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El lápiz mágico - por Sara Sarutte

La vez que estuve más tiempo sin dormir fueron unas cincuenta horas. En ese ínterin atravesé países, estados anímicos y estados mentales. Mi vuelo salía de Montevideo a las 17 horas de un domingo de junio, hacía escala en Chile un par de horas y de ahí derecho a México DF. Era la segunda vez que tomaba un avión, pero la primera que viajaba sola, había cumplido treinta años y todo era posible y deseable.
Mi estadía iba a durar un mes y dos días, mi mejor amiga de la adolescencia me hospedaba, ella se había ido hacía doce años, ya es una guerita y estaba dispuesta a mostrarme lo mejor y más oculto de México.
En la aduana me sacaron el dulce de leche y el paté porque a ese país no podían ingresar productos derivados de la vaca. Probablemente por la vaca loca.
“Bienvenida a la jungla”, me dijo Jorgelina al llegar y me dio una pastilla blanca con una libélula dibujada, la trague en seco, sin haber salido aún en Benito Juárez.
En México hay dos grandes cosas que te hacen sentir como en una atmósfera fantástica: el olor a especias que hay en todo momento en todo lugar y la música de las palabras, como un hermosos e interminable sonido de fondo.
La noche antes de mi vuelo no había pegado ojo, la marihuana y las cervezas para lograr dormir no habían funcionado, sabía que la ansiedad iba alejar a patadas a Morfeo y quería atraparlo, pero evidentemente no pude. Llegué al aeropuerto con un día entero sin dormir, otro día de viaje y al llegar a la gran ciudad: éxtasis, marihuana y cerveza.
Dos días más sin que el Dios del sueño me abrace.
Cuando estás en ese estado es casi como estar flotando, o en un trance, las cosas pasan por delante de los ojos y demás sentidos sin poder retenerlas para digerirlas, solo se saborean, el resultado es agradable y en ese momento eso es fantástico, los estados están alterados y todo parece hermoso. Al otro día todo suena a una historia difusa que alguien contó.
Todo buen turista lo primero que hace, o que debería hacer al llegar es ir a la Catedral que está en el zócalo, allí la construcción y la gran bandera se roban un pedazo del corazón de todo viajero.
Ni bien entré a la catedral, además de las imágenes y el altar me detuve ante un gran péndulo, nunca había visto uno tan grande y ni siquiera entendía si era cierto o todo eso era producto de mi cerebro. Había (seguro todavía sigue estando) una gran cuerda, que sale del techo, y en su extremo se cuelga el péndulo, se va moviendo a medida que la gran ciudad se hunde y la inmensa catedral cede.

Frente a eso me quede boquiabierta y el diálogo de dos niños me hizo llorar, me hizo comprender que ya estaba necesitando dormir, que si mi mente seguía así mi cerebro iba a explitar:
“- ¿Qué es eso?
-Un lápiz mágico
-Y quién lo puso
-Dios”

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5 comentarios

  1. 1. CARMELILLA dice:

    Hola Sara. Tu relato me ha gustado casi entero, digo casi, porque hasta el párrafo que comienza con ” ni bien…,”, me ha resultado interesante, me ha parecido que con algún que otro desliz lo has escrito correctamente y me estaba llamando la atención. Cuando he llegado al párrafo que te comento, ya me ha costado entenderlo, has usado pasado y presente, no se si a propósito o por error, pero a mí no me ha sonado bien y me parece un final que confunde. En cuánto al título obligatorio, me parece que lo has usado un poco forzosamente.
    Sara me ha gustado casi todo, el final quizá es lo que para mí ha fallado.
    Sigue escribiendo, yo también lo haré. Que pases buena noche. Saluditos.

    Escrito el 30 noviembre 2015 a las 21:02
  2. 2. Sara dice:

    Hola, Carmelilla, muchas gracias por leer mi relato y tomarte el tiempo de comentarlo, voy a buscar el tuyo asì lo leo.
    Es verdad que he mezclado tiempos, en cuànto al tìtulo capaz no logre transmitirlo como querìa,la conversaciòn de los niños fue real por eso no bien leì la consigna supe que debìa contar eso porue la coincidencia era enorme. La idea era una breve introdicciòn del viaje para contar ese diàlogo, pero no lo logrè. Igualmente voy a seguir trabajando en eso.

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 14:44
  3. 3. Sandra Adrian dice:

    Hola Sara. A mí me ha pasado un poco como a Carmelilla, que me ha gustado casi todo. Coincido con vosotras en lo del tiempo verbal, también me estaba sonando un poco raro.

    Respecto al contenido de la historia, me ha parecido que has descrito todo el viaje (a la perfección, me ha gustado mucho), pero no le has dado al lápiz la importancia que merecía, a mí personalmente me ha faltado un poco más. Ahora, el párrafo de la catedral chulísimo.

    Mi texto es el 198, te invito a leerme y a que me critiques, jeje. Saludos.

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 21:02
  4. 4. Rêve dice:

    Hola Sara. Gracias por pasarte por mi relato y comentarlo.
    Tu cuento me gustó mucho y el final me pareció muy lindo aunque coincido con Sandra en el aspecto de que podrías haberlo hecho resaltar más, pues tal como está resulta un poco apresurado. También creo que deberías revisar el párrafo en el que la protagonista entra a la catedral. Yo entendí lo que quisiste decir pero se puede escribir de una forma más pulcra. De todas maneras, son sólo detallitos y tu cuento es muy lindo. Felicidades!

    Escrito el 2 diciembre 2015 a las 17:41
  5. 5. Jose Caudeli dice:

    Hola Sara. Atento a la devolucion de gentilezas me pasé por tu relato.
    Me parece genial el marco escénico que le das, pero dado que tambien el cuento va por el lado de los sentidos alterados, adormecidos, tendrias que ir mas paso a paso mostrando todas esas tonalidades ´´extrañas´´. Detalles de esa vision particular que progresivamente va colapsando ante el cansancio.

    Escrito el 5 diciembre 2015 a las 00:20

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