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El lápiz mágico - por Eber

El lápiz mágico.
El barrio era gris, triste, oscuro, con calles deshechas sin luz y abandonado. Habitado por gente que no estaba voluntariamente, simplemente no tenían alternativa. Recalaban fracasados de todos lados, trabajadores ocasionales, de la calle, desempleados.
Allí vivía el flaco Hugo: alto, desgarbado, barbudo, ropa gastada, decía que vivía de “changas” que se presentaban ocasionalmente aquí y allá.
Estaba allí por su voluntad, y lo eligió para no llamar la atención. Era el grabador de don Genaro, cabeza de la principal familia mafiosa de la ciudad. Sus trabajos eran impecables, jamás el dinero que se imprimía con ellos fue capturado, ante la impotencia de la policía financiera que buscaba al autor sin descubrirlo.
De costumbres sencillas, ascéticas, su mayor satisfacción era realizar un trabajo perfecto, admiraba a Don Genaro y se sentía protegido y cómodo con él.
Cuando por razones de salud y edad, el patriarca decidió retirarse, él también lo hizo. No le gustaban las nuevas generaciones, que nada respetaban, ni a su propia gente. Tampoco las nuevas tecnologías que simplificaban el trabajo, lo abarataban, pero le quitaban lo que tenía de arte.
Se dedicó a su pasión: el dibujo, donde era realmente genial. Comenzó a participar en exposiciones, realizar escenografías, publicar en revistas y diarios, e incluso, ¡oh sorpresa! hasta en internet.
Se permitió pequeños lujos: un autito, televisión cable, donde lloraba con las novelas turcas y sus heroínas sufridas, un refrigerador con dispensador de hielo. Pero no abandonó su cueva, estaba cómodo y seguro allí.
Se comenzó a murmurar sobre la repentina buena fortuna del flaco, que de golpe había prosperado. Se especularon muchas cosas: la lotería, pero se hubieran enterado, un buen golpe, pero nadie le veía agallas para ello. Entonces se comenzó a hablar de un lápiz mágico, que le permitía obtener las cosas, nadie sabía cómo. Algunos se rieron, otros escépticos, aunque en el fondo pensaban que algo cierto debía haber. Otros creyeron decididamente, ¡Es la única explicación decían!.
Entre los que creían en el lápiz mágico se encontraban el Manotas y el Tijera, dos malandrines de poca monta del barrio, drogatas que se dedicaban a pequeñas raterías, que los llevó varias veces a la cárcel. En una noche de delirio, decidieron robar el lápiz mágico que les proporcionaría el paraíso tal como lo imaginaban: un lugar donde los árboles no daban fruta, producían sobrecitos de “la blanca”. Quisieron entrar en el apartamento del flaco sigilosamente, pero realizaron un ruido espantoso, que lo despertó, y asombrado se asomó preguntando qué pasaba. El Manotas le dió un cachiporrazo en la cabeza y el Tijera lo pateó en el piso. Buscaron, preguntándose cómo sería, hasta que encontraron un estuche que decía: El Lápiz Mágico y más abajo, primer premio, lo tomaron y salieron corriendo.
Al flaco lo encontró un vecino, extrañado de ver la puerta totalmente abierta, en el suelo, sangrando y agonizante, falleciendo en el camino.
Mayúscula sorpresa se llevaron los policías investigadores cuando encontraron escondidos 1.000.000 de dólares. Pusieron en el parte que habían encontrado 30.000 dólares, consignaron que el móvil era una venganza y fin de la investigación.
El Manotas y el Tijera abrieron el estuche, sacaron el supuesto lápiz mágico de su interior intentando hacerlo funcionar de todas formas. Primero dándole órdenes de que creara dinero, droga, etc. Luego rogándole, ofreciéndole ofrendas, frotándolo como la lámpara de Aladino. Luego intentaron dibujar, a su limitada manera, esas mismas cosas, nada funcionó. Terminaron vendiéndolo en una casa de empeños que apenas les pagó para dos dosis de “la blanca”. Aparecieron una semana después en un terreno baldío, clavados de las manos a un árbol mediante lápices de madera bien afilados y ejecutados con dos tiros en la nuca. No valían la pena y se caratuló: “Ajuste de cuentas”.
Los policías que encontraron el cuerpo se retiraron al poco tiempo. Uno compró la casa de sus sueños en Punta del Este adonde fue con su familia. El otro compró un Ferrari 0 km, dedicándose a fiestas espectaculares, casino, hipódromo, hasta que un día se acabó y retornó como agente policial por un sueldo mínimo,
El flaco Hugo fue enterrado solitariamente por los servicios municipales, con el único acompañamiento de un anciano en silla de ruedas, quién siguió visitándolo los viernes, llevándole un ramo de rosas
Un anciano que no olvidaba a su gente, que para él era su familia.
El lápiz mágico está sobre el escritorio de un aspirante a escritor, que espera, sin suerte, su inspiración para crear un cuento especial.

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6 comentarios

  1. 1. M. Blacksmith dice:

    Muy buen relato. De lectura fácil y amena. Te mantiene atento en el relato de principio a fin. Me gusta el enfoque que le das al lápiz y la ingenuidad de las personas al creer que el mismo tiene poderes.
    Felicidades!!
    Un saludo

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 10:46
  2. 2. Manoli VF dice:

    Hola Eber. Es una buena historia, suspense, delitos, intrigas se dan cita en esta trama bien planteada. Ahora bien, como parte menos positiva te apunto unas cosas que he visto:
    Demasiado adjetivos en la primera parte: “Gris, triste, oscuro” para referirte al barrio. “Alto, desgarbado, barbudo” en la descripción del personaje. Quedaría mejor si por ej, dices: “Era alto y desgarbado con aspecto desaliñado”. También abusas de las frases cortas, que le dan aspecto mecánico al texto,(es como si narraras muy rápido, del tipo de narración que cuenta: fue cogió aquello y volvió)
    Hay tres párrafos que comienzan: “Se dedicó” “Se permitió” “Se comenzó” que resaltan esa forma mecánica de la que te hablo y que resta dinamismo al relato.

    Por lo demás es una buena idea y me ha gustado leerte.

    Un saludo.

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 12:27
  3. 3. Eber dice:

    Gracias por los comentarios. los leo cuidadosamente y luego vuelvo a releer el texto, porque siempre aportan.
    Para mi el gran problema radica en que el relato sale de un tirón, generalmente alrededor de mil palabras. El proceso de llevarlo a 750 para mi es mas trabajoso y lento que el hacer el cuento. El tener que sacar palabras y frases para llegar a esa reducción es lo que puede llevar a que determinados adjetivos que estaban repartidos en dos o tres frases hayan quedado condensados en una y así sonar repetitivos.

    Escrito el 3 diciembre 2015 a las 19:55
  4. 4. Christian Joseph White dice:

    Con lo del supuesto “lápiz mágico” has creado un relato sumamente atrapante. Lleno de intrigas. El lector se deja llevar por su fluidez. Ha sido un gusto leer relato tan ameno y divertido.
    Si el problema radica en la reducción del texto, la próxima vez y desde un principio, pronete a ti mismo de manera obligatoria escribir algo sólo dentro del margen de las, en este caso, 750 palabras. Así lo que tendrías quitar o pulir sería mucho menos y también menos complicado.
    Felicitaciones por tu trabajo, Eber. Hasta la próxima 😉
    ¡Saludos!

    Escrito el 6 diciembre 2015 a las 09:12
  5. 5. Brigit dice:

    La historia es buena hilvanada y coherente. Felicidades.

    Escrito el 11 diciembre 2015 a las 20:05
  6. 6. Eber dice:

    Gracias.

    Escrito el 11 diciembre 2015 a las 21:38

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