Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El lápiz mágico - por Guillermo Cédola

—Eso es todo.
—Pero…
La puerta de la casa de la calle Alvarado se cerró como un telón delante de sus ojos, y el ruido del portazo, hizo caer la realidad encima de sus hombros.
Caminó durante todo el tiempo que sus pies lo soportaron, no se sintió abatido pero sí cansado, quiso sentarse en un banco de alguna plaza, o en algún café, pero lo hizo en el alfeizar de una ventana que tenía a su alcance.
Se miraba los pies y movía los dedos dentro de los zapatos para alivianar el cansancio, un cosquilleo le subía desde las plantas de sus pies hacia los tobillos. Apoyó el talón del pie izquierdo sobre la punta del derecho y ejerció presión hacia abajo para quitarse el calzado. Cruzó sus piernas de modo tal que el pie desnudo quedara al alcance de sus manos y comenzó a frotarse buscando alivio.
El zapato que salió despedido estaba volcado hacia un lado y lejos de su alcance, por lo que tuvo que levantarse y saltar con su pie calzado hasta donde estaba. Cuando lo levantó quedó al descubierto algo parecido a un lápiz, era un cilindro con rayas multicolores de unos veinte centímetros de largo, con punta fina y punzante. Dejó nuevamente el zapato en el piso y tomó el objeto entre las yemas de sus dedos pulgar e índice, lo acercó a su nariz y lo olió: nada, luego estiró su brazo para alejarlo y echó su cabeza hacia atrás mientras, hacía girar su muñeca de un lado a otro para mirarlo, como quien escruta algo incomprensible. Sin duda era un lápiz, extraño, pero lápiz al fin. Lo guardó en el bolsillo exterior derecho de su saco.
Recogió el abandonado zapato, de salto en salto fue hasta la ventana, se lo calzó y comenzó a caminar nuevamente.
Al andar sintió un pinchazo en la parte superior de su muslo, se lo frotó en un par de ocasiones, como quien intenta quitar un pliegue de alguna tela, pero al poco tiempo sucedía otra vez. Se detuvo, oteó la zona del pantalón donde algo le pinchaba pero no vio nada, entonces recordó el lápiz que había encontrado y puesto en el bolsillo del saco que estaba mas o menos a esa altura, lo tomó, lo miró y comprobó que su punta era lo que pinchaba, lo cambió de bolsillo y continuó su marcha. A los pocos metros volvió el pinchazo pero en la otra pierna, esta vez en lo primero que pensó fue en el lápiz, así que lo mudó al bolsillo interno, el que está a la izquierda a la altura del corazón, y siguió su marcha.
Llegó a su casa, se quitó el saco y lo colgó. Preparó café, sirvió una taza y fue a sentarse en el sillón, junto al ventanal por el que veía la calle que comenzaba a quedar desolada: Pasó una mujer en bicicleta, un perro ladraba y un hombre fue devorado por la boca del subte. Miró la tasa de café, vio formarse una columna de vapor sobre ella y sintió pena de sí mismo, por no haber sabido defenderse, por no haber peleado por su lugar, por haber aceptado con sumisión la decisión de ese estúpido que sin explicación valedera lo dejó en la calle.
« ¡Qué cobarde soy! Qué imbécil, debí imponerme, gritar, pegarle si fuera preciso. Cualquier cosa menos haberme quedado callado como me quedé. ¡Qué respuesta la mía!: lo miré, balbuceé algún monosílabo y comencé a caminar, ¡qué pedazo de inútil!, caminé, caminé y lo único que conseguí fue un dolor de pies, ah y un lápiz, que sólo sirvió para pincharme… de haberlo tenido antes se lo hubiese clavado en el cuello. Qué va, no me hubiese animado »
Se levantó, caminó hasta el perchero en búsqueda del lápiz que estaba en el saco para organizar la agenda del siguiente día pero no lo encontró, reviso los bolsillos internos, los exteriores, nuevamente los internos y no estaba.
«Lo perdí, ¡qué día éste!, mejor me voy a dormir »
La mañana estaba soleada, pero hacía frío, puso a calentar el café y fue al porche en busca del diario. Miró la calle que comenzaba a tomar el ritmo cotidiano e inspiraba ánimos para enfrentar un nuevo día. Mientras caminaba hacia la cocina leyó un titular a toda página “Extraño crimen en la calle Alvarado”, “dieron muerte a un empresario clavándole un lápiz en el cuello”.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. 1. Elvi dice:

    Escribes muy bien aunque creo que te a faltado tiempo. Me gustan mucho tus descripciones.El final impactante, muy bueno a pesar de que no me gusta la violencia.

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 21:04
  2. 2. CARMELILLA dice:

    Hola, es verdad que has utilizado muchas descripciones para situar casi segundo a segundo lo que hacía el protagonista, aunque quizá son descripciones demasiado sencillas y podías haber usado otras mas “adornadas” que hubieran hecho más atractivo el texto. El final, aunque original, no me gusta, pero claro es subjetivo y cada uno elige el final que le parece. Buen relato, hasta el siguiente. Saludos.

    Escrito el 3 diciembre 2015 a las 16:47
  3. 3. beba dice:

    Hola, Guillermo:
    Lo esencial de tu cuento es la magia del lápiz, que hace realidad los deseos del que lo tiene; con esto has logrado un final fuerte y expresivo; verdadero milagro, en realidad, es que la historia derivara hasta ese punto, después del despido y de las vueltas con los zapatos. Creo que estos elementos hubieran necesitado más elaboración para establecer una secuencia hacia el lápiz mágico; sin esto, la trama resulta floja y los episodios parecen incoherentes.Prueba a relacionar más esas escenas y a no detenerte demasiado en lo de los zapatos.
    Cuidado, además, con los acentos; te faltan algunos en las interrogaciones y exclamaciones.
    Mantén el desenlace, que es muy bueno.
    Saludos.

    Escrito el 5 diciembre 2015 a las 21:09
  4. 4. Cryssta dice:

    A mí me ha gustado tu relato mucho, a pesar de ello creo que le tendrías que dar un repaso para mejorarlo.

    – Tendrías que poner “lo hizo en el alfeizar de una ventana que tenía más a su alcance” para explicar por qué no se sienta en el banco tal y como él quería
    – En “desde las plantas de sus pies hacia los tobillos” sobra “de sus pies”, ya se sabe que estás hablando de ellos.
    – En “algo parecido a un lápiz” sobre “algo parecido a” puesto que por lo que sigues contando es clarísimamente un lápiz.
    – No se entiende porqué no se pone el zapato según lo recoge en vez de ponerse a pegar saltos hasta llegar a la ventana para calzarse
    – Pon “en la parte superior del muslo” en vez de “en la parte superior de su muslo” el pinchazo solo lo puede sentir en un muslo que sea suyo
    – El verbo “otear” se emplea más para observar cosas en la lejanía
    – “Más” lleva tilde cuando indica cantidad
    – Revisa las comas
    – Cuando explicas por qué sintió pena de sí mismo figuran tres “por”
    – “menos haberme quedado callado como me quedé” es una redundancia
    – Faltan signos de exclamación en “¡ah!” “¡Qué va!”
    – En vez de “en búsqueda del lápiz” pon “en busca del lápiz” y quita lo de “que estaba en el saco”, ya se sabe que estaba allí
    – “revisó” lleva tilde
    – La palabra “pero” suele llevar una coma antes, pero cuando se contraponen directamente dos palabras o expresiones que indican cualidades o características, se escribe sin comas como en el caso de “La mañana estaba soleada pero hacía frío”
    – Creo que estaría mejor decir “leyó el titular” en vez de “un titular”

    Espero haberte servido de ayuda.

    Un abrazo

    Escrito el 11 diciembre 2015 a las 14:17

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.