado por lo que vio. A lo largo del estudio descansaban varias pinturas. Habían ciudades modernas, selvas inmensas y desiertos sofocantes. Todos tan realistas y detallados que el pintor tuvo que recordarse a sí mismo que no había abandonado la habitación.
De repente, su vista se fijó en un paisaje invernal. Una pequeña aldea rodeada de altas montañas. Había sido su primera obra y se sentía orgulloso de ella. El hielo y el frío se colaron por sus pupilas y sintió un escalofrío. Le encantaba la vista y lo acogedor de las cabañas, pero más que eso, le encantaba aquel anciano sereno y amable de la esquina de la pintura, cuyas arrugas reflejaban una larga vida y cuya expresión parecía ocultar una sabiduría incalculable.
Con un sonoro bostezo, el artista salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
El Anciano estaba sentado en su lugar habitual cuando sus ojos grises se encontraron con aquellos grandes, oscuros y jóvenes del pintor, quien después de observarlo un momento dejó caer el lápiz que sujetaba y se marchó. El rostro sabio del Anciano se iluminó al ver el lápiz. Se veía tan ordinario en la mano de aquel muchacho de ojos oscuros y aún así le había dado vida a él, a la aldea y a sus habitantes. El Anciano sonrió. Si eso no era magia entonces no sabía qué era.
Aún con una sonrisa, dio media vuelta y se dirigió al centro de la aldea, donde los niños aguardaban por él. Quizás tenía una nueva historia para contarles. Quizás les hablaría de aquel instrumento ordinario y mágico del que todos ellos estaban hechos.

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3 comentarios

  1. 1. Sara Sarutte dice:

    Hola Reve, me encantó el relato, me hizo acordar a una pelìcula que vi una vez donde el personaje viaja a buscar a su esposa màs allà de la muerte y es dentro de una pintura.

    Me hubiera gustado aùn màs si el anciano y el pintor no encontraran sus miradas, màs maravilloso aùn serìa!

    Saludos

    Escrito el 2 diciembre 2015 a las 14:35
  2. 2. Frida dice:

    Hola Rêve, intenté dejarte el lunes un comentario, el cual, según la página publiqué por duplicado, sin embargo, hoy me paseo por aquí y veo que ninguno de mis dos comentarios ha sido publicado,lo raro del caso es que sí me ha llegado al correo el comentario que te han hecho. Así que aquí voy por tercera vez, a ver si a la tercera va la vencida.

    Me ha gustado ese ambiente mágico que has creado, has hecho que me imagine al Anciano como alguien especial, con poderes divinos. El pueblecito está lleno de encanto, me recuerda un poco a donde vivía Heidi, solo que más poblado. Es preciosa la idea de escribir una historia dentro de otra historia o, mejor aún, dentro de una pintura, creo que jamás se me hubiese ocurrido y, sin embargo ahí está, poblando mi mente de magia salida de tu pluma. Felicidades por tan singular belleza.

    Escrito el 3 diciembre 2015 a las 01:04
  3. 3. Cryssta dice:

    Hola Rêve, tu relato me ha gustado mucho y en general está muy bien escrito, sólo te haré unas pocas observaciones:

    – la frase “escuchando el constante crepitar del fuego que ahogaba el murmullo del helado viento que soplaba fuera” la encuentro demasiado larga
    – nombras al Anciano demasiadas veces
    – lo correcto es poner “cuando se dio cuenta de que…”
    – está mal la frase “Se devolvió y él mismo quedó impresionado por lo que vio” tendría que ser “Se volvió y quedó impresionado por lo que vio” aunque te aconsejaría que cambiaras algo la frase porque hace rima
    – “Había ciudades…”
    – “Todas” y “detalladas” es en femenino porque te refieres a las pinturas imagino, si es en masculino solo te refieres a los desiertos
    – creo que estaría mejor quitar el “De repente” pues es algo que pone en alerta al personaje y eso no casa con el bostezo posterior

    Espero haberte ayudado. Felicidades por tu relato

    Escrito el 16 diciembre 2015 a las 11:50

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