El lápiz mágico - por Mª Luisa Pérez Rodríguez

Web: http://marialuisaperezr.blogspot.com

EL LÁPIZ MÁGICO
¿Sabes?, hoy me he encontrado un lápiz. Es un lápiz viejo, gastado y bastante sucio. De color rojo, pero feo. No obstante, al verlo en el suelo, no he podido evitar agacharme y cogerlo. Seguramente se le habrá caído a algún estudiante, un adolescente despistado que no se ha dado ni cuenta que lo ha perdido. O, puede que lo haya extraviado algún pintor de la vieja escuela y que en su interior conserve todos los dibujos todavía no trazados. No obstante, me ha gustado pensar que no se encontraba allí por casualidad, sino que estaba en el suelo para que yo lo encontrara. Y así ha sido.
Un lápiz, este, es el vehículo que contiene todas las formas del mundo, todos los sentimientos, todas las palabras y solo con presionarlo sobre un papel, dejan de ser invisibles. Con sólo un lápiz, o sea una mina de grafito y una madera que la envuelva, puedo escribir las cosas más pequeñas y las más grandes: que te quiero, por ejemplo. Que me vuelve loco despertarme a tu lado cada mañana. Que tus besos se quedan en mi boca todo el día desde que me los das cuando te marchas.
Te estoy escribiendo con este lápiz rojo y sucio, y sin saber porqué, me salen todos los pensamientos que me acercan a tu persona, sin proponérmelo, sin tener un objetivo claro de lo que estoy haciendo. Sólo sé que el tenerlo entre mis dedos, me da una seguridad en lo que escribo que nunca antes había sentido. Las palabras se dibujan solas. Son grafismos con matices grises. Anchos algunas veces, finos en otras. Las emes salen rectas, picudas, potentes. La eses en cambio, bailan en la superficie blanca con voluptuosas curvas y ¿sabes?, cuando tengo que trazar las barrigudas pes, o las bes mayúsculas, son como pompas de jabón que crecen y crecen, ocupando un espacio, cerrándolo, como con el círculo de la O. Impresionante la O. Acapara la mirada allí donde esté. Es potente, certera, acaparadora. Todo para ella. La O.
Supongo que ya te habrás dado cuenta de ello. De la magia que mi lápiz rojo tiene. Transmite mi fuerza, mi pasión, mi estado de ánimo. Al escribir tu nombre, SOFÍA, el pulso se me acelera y tengo que sujetarlo con más fuerza, porque brinca sobre la superficie blanca, está vivo. Cuando, como una ráfaga, en mi pensamiento se apodera la idea de perderte, tiembla mi mano, guiada por el corazón y tengo que calmar esta mano que sujeta el lápiz. El lápiz puede más que mi pensamiento, que mi deseo.
SOFÍA, tiene ritmo, música cuando la escribo con el lápiz. En la I, sube el tono, la intensidad que acompaña el sonido y vuelve a caer con la A, que, alargada mantiene la resonancia durante todo el trazo con el que estiro y estiro la línea gris, casi negra, y con la que fijo tu nombre, tu querido nombre al papel, para siempre. Sin posibilidad de borrar, o tachar. Para siempre.
El lápiz estaba en el suelo, para que yo lo encontrara, seguro. Y la carta que has leído, no es ésta. Es la escrita con el lápiz. El lápiz mágico, y está claro que no se encontraba allí por casualidad. Las casualidades no existen. Esta es una burda copia de ordenador. Sin sentimientos ni pulsaciones