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El lápiz mágico - por Sabas Efrain Bou

Pedro tenía doce años y hacía unas tres semanas, su padre falleció en el hospital a raíz de un inesperado infarto del que nada se pudo hacer para salvar su vida. Desde aquel momento, la suya, cambió radicalmente pues se quedaron solos su madre y su hermano pequeño de apenas tres años de edad. Era un niño tímido, algo gordito, lo que le ocasionaba no pocos problemas en el colegio pues todo el mundo se reía de él. Todo esto, le ocasionaba una mayor angustia e impotencia, pues siempre se había apoyado en la figura de su padre y ahora él no estaba. Su frustración era por tanto en estos momentos mucho más intensa, lo que en ocasiones le hacía llorar por los rincones camino a casa, cuando salía del colegio, escondiéndose para que nadie le viera. Además para colmo de males tenía que presentar a finales de la semana, una redacción en clase y se le daba bastante mal improvisar y escribir una historia. No era un chico con excesiva imaginación, pues siempre estaba angustiado y acomplejado lo que le hacía ser poco imaginativo, manteniendo su autoestima por los suelos, que sumado a las burlas que sufría de sus compañeros de colegio, hacía que su mente todavía se hundiera más en el fango.
Era miércoles y apenas quedaban dos días para presentar la dichosa redacción, y todavía no sabía ni siquiera de que asunto iba a tratar. Por no tener no tenía ni el título. Entró en su casa y desde lejos saludó a su madre, que estaba sentada en el salón, viendo un programa en la televisión de esos que suelen tratar cotilleos de famosillos e inútiles, cuyo único “curriculum” en la vida, consistía en haberse ligado a un personaje de la farándula o la aristocracia, y haberse quedado embarazada o embarazar a uno o una de ellos. “Buen ejemplo para una juventud que tiene que sacar adelante el futuro de un país.”
Dejó la mochila en los primeros escalones de la escalera que accedía a las habitaciones de arriba y se dirigió a la cocina. Abrió la nevera, cogió el Tetra Brick de leche y le echó un trago, mientras sacaba de los muebles de la parte de abajo, la caja metálica de galletas.
Volvió al hall y cogiendo la mochila subió las escaleras hasta llegar a su habitación. Arrojó el pesado macuto sobre la cama, en donde no cabían más prendas ni de vestir ni de otro tipo. Se sentó enfrente del ordenador que ya tenía encendido, descargando del “emule” varias películas de acción que eran las que le gustaban, pues se ponía en el lugar de los héroes y se sentía por una vez en su vida, alguien importante; pero ahora tenía que empezar a pensar en la redacción y de qué “jodienda iba a escribir”. Abrió el Microsoft Word y a los pocos segundo apareció la primera página en blanco en la pantalla del ordenador, y al instante su mente de dispersó y empezó a ver la imagen de Margarita en el fondo de su inconsciente; esa compañera de clase que le tiene loco y que nunca se atreve a hablar. Sus cabellos negros rizados que le caen por los hombros y la espalda, esa piel tan limpia y suave y esos ojos de un marrón rabiosamente oscuro que le brillan en el ambiente tan puro y hermoso que le rodea. Se imagina bailando con ella un vals al ritmo de “love me like you do” de Ellie Golulding, sintiéndose el hombre más afortunado del mundo, lleno de plenitud y amor, que rebosa por todos sus poros.
Y ahora, “Together Again” de Janet Jackson, le hace volver a la realidad.
Las once de la noche: otro día perdido.
Hora de cenar y dormir para madrugar mañana. Bajó a la cocina y dejó el ordenador como estaba: la primera página del Word en blanco.
De repente la oscuridad de la habitación dejó paso a una luz blanca e intensa que dibujaba la silueta de un Ángel, acercándose flotando al teclado del ordenador: el lápiz mágico que plasmaba las palabras en la pantalla. Comenzó a golpear las teclas frenéticamente y como por arte de magia, surgieron las letras, plasmándose en esa primera hoja del procesador de textos: “bellas palabras de amor y esperanza que hablaban de un mundo feliz”. Cuando terminó de escribir, el Ángel de la Guardia de Pedro, SU PADRE, desapareció de nuevo en la penumbra. Pedro, despertó.

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2 comentarios

  1. 1. José Torma dice:

    Que tal Sabas.

    Tu relato es un poco complicado de acotar. Tienes varios tiempos verbales que descolocan desde el inicio.

    “Pedro tenía doce años y hacía unas tres semanas, su padre falleció en el hospital a raíz de un inesperado infarto del que nada se pudo hacer para salvar su vida.”

    Mi sugerencia:

    «Pedro tenía doce años cuando su padre falleció.»

    Hay que pensar y sobre todo leer en voz alta para darnos cuenta de posibles yerros que tengamos en nuestra escritura.

    Te recomiendo tambien, utilices el punto y aparte para darle mas fluidez y aire a tu relato, que sufre por lo apretado.

    Ten cuidado con la informacion que nos das y preguntate si le aporta algo al relato. En caso de que no sea asi, obvialo y tendras un mejor resultado.

    El mejor consejo que te puedo dar es ese, que leas en voz alta lo que escribes y ahi notaras si tu puntuacion es la correcta o como modificarla. Busca un grupo de dos o tres personas que lean tu texto antes de enviarlo (las conocemos como Beta lectores) ellos te pueden auxiliar en como mejorar tu texto.

    Saludos.

    Escrito el 2 diciembre 2015 a las 19:45
  2. 2. Leonel Esteban Bracco dice:

    Hola Sabas, tu relato no me termino comprando pero tampoco está mal, así que no te desanimes que puliendo un poco el texto tienes algo lindo ahí.
    Para empezar te diría que trates de poner algún diálogo, aunque sea un diálogo interno del chico, para darle más fluidez al texto, que se torna un tanto trabado.
    Otro tema importante como ya te mencionaron en el otro comentario, es que hay partes del relato que no aportan nada, que quizá sería mejor reemplazarlas por cosas que tengan más relación con la trama principal, podrías haber mostrado algo más de esa chica que le gusta o de su padre, por ejemplo. Tenemos 750 palabras, cada una cuenta.
    Un saludo y nos leemos.

    Escrito el 6 diciembre 2015 a las 15:05

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