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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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El lápiz mágico - por Cristian Faraday

Web: http://www.wattpad.com/user/CristianFaraday

El autor/a de este texto es menor de edad

Pronto moriré, pero eso no significa que me la vaya a pasar lamentándome, más aún al recordar mi relación con el escritor.

Soliamos ser un equipo, él tenía las ideas y yo las plasmaba en papel, esa era nuestra forma de ser. Juntos creamos una infinidad de textos, desde poemas de amor y melancolía, hasta relatos extravagantes. Algunos dirigidos a la persona de quien él estaba enamorado, otros, sólo una bazofia. No importaba el motivo o quien lo inspirase, siempre escribíamos, ya fuese de día o de noche, un minuto o varias horas, siempre estábamos trabajando en un escrito.

Yo solía ser la envidia de las plumas. No se podían creer que el escritor me prefiriese a mí antes que a ellas, y eso que presumían de ser las mejores con su punto fino, su calidad de tinta, cuerpo metálico y toda la cosa. Admito que sólo llegué a sentir envidia del teclado. De todo lo que yo escribía, él se encargaba de quitar, poner, cambiar y corregir cada palabra que creía necesaria. Mi obra rara vez pasaba tal y como era escrita, y lo que el teclado escribiese, terminaba por ser lo que se publicase. Por ese motivo le tenía envidia. Pero bueno, no es momento de empezar a echar pestes de mis compañeros de trabajo.

Hablando de compañeros, el papel me llegó a decir una vez que yo era una especie de lápiz mágico, ya que al tomarme el escritor, parecía que las historias fluían solas. En ocasiones bromeábamos sobre él, puesto que este parecía un poseso al momento de plasmar sus ideas. Solíamos decir que mientras el se distraía, yo le lanzaba un hechizo para tenerlo bajo mi poder como un esclavo. "Mira su cara", solía decirme el papel. Era divertido ver sus gestos de concentración. En ocasiones, no podíamos soportar más la risa al verlo y terminabamos carcajeándonos a sus anchas, lo cual por supuesto, solía generar rayones, letras raras y en situaciones poco comunes (y desafortunadas para mí) el que mi punta se rompiese. Cuando esto último sucedía, empezaba a temblar de miedo, pues sabía que era hora de afilarme en el sacapuntas. Siendo sincero, lo odiaba, siempre con su hoja afilada acariciándome lascivamente, acortando mi vida con cada abrazo suyo; pero he de admitir que si no fuera por él, entonces el escritor me hubiera botado a la primera.

Trabajar con el escritor a veces se tornaba difícil, en especial cuando sufría del afamado: "bloqueo creativo". Cuando esto sucedía, lleno de ansiedad, me tomaba y empezaba a girarme entre sus dedos, mareandome hasta casi vomitar. O también me tomaba de un extremo y empezaba a golpearme contra el papel, dejándome con una jaqueca terrible. Por si fuera poco, a veces empezaba a mordisquearme, llenándome de esta forma con su saliva, lo cual en si ya era lo suficientemente repugnante.

Aún con todo y sus manías, el escritor era un buen tipo. A su lado me sentía sumamente especial, no importaba a donde se dirigiera, yo siempre lo acompañaba. Me sentía como un pequeño cañón listo para disparar letras en cualquier momento. Y así sucedía, ya fuera en el transporte público, en el trabajo, en el parque, en la playa, en cualquier lugar; siempre plasmabamos algunos renglones o versos, dependía de su estado de animo la extensión de cada linea. En definitiva, yo era su lápiz mágico, y estoy seguro que me usará una última vez, después de eso otro lápiz tomará mi lugar, y puede que el escritor se olvide de mí, pero yo nunca lo olvidaré.

Algo empieza a suceder, la bolsa se está abriendo, una mano comienza a entrar, es el escritor. Rebusca un poco hasta encontrarme, me toma una vez más y me lleva fuera. Pasándome entre sus dedos, me mira con aires paternales. La hoja espera abajo sobre la mesa, me acerco a su cuerpo y bailo sobre ella al compás de las ideas del escritor. Plasmamos una sencilla linea, me levanta del papel y me lleva a la altura de su mentón. Juntos observamos lo que se acaba de escribir:
"El lápiz mágico"

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3 comentarios

  1. 1. Anoide dice:

    ¡Qué bien haberte encontrado! Yo fui una de tus comentaristas y quería decirte personalmente que me gustó mucho lo que escribiste. Fue un placer leerte en primicia 😛

    ¡Saludos!

    Escrito el 29 noviembre 2015 a las 17:56
  2. 2. T. Arévalo dice:

    Me ha encantado tu relato. Un relato redondo, perfectamente escrito, un gran personaje por el que he llegado a sentir verdadera pena, manda narices…
    Es de lo mejor que he leído. Eres un fenómeno escribiendo, mis más sinceras felicitaciones. Sigue así y llegarás lejos..

    Te invito a leer mi relato y a que lo comentes. Un saludo
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-29/4377

    Escrito el 29 noviembre 2015 a las 23:04
  3. 3. Cristian Faraday dice:

    Ésta ha sido la primera vez que participo en el taller y me ha agradado la experiencia.

    Anoide, gracias por tus comentarios, es gratificante saber que me has leído en primicia. Un abrazo grande.

    T. Arévalo, un placer el que te haya gustado la historia, y pues sólo soy un joven apasionado por el arte de escribir, el cual aún tiene mucho que aprender. Un saludo.

    Escrito el 30 noviembre 2015 a las 02:58

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