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El lápiz mágico - por Laia Gabue

Web: http://milrinconesinfinitos.blogspot.com.es

Iba a ser la última vez que hacía aquello.

Resultaba evidente, era tan pequeño que las puntas de mis dedos rozaban el sacapuntas cuando lo apretaban para conseguir que no se resbalara de entre ellos al girarlo.

Pero además de eso, sabía perfectamente que había llegado el momento de dejar de usarlo. Las cosas empezaban a ponerse peligrosas y lo que menos me apetecía era acabar encerrada, o aún peor, muerta.

Por fin lo saqué del aparatito con mucho cuidado, lo último que quería era que la punta se partiera, todavía tenía que disfrutar de él una vez más. Lo icé con tres dedos hasta la altura de mis ojos y fijé la vista en ese trozo de grafito de color negro reluciente perfectamente afilado. ¿En qué iba a gastar esa última oportunidad? Debía ser algo que realmente valiese la pena, no podía desaprovechar tan valioso recurso para cualquier gilipollez. ¡Mierda! ¿Cómo había llegado a utilizarlo tantas veces para tantísimas tonterías? Como aquella vez que me ayudó a colarme en la cocina del restaurante de lujo y escupí en cada una de las ollas. Todavía sonrío al recordarlo. Quizás no fuera un desperdicio después de todo.

¡Dios, había disfrutado tanto con aquel trozo de madera! Vale, perdón, eso ha sonado raro. Pero no deja de ser cierto. Al dibujar cualquier forma geométrica cerrada sobre cualquier superficie, el día que robé la barca, descubrí que incluso en superficies líquidas, la figura desaparecía ante ti dejando un hueco perfecto por el que poder cruzar.
Hasta entonces había perforado paredes, puertas (cerradas con llave obviamente, soy rubia, pero no tan tonta) cajas metálicas, cámaras acorazadas, y hasta el mar. Tenía todo lo que siempre había deseado e incluso aquello que ni tan siquiera había llegado a imaginar, bolsos, zapatos, ropa, arte, libros, aparatos electrónicos, un barco…. Había conseguido hacer tantas cosas, entrar en los mejores museos para disfrutarlos en soledad, dormir en los mejores hoteles, viajar en jets privados, esconderme en lugares algo más que inusuales y hasta colarme en algunos de los vestuarios masculinos de los clubs deportivos más interesantes del momento, football, natación, waterpolo… nada desperdiciable, !os lo aseguro!

Luego me aburrí. Si, ya lo sé, suena excéntrico. ¿Puede alguien hastiarse de tener todo aquello que desea en el momento en que decide soñar en ello? Pues sí, puede. Y me dio por la aventura. Empecé a colarme en sitios cada vez más extraños, más lúgubres y sobre todo más peligrosos. Clubs privados, locales usados por sectas, clubs nocturnos dónde se desarrollaban las actividades más lujuriosas y turbias que os pasen por la cabeza, despachos de altos cargos, salones de juego, habitaciones de mafiosos y capos del cartel y la droga…

Debía agradecerle también haberme salvado la vida en más de una ocasión. No habían sido ni una ni dos las veces que había tenido que salir huyendo despavorida mientras el silbido de las balas rozaba mis oídos.

Iba a ser difícil superar todo aquello. Necesitaba tiempo, tiempo para pensar, tiempo para imaginar que era lo que pudiera hacerme total y desorbitadamente feliz. Algo inimaginable, inalcanzable, inaudito, extraordinario, y absolutamente genial.
Y de repente llegó la idea más maravillosa y espectacular de todos los tiempos. ¡Era perfecta! Más que perfecta, ¡era sublime!
Me levanté de la mesa de un salto mostrando una grandiosa sonrisa de excitación, pagué la copa y salí del bar con el lápiz todavía en la palma de mi mano. Ya en la calle me puse la chaqueta y llevé el puño cerrado hacía el bolsillo trasero del pantalón dejando deslizarse suavemente el pequeño objeto. Pero este no se introdujo en el interior de mi bolsillo sino que se escurrió hasta el suelo, rodó por la acera y finalmente cayó en una alcantarilla fluyendo entre agua pestilente hacía un destino incierto, llevándose con él mi última gran ilusión.

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4 comentarios

  1. 1. Frida dice:

    Hola Laia. Un lápiz mágico en manos de alguien que no es un aspirante a héroe. Me gusta, se sale de lo convencional, le añade el toque de gamberrismo adecuado a una historia donde prima la magia y, donde, por tanto el lector espera no más que inocencia. Me recuerda un poco a esa serie llamada the misfits, sobre unos chicos que no son buenos y que, como por casualidad se ven alcanzados por poderes mágicos. La protagonista es muy arriesgada, he sentido un escalofrío recorriéndome la espalda cuando recuerda todos esos lugares poco recomendables, que ha visitado, es especial la sede de la secta, no sé porqué, pero me ha dado más miedo la secta que las balas. Y, el final me ha gustado. Quizás sea buena cosa que el lápiz acabe desapareciendo en la alcantarilla, después de todo, lo que le ha aportado a la protagonista han sido situaciones de riesgo y peligro que, como todos sabemos no suelen acabar bien y, pudiere ser que la última aventura, llegase a ser también la más peligrosa y la última cosa que hubiese hecho en el mundo.

    Te felicito.

    Escrito el 30 noviembre 2015 a las 19:23
  2. 2. isan dice:

    Hola Laia:
    Tenía interés en volver sobre este texto al que, me parece,que le hice un comentario poco elaborado. No fui consciente de que se trataba de un lápiz mágico y, de ahí, la importancia de que no se acabara. El resto de comentario lo mantengo.

    Escrito el 30 noviembre 2015 a las 20:23
  3. 3. isan dice:

    Se me olvidaba comentar que eso de “…soy rubia, pero no tan tonta” estaría mejor si se suprime el TAN

    Escrito el 30 noviembre 2015 a las 20:43
  4. 4. Juelis dice:

    Hola!, me ha gustado mucho tu texto e incluso en ocasiones he notado un ligero parecido con el mío, acerca del poder del lápiz, aunque en tu caso, la protagonista, al menos, tiene el placer de disfrutar del mismo. Yo, al mío, no le dejé.
    Me he reído a ratos, imaginandome a la protagonista disfrutando.
    Felicidades!

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 22:07

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