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El lápiz mágico - por Mina Ohara

Un nuevo año implicaba un nuevo calendario, que como cada año había recibido de regalo de reyes. 12 hojas blancas, con 365 cuadros para rellenar con reuniones, cumpleaños, conciertos, obligaciones, médicos y fiestas. Al llegar de la comida familiar se sentó con calma para empezar a escribir las fechas importantes, como cada 5 de enero. Pero ¿dónde estaba su boli azul? En realidad, ¿Dónde tenía todos sus bolígrafos? Removió cajones y armarios, y sólo encontró un pequeño lápiz de souvenir que había comprado en la Índia. “Es más que nada”, pensó.
Se pasó los siguientes 30 minutos apuntando días de fiesta del trabajo y celebraciones, pensando cuándo podría hacer el próximo viaje. Tendría que hablar con Sara para ponerse de acuerdo en las fechas, pero para eso ya se verían al día siguiente. Satisfecho, se levantó para poner el calendario en su sitio y así dejar el año finalmente inaugurado. Salió a correr un rato para sentirse menos culpable de todas las comidas que llevaba esos días, cenó una ensalada ligera, incapaz de comer más, y se fue a dormir.
La mañana siguiente se despertó con pereza, no quería ir a trabajar aún. Consiguió reunir las fuerzas suficientes para levantarse y hacerse un café, y se dirigió a la cocina. Medio dormido, hizo una ojeada a su alrededor y volvió a concentrarse en la cafetera. Tras unos segundos, reaccionó y miro fijamente el calendario. Día 10 de enero: “Compra flores para Sara, las necesita”. ¿Cuándo había escrito él eso? Ese día había apuntado que era el cumpleaños de su sobrino pequeño. ¿Era sonámbulo? Fue pasando hojas. 20 de febrero: “Ve a ver a mamá, le darás una alegría”. 3 de marzo: “Di que te encuentras mal hoy, sino será horrible en el trabajo”. 19 de marzo: “Recuerda que tienes que hablar con papá”. 31 de abril: “Llama a Caren y pregúntale como está”. Y así seguía en todos los días que había escrito.
Llegaba tarde a trabajar. Confuso, se tomó el café que aún quemaba y salió hacia la oficina. ¿Qué tenía que hacer? Decidió que lo mejor era esperarse al día 10 cuando, sólo por si acaso, compraría flores y haría una visita sorpresa a Sara. Esa tarde quedó con ella y planearon los días para irse de viaje. Al llegar a casa, apuntó en el calendario la semana que habían acordado. Al día siguiente, en esos días ponía “Disfruta al máximo de este viaje, será el mejor que habéis hecho”.
El día 10 era un sábado. Se levantó temprano y se dirigió al piso de Sara con un ramo de flores en la mano. Cuando le vio la cara al abrirle la puerta, sabía que la había despertado demasiado temprano después de una noche larga. Aun así, al verle allí con las flores, se le iluminó la cara. “He pasado la noche en el hospital, he llegado hace poco, ayer ingresaron a mi madre”, dijo atropelladamente. No hizo falta mucho más. Se echaron en el sofá y ella se durmió feliz mientras él le acariciaba el pelo, concentrado en lo que acababa de pasar y sus implicaciones. La única conclusión a la que llegó, sin pararse mucho en los motivos, fue que tenía que escribir algo cada día.
Después de haber comido con Sara, se fue a su casa, descolgó el calendario y se sentó delante de la mesa. “Da igual lo que escriba, ¿no? Mientras haya algo”. Así que se puso música y empezó a poner frases de las canciones que iban sonando. En unas horas ya había terminado y tenía todo el calendario lleno de palabras y más palabras. Nervioso para ver que sucedía al día siguiente, volvió a salir a correr para cansarse y poder dormir. Llegó más lejos que nunca, con la emoción y la imaginación desbordada pensando en el año perfecto que iba a tener.
Y así fue. Se levantó al día siguiente y en recuadro había una frase escrita sobre lo más importante que tenía que hacer ese día. Y así, con los meses, pasó a ser el hijo, hermano, novio y amigo perfecto. Hasta el año siguiente, que recibió otro calendario para rellenar. El día 5 de enero se volvió a sentar para escribir. Lo que no había tenido en cuenta, pero, es que a medio mes de marzo, se le acabó el lápiz de tanto hacerle punta.
¿Cómo sabría entonces qué hacer?

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3 comentarios

  1. 1. delaberna dice:

    Qué curioso, mi relato también intentaba responder a la pregunta: ¿qué hacer cuando se acaba el lápiz mágico?

    Me ha gustado mucho la imagen con la que comienza la historia: nuestro prota completando el calendario para dar el año por inaugurado, es muy zen, jaja.

    Y la parte del mensaje de las flores ha sido una sorpresa maravillosa, ¡no me lo esperaba!

    Me pregunto ¿cómo sabemos que lo mágico era el lápiz y no el calendario?

    Sin embargo, el final me ha dejado un poquitito fría, me habría gustado tener alguna pista más sobre cómo se va a sobreponer (o no) nuestro protagonista a la pérdida del lápiz.

    ¿quizá en relatos futuros?

    Escrito el 30 noviembre 2015 a las 22:53
  2. 2. beba dice:

    Hola, Mina:
    Es un relato uy positivo; no sé si la magia es del lápiz, del calendario o de algún impulso inconsciente del protagonista.
    El final tiene una doble valoración; o es muy flojo, como dice Delaberna; o nos chasqueaste con una pincelada de realismo inesperado en medio de tanta fantasía.
    Me ha gustado. Creo que es un relato pulcro y original.

    Escrito el 6 diciembre 2015 a las 21:18
  3. 3. Cryssta dice:

    Hola Mina, tu relato me ha gustado bastante incluido el final. Te digo a continuación lo que me parece que se puedo mejorar:

    – repásate la entrada del blog que habla de cómo poner los números
    – “¿dónde…” con minúscula porque antes iba una coma
    – “India” no lleva tilde
    – “levantarse y hacer un café” se supone que el café es para él, verás que si lees “levantarse y hacerse” provocas un mini trabalenguas
    – “miró” con tilde
    – “si no sería horrible”
    – Karen se escribe con “K”, desconozco si en algún país se escribe con “C”
    – “la vio la cara” si pones “le” es Sara quien le ve la cara al protagonista
    – “Nervioso por ver qué sucedía…”
    – “salió a correr” en vez de “volvió a salir a correr” ya que ese día en concreto no has dicho que había ido ya a correr
    – Repites dos veces “Y así” en poco tiempo
    – “y en recuadro” es algo confuso, sería mejor “en el recuadro del día”
    – sobra el “pero” del final del relato
    – “de tanto sacarle punta”

    Espero haberte ayudado. Un abrazo

    Escrito el 16 diciembre 2015 a las 12:27

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