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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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El lápiz mágico - por Hans Reiter

Es poco conocida la anécdota ligada al famoso escritor colombiano Rodrigo Piña Matute, muerto de leucemia la primavera pasada, en la que, cuentan, el protagonista, tras publicar una escueta fábula en una revista literaria del DF, provocó la desbandada de los habitantes de un pequeño pueblo al noreste de México. Se dice que cuando ganó el Nobel empezó a sufrir delirios de grandeza, alucinaciones y sueños que lo indujeron a pensar que era poco menos que un Dios entre los hombres, el iluminado que, con su elocuencia, estaba capacitado para manejar a su antojo la voluntad de todo ser humano. Las consecuencias, por descontado, fueron feroces e inclementes. Su mujer lo abandonó y los amigos dejaron de visitarlo en su caserón de las afueras, las editoriales le dieron la espalda y lo sepultaron bajo el manto del silencio. Enfermó y después se recuperó, aunque no del todo, y arrastró su maltrecha salud hasta que su cuerpo no pudo más y cayó rendido una mañana soleada de abril. Vivió sus últimos días instalado en la soledad y el miedo. Pero ésa es otra historia.

Él escribió una fábula en una revista literaria de los bajos fondos del DF y el pueblo de Los Duendes, que limita con Villaviciosa y Genoveva, todos pueblos malditos del desierto de Sonora, quedó deshabitado de la noche a la mañana, como por arte de magia, cuando sus vecinos, dejando incluso sus pertenencias, abandonaron el municipio y desaparecieron sin dejar rastro. Rápidamente se asoció este insólito hecho al relato del escritor, cuya trama versaba sobre la vida privada de los viejos y jóvenes muertos que habitan los cementerios del norte de México y que con la llegada de la noche conversan entre ellos y desvelan, a voz en grito, los secretos de quienes aún siguen vivos y maceran la tierra con sus impertinentes hábitos. Hubo quien le recriminó públicamente y hubo quien pensó que todo era una horrible casualidad. Hubo quien dijo que estas cosas sólo pasan en México porque México es el espejo del Purgatorio. En cualquier caso la noticia cruzó el país entero y Rodrigo Piña Matute, ávido como era, aprovechó el momento y se autoproclamó responsable del escándalo, hizo entrevistas y pregonó a viento y marea ser portador de una literatura afilada y mortífera, capaz de sacudir la realidad como hace el viento oceánico con el frágil velero. Aquí podría acabar todo: lo demás, aunque haya que contarlo, es lo de menos.

Meses más tarde se supo que los habitantes del pueblo de Los Duendes abandonaron el pueblo para protestar contra el olvido que sufrían por parte del Estado. Huyeron al sur, a donde siempre se huye, y sólo Dios sabe qué fue de ellos. También se supo que después de esta revelación otros pueblos, todos del norte mexicano, hicieron lo mismo y arrojaron más luz a lo que ya por entonces se conocía como la “Revolución de la fuga”, ahora incluida en las enciclopedias. Poco a poco la gente se olvidó del engaño que quiso propagar Rodrigo Piña Matute y su reputación comenzó a caer en picado; los medios de comunicación borraron las pruebas en las que el escritor se jactaba de haber movido un pueblo con su lápiz y su figura, antes adulada y muestra de orgullo de todo un país, quedó relevada a la de un simple necio.

Los Duendes ya no existe, tampoco Tuculupe ni Nueva Venecia. Mandorja no existe. La Quilpá no existe. Lo que sí existe es un cielo azul como el fondo del mar, un cielo que antes cubría estos pueblos y se extendía hacia los límites del horizonte y que ahora lo que tiene debajo no es más que el erial inerte de los sueños y de las pesadillas. El sol extremo que se alza sobre un continente en llamas.

*Nota. El nombre de Rodrigo Piña Matute es falso, como lo son los nombres de los pueblos que se encuentran en el relato. La historia, o mejor dicho, el germen de la historia, es verdadero, y también es cierto que se dio en México, e igual de cierto es que existió una “Revolución de la fuga”, eso sí, con otro nombre, y que los revolucionarios que participaron en ella son los verdaderos héroes. El último héroe, en fin, es la literatura.

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3 comentarios

  1. 1. Sara Sarutte dice:

    Hola Hans, me encantò el relato, la hsitoria es fascinante, el asunto es que està redactado de manera tal que me costò entender que culpaban al escritor de la fuga. El pàrrafo que comienza con “Él escribió una fábula en una ..” me fue muy confuso y debì releerlo varias veces para entnder completamente.

    Saludos.

    Escrito el 2 diciembre 2015 a las 14:47
  2. 2. beba dice:

    Hola, Hans:
    Manejas un vocabulario abundante, rico y gramticalmente correcto. Un argumento muy interesante. Pero, a mi modo de ver, es demasiado extenso para el límite que nos hemos fijado, de 750 palabras; estimo que ese es el motivo de que todo aparezca muy enredado e impersonal; pcomo quien arma a los apurones una valija sin tener bien en cuenta lo que habrá de útil en ella.
    te aconseja, para una próxima vez, determinar claramente los límites de la historia y compactarla en un molde: introducción, nudo y desenlace.
    Saludos

    Escrito el 4 diciembre 2015 a las 19:41
  3. 3. Cryssta dice:

    Hola Hans, tu relato me ha gustado y está bastante bien escrito, sólo te haré unos pocos apuntes:

    – Le iría mejor más puntos y aparte para no cansar al lector y falta alguna que otra coma.
    – Repites lo de la revista literaria del DF
    – Hay tres “Hubo” muy seguidos, creo que quedaría mejor poner “Hubo quien le recriminó públicamente y quien pensó que todo era una horrible casualidad. También quien dijo que…”
    – En “se supo que los habitantes del pueblo de los Duendes abandonaron el pueblo para…” sobra “del pueblo”

    Felicidades por tu relato. Un abrazo.

    Escrito el 16 diciembre 2015 a las 12:02

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