el lapiz magico - por ortzaize

EL LAPIZ MAGICO.
Hoy es un día especial para Juana, se despierta muy ilusionada y con ganas de trabajar en su nueva y bonita profesión.
Juana vive con sus padres y cuatro hermanos más pequeños a las afueras de la ciudad en un barrio marginal. De origen humilde, su padre obrero y su madre limpiadora, tienen que hacer un gran esfuerzo por salir adelante día tras día.
Para ir a estudiar a la escuela, Juana tenía que recorrer varios kilómetros, como era mujer, muchas veces se sintió discriminada. Sin embargo, ella no falló ni un solo día, sus compañeros se mofaban de ella, no lo tenía fácil, pero eso le hacía crecerse en las dificultades.
Ayudada por alguna profesora que creyó en su esfuerzo, había llegado hasta aquí.
¡Hoy era su día!
La profesora de la academia, con las mejores alumnas, había formado un grupo y allí, junto con seis compañeras estaba ella en la lista.
¡Por fin! Después de haberles dado el titulo la semana anterior, iba a comenzar a trabajar en aquello que había soñado desde niña.
El día de la entrega de diplomas fue muy emocionante: sus padres y uno de sus hermanos acudieron al acontecimiento, habían ido con sus mejores vestidos, esos que su madre guardaba por si se producía algún hecho y requería ir elegantes. Su padre tuvo que visitar a su vecino Raimundo, que era mucho mayor que ellos, para que le pusiera el nudo de la corbata, su madre llevó unos zapatos de tacón prestados que le quedaban bastante holgados.
La ilusión que tenían los cuatro camino del Hotel era tan grande, que volaron por aquellos caminos casi todos sin asfaltar para llegar a la parada del autobús que les conduciría al centro de la ciudad.
¡Al fin un miembro de su familia iba a recibir un título! aquello era una novedad para todos, un orgullo para sus padres y hermanos, y para todo el clan familiar.
Juana estaba muy nerviosa, al llegar al hotel se juntó con sus compañeras a la espera de recibir pautas de las profesoras: cómo tenían que recibir el diploma, sonreír para la foto, y el beso de agradecimiento a la directora.
El programa comenzó con una charla corta de bienvenida a las familias por parte de la directora. Después fueron pasando las alumnas según las iban nombrando a recoger su título de Esteticistas, con el cual podrían ejercer en el futuro.
A Juana le temblaron las piernas según iba avanzando por la alfombra roja, era mucha la responsabilidad que tenía en esos momentos. ¡Qué emoción!, aquel pergamino ya lo tenía en sus manos.
Con letra gótica se leía:
DIPLOMA DE ESTÉTICA Y VISAGISMO Y CORPORAL
A FAVOR DE JUANA GIMENEZ.
FIRMADO: DOLORES GARCIA.
PROFESORA Y DIRECTORA DE U.P.M. ESTETICA.
Lo que más le gustaba de su profesión era poner sus lápices y pinceles en su mano , por arte de magia, trasformar el rostro de aquella persona para que en el escenario hacer de abuelo, cuando solo tenía veinte años, o en aquella cara risueña, hacer un ceño fruncido y unas arrugas de 80 años.
El maletín fue un obsequio de la academia a todas las alumnas que habían conseguido el titulo, estaba lleno de sombras, lapiceros, brochas, correctores, rímel, pestañas postizas, palitos de naranjo, barras, fluidos y un sin fin de productos necesarios para comenzar aquella bonita y gratificante profesión. Le iba a servir para que, aquel día 10 de Junio con el grupo de sus compañeras, fueran a caracterizar a los actores al Teatro Maravillas, donde los artistas se trasforman y pasan de una vida a otra gracias a las esteticistas.
Juana estaría allí, volando con sus lápices y pinceles nuevos, los estrenaría para dar vida a un personaje de cuento.
Era su primera práctica, y si lo hacían bien, sus profesoras les encargarían a las seis recién salidas de la academia poder atender aquel teatro durante esa temporada y les pagarían un salario.
Así que, Juana cogió sus lápices, y el rostro de aquella jovencita que tenía que envejecer 50 años poco a poco la transformación se iba realizando, Parecía como si sus manos, lapiceros, brochas y productos fuesen todo uno. Su mundo había comenzado.
¡Juana era feliz!