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El lápiz mágico - por Bertichuela

En el momento en el que mi cabeza reposa en la almohada, mi mente empieza a funcionar como una maquina a toda potencia, como el motor de un coche revolucionado. En ella se agolpan todas esas palabras que un día tuve que decir pero que nunca salieron de mi boca.

Mis labios parecen sellados, mi garganta ejerce de carcelera de todas esas ideas que quieren ver la luz pero que se quedan atrapadas dentro de mí cumpliendo una penitencia autoimpuesta sin poder ver un nuevo amanecer. La noche les da cobijo y solo la luna las escucha.

La impotencia se adueña de mí, es muy difícil discernir el motivo por el cual tu cuerpo no hace caso a tu mente. Dos entes, que debiendo trabajar unidas, eligen inconscientemente, caminos diferentes que se alejan el uno del otro. Materializar lo que se siente se hace complicado cuando no puedes hablar con tus seres queridos porque en el momento en el que las emociones cobran protagonismo, tu cuerpo se paraliza dejando de ser dueño de sí mismo. Duele en el alma no poder pedir perdón por algo que realmente sientes, no ser capaz de decirle a un amigo lo importante que es él en tu vida, apoyarle en sus momentos débiles o hacerle saber que tú también lo necesitas. Porque cuando el silencio se impone en ti, impide que des forma a esas palabras necesarias, y es entonces cuando vienen las lágrimas, capaces de arrastrar con todo en buscan de un consuelo que no existe.

Es desgarrador sentir como la mayoría personas se alejan poco a poco de ti, creyendo que es la desconfianza la que no deja que se acerquen a tu corazón. Pocas son las que tratan de superar esos muros tan altos, las que luchan contras las adversidades con tal de seguir a tu lado intentando comprenderte.

Comprender, ¡qué ardua tarea! Pecamos al creer que somos capaces de ponernos en el lugar de los otros fácilmente, pero no. No, no lo es, porque debemos esforzarnos mucho más al enfrentarnos a lo desconocido, cuando no hemos visto lo que intentamos entender, cuando no hemos sentido como ellos. Entonces, si ese esfuerzo no se ve recompensado desfallecemos en el intento. Dejamos de esforzarnos al no percibir una meta clara. De esta forma, en el momento en que la niebla impide ver el final del camino, es cuando hasta los más valientes, los más persistentes abandona la carrera.

Pero qué pasa si me apoyo en un lápiz. Sí, en un simple lápiz. Todo cambia, se abre ante mí un mundo de posibilidades capaz de llenar mi mundo de colores. El nudo en la garganta sigue estando ahí, impidiendo que las palabras salgan. Las lágrimas recorren mi rostro, pero pese a que mojen el papel no impiden que mis manos se detengan, que abra mi corazón con la ayuda de mis manos y que muestre al mundo lo que escondo en mi interior. Gracias a un lápiz mi mundo vuelve a girar, me siento ligera como una pluma porque al fin suelto mi lastre. Lastre que se materializa en las disculpas que nunca pedí, las confesiones que nunca dije, los consejos que jamás di, los sueños que no compartí o los te quieros que no trasmití.

Así es como un lápiz deja de ser un simple y frágil lápiz para pasar a ser un lápiz mágico. Lápiz mágico, que con sus poderes me concede deseos, me regala sueños, me crea ilusiones. En definitiva, un simple lápiz que me otorga la vida.

Porque, ¿quién puede vivir sin sueños, ilusiones y, en definitiva, sin compartir?

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3 comentarios

  1. 1. Wiccan dice:

    Buenas Bertichuela,
    Me ha encantado tu relato, ¿quien no ha sentido cosas que no se atrevió a decir? Me he sentido muy identificado por muchos motivos y creo que la forma que tienes de plasmar los pensamientos del narrador es perfecta, como valoras la misma idea desde diferentes perspectivas: la lucha interna del que lo siente, la realidad de su entorno, la actitud que pueden tomar o no en ese entorno y las consecuencias de todo ello para la persona. Y el utilizar el lápiz como una forma de dar rienda suelta a ese mundo de emociones interno es genial, creo que cualquier persona que escribe una historia está plasmando de alguna forma su manera de ver y sentir las cosas. Vamos, que te felicito.
    En cuanto a la forma creo que está muy bien llevado, la narración en primera persona queda muy bien para identificarte con los sentimientos expresados. El ritmo de las frases es bueno, muy propio de una meditación personal. Solo noté algunos fallos de revisión, por ejemplo:
    – “Dos entes, que debiendo trabajar unidas”: debería ser unidos.
    – “capaces de arrastrar con todo en buscan”: se te colo la n en buscan.
    – “sentir como la mayoría personas”: entre mayoría y personas falta “de” o “de las”.
    – Aunque se repite la palabra lápiz muchas veces en el último párrafo creo que queda bien para darle importancia, pero utilizar dos veces el adjetivo simple sí se me hizo repetitivo, yo sustituiría el segundo por un sinónimo.
    Por lo demás, gran trabajo!!!

    Escrito el 30 noviembre 2015 a las 19:25
  2. 2. Bertichuela dice:

    Muchas gracias Wiccan!!!

    Me alegra que te haya gusta, la verdad es que es la primera vez que participo y no estaba muy segura de hacerlo, pero al final me lancé. Al fin y al cabo esto es un taller para aprender y he apreciado mucho todos los comentarios, porque de todos ellos he aprendido algo que me ayudará a mejorar.

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 16:13
  3. 3. Ratopin Johnson dice:

    Hola Bertichuela,

    Sin palabras me he quedado. Impresionante, enorme, de verdad.
    Qué manera de expresar eso que nos atenaza a todos, y que nos ahoga y que nos hace poner distancia con los demás.
    Hay ciertas personas que no logro entender como son capaces de soltar volcanes por la boca y luego incapaces de pedir perdón. Otra cosa es no saber decirle a alguien que le quieres, que se yo, por timidez, o quién sabe, pero para eso están los gestos. Los hechos hablan por sí solos, como se suele decir.
    Después de estas refelexiones (pocas, porque esto da para mucho)… no se qué párrafo me gusta más. Además, qué bien se lee, que lenguaje más fluido y qué hondo cala.

    Fantástico Bertichuela, voy a recomendar que vengan por aquí a leerte

    Saludos

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 20:48

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