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El lápiz mágico - por Aurea

Laura intuía que la realidad no era tan sólo aquello que habían visto, hasta el momento, sus grandes y despiertos ojos. Tampoco creía que fuera aquello que le hacían aprender tediosamente en la escuela. Ella sabía que en las profundidades de su imaginación y de sus sueños, residía gran parte de los misterios que, inconscientemente, se había propuesto resolver.
Durante días, la particular niña, estuvo presintiendo que algo distinto se aproximaba. Soñaba con misiones y aventuras imposibles y, al despertar, sospechaba que fuerzas invisibles y desconocidas le estaban comunicando, mientras dormía, algún tipo de mensaje.
Cuando salía de la escuela, sentía una ligera y momentánea libertad, y se dirigía sola hacía su casa vacía. Laura siempre levantaba su rostro hacía arriba, respirando, observando. Primero percibía las copas de los árboles a duras penas subsistiendo en medio de la caótica ciudad, casi siempre sentía que el movimiento de las ramas era pobre y silencioso; exploraba si había algún “habitante de los cielos”, como llamaba ella a las aves que sobrevolaban la ciudad, y afortunadamente siempre topaba con algún hermoso pajarito revoloteando entre las ramas; finalmente observaba el cielo casi siempre azul, pues en su ciudad nunca llovía, y aunque ella adoraba el cielo, comenzaba a aburrirse de su invariabilidad.
La única lluvia conocida era la de sus propios ojos que brotaba cuando, encerrada en su habitación, recordaba las charlas con su abuelo. Sabía que esas lágrimas que se deslizaban por sus mejillas eran un ejemplo del agua pura de la naturaleza que tantas veces le contaba él. Aquellos parajes que sólo había podido conocer mediante fotografías y películas. No entendía como se habían podido extinguir esos maravillosos parajes, tan llenos de vida. Aunque sentía una leve esperanza, pues todavía quedaba un lugar semejante al otro lado del planeta, extremadamente protegido para la supervivencia humana. La única naturaleza que ella conocía eran aquellos contados árboles asfixiados que intentaban resistir en las avenidas.
Un día, al salir de aquella jaula escolar, casi sin mirar, sintió algo muy distinto en su interior. Todo el entorno tan perfectamente conocido lo sentía distinto: el olor frío, el rumor de la brisa, el cielo ennegrecido, la ausencia de habitantes de los cielos… Incluso lo más extraño fue no escuchar el sonido de los coches, las sirenas, las bocinas… La urbe estaba desértica y quieta como si un apocalipsis se estuviera aproximando. No veía absolutamente a nadie por la triste avenida. Supo que sucedía algo que tenía relación con esos presentimientos y sueños recientes.
Así que Laura se dispuso a investigar, a escrutar toda la ciudad. No sentía miedo, más bien al contrario, se sentía más viva que nunca. Ya que este cambio, del medio en el que habitaba cada día de su corta vida, aunque algo espeluznante, le acercaba a algo desconocido, a una ruptura definitiva con ese mundo tan corrompido, artificial y automatizado. Hasta sus padres parecían auténticas maquinas, sus comportamientos eran muy cuadriculados; la esperanza y el amor ya no se observaba entre la gente. No soportaba ver como la ciudad se ahogaba en su propio, e irreal, artificio.
Durante esa inspección sólo se cruzo con una anciana que parecía hablar en delirio. Decía algo así cómo “el mundo llega a su final, yo lo advertí, todos se van a ningún lugar”. Repetía aquella frase una y otra vez igual. Laura sabía que lo que anunciaba aquella pobre vieja podía ser cierto, pues se había dado cuenta que las personas más sabias y buenas, eran los ancianos. Ellos sabían la gravedad de ir perdiendo la naturaleza de la tierra.
Corrió hacía casa. Al entrar observo que estaba totalmente deshabitada. Toda la ciudad había desaparecido. Sus padres se habían ido. La habían dejado sola, y en realidad no le extrañaba, pues nunca sintió su amor y cariño. Mas no les culpaba, pues eran robots sin sentimientos. Velozmente se dirigió a su cuarto y cogió el único objeto que le dejó su preciado abuelo antes de morir. Recordó sus palabras “Si un día las cosas se ponen feas, utilízalo y confía”. Cogió aquel lápiz, recordando sus sueños premonitorios en los que había una puerta. Dibujo una en la pared de su habitación y con la mano en el corazón, inspirando fuerte y confiando abrió la puerta. Sorprendida y dichosa pudo ver al otro lado un lugar parecido a una selva, sin pensar se adentró en aquella vibrante y viviente atmósfera sabiendo que comenzaba su aventura, asegurándose que cerraba bien aquella puerta mágica.

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4 comentarios

  1. 1. Dianet dice:

    Muy bonito y triste a la ves. Ya iba imagindo todo lo que iba contando la joven. Felicidades, saludos.

    Escrito el 30 noviembre 2015 a las 20:12
  2. 2. Dianet dice:

    uufff, Perdón 🙁 por mis fallos

    Escrito el 30 noviembre 2015 a las 20:18
  3. 3. Cryssta dice:

    Hola Aurea, creo que la idea de tu relato es buena pero aún debes pulir el texto. A continuación te digo lo que yo he detectado que es mejorable:

    – “residía gran parte de sus sueños” tiene que ser “residían”
    – tienes que revisar las comas, sobre todo si va un “y” o un “pues” detrás
    – dices “exploraba si había algún “habitante de los cielos”, tendría que ser “exploraba por si había…” o bien “miraba si había…”
    – escribes “observaba el cielo casi siempre azul” y a continuación “comenzaba a aburrirse de su invariabilidad”, si el cielo era invariable estaría siempre azul, no “casi siempre”
    – la palabra “solo” ya no se acentúa, confieso que a mí también me cuesta dejar de acentuarlo pero hay que ir adaptándose a las nuevas normas de la RAE
    – “Aquellos parajes que solo…” creo que no va bien, sería mejor decir “Le hablaba de parajes que solo había podido…” y en la siguiente frase quitar la palabra “parajes” para no repetir.
    – repites varias veces en el texto la palabra “pues” creo que puedes sustituirla o quitarla.
    – “extremadamente protegido” es lo mismo que decir “demasiado protegido”, sería más adecuado decir “muy protegido”
    – creo que en la frase “Un día, al salir de aquella jaula escolar, casi sin mirar, sintió…” se puede quitar el “casi sin mirar” pues no aporta gran cosa al relato.
    – “olor frío” me parece que no está bien expresado, distinto sería decir “el olor a frío”
    – ya que anteriormente has dicho que la protagonista a los pájaros los llamaba “habitantes de los cielos” cuando los vuelves a nombrar tendrías que volver a ponerlo entre comillas
    – en “Incluso lo más extraño…” sobra “incluso”
    – si dices que no se escuchaba el sonido de los coches sobra lo de “las sirenas, las bocinas” pues se entiende que están incluidos todos los sonidos.
    – es más correcto decir “La urbe estaba desierta”, lo de que está quieta sobra pues sólo se movería en caso de un terremoto
    – la frase “No sentía miedo, más bien al contrario, se sentía más viva que nunca” tampoco la veo bien, sentir miedo no es sinónimo de sentirse muerto, es más, el miedo puede hacernos sentir muy vivos también, de hecho si tenemos miedo es porque vemos peligrar nuestra vida o nuestra forma de vida.
    – “No soportaba ver cómo la ciudad se ahogaba en su propio, e irreal, artificio.” Te olvidaste la tilde en ese “cómo” y lo de irreal creo que también sobra.
    – “Cruzó” lleva tilde al ser palabra aguda acabada en vocal.
    – La expresión “hablar en delirio” creo que no existe, sería mejor decir que hablaba “de forma delirante”.
    – pones “Decía algo así cómo…” ese como no lleva tilde y lo de “algo así” también sobra, está claro que la protagonista ha oído la frase perfectamente pues dice después que repetía aquella frase una y otra vez, lo de “igual” también sobra.
    – después viene un “pues” de los que puedes quitar, te pongo una frase sustitutoria “Laura sabía que lo que anunciaba aquella pobre vieja podía ser cierto, se había dado cuenta de que las personas más sabias y buenas eran los ancianos”.
    – pones “Corrió hacia casa. Al entrar observo que estaba totalmente deshabitada. Toda la ciudad había desaparecido.” “Observó” lleva tilde, “totalmente” sobra pues la casa o está deshabitada o no lo está y lo que habrá desaparecido es la gente de la ciudad, no la ciudad en sí puesto que su casa sigue ahí.
    – no es muy creíble que la protagonista no sintiera nada cuando sus padres se marchan teniendo sobre todo en cuenta que si va a la escuela todavía se encuentra en una edad en la que aún tiene dependencia de ellos.
    – la palabra “preciado” en este caso creo que estaría mejor sustituirla por “apreciado” o “querido”
    – tras “Recordó sus palabras” creo que le iría bien poner dos puntos
    – en la frase “Dibujo una en la pared de su habitación” hay que poner una tilde pues “dibujó” es aguda acabada en vocal y mejor quitar “de su habitación” pues ya sabemos que está en ella
    – “vibrante y viviente” si se ponen juntas hace que se lea como un trabalenguas, yo creo que la frase final quedaría mejor poniendo algo así: “Sorprendida y dichosa pudo ver al otro lado un lugar parecido a una selva; dio un paso hacia delante y tras asegurarse de que cerraba bien aquella puerta mágica se adentró en la vibrante atmófera. Comenzaba su aventura.” De esta forma cierras mejor el relato corto que bien podría ser el primer capítulo de un relato más largo y seguramente muy interesante y que yo te animo a que lo escribas.

    Espero que mi aportación te haya servido de ayuda

    Escrito el 2 diciembre 2015 a las 14:11
  4. 4. Andrés Scribani dice:

    Aurea, me gustó como dejas tu final abierto, pues hace parecer que como ya te mencionaron “podría ser el primer capítulo de un relato más largo”.

    A mi me pareció que tratabas de hacer una crítica a lo grave que seria perder la naturaleza de la Tierra, pero no queda totalmente claro si en efecto es así o no.

    Un detalle más aparte de lo que ya Cryssta indica:
    Cuando mencionas que “Laura siempre levantaba su rostro hacía arriba” estas redundando pues levantar es poner derecho o en posición vertical, y más adelante explicas que se fijaba en las copas de los árboles, dejando claro que eleva la vista.

    Me gusta tu estilo. Saludos.

    Escrito el 5 diciembre 2015 a las 00:06

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