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El lápiz mágico - por Amparo Romero Ranz

El lápiz mágico
Recuperé mi niñez el día que murió mi padre. Hice la cuenta, de los años que habían transcurrido, de los suyos y de los míos, en aquel entresuelo de nuestros abuelos cuando lo vi en amortajado en la misma cama donde, años atrás, él se despidió de su padre.
Las voces infantiles se amontonaron en mi memoria al recorrer el pasillo
Vamos a escondernos Encarnita, debajo de la mesa camilla que no nos vean los primos.
Léeme ese cuento que tanto me gusta del gato con botas. Ese del Príncipe de Carabás
¡A comer!, la sopa se enfría.
¡Subir al desván! Y que no os oiga rechistar. Poneros a mirar revistas.
¿Subimos?
Vale.
Un rosario de recomendaciones acompañaban a la llave que nos daba mi madre. Encarnita, por ser cuatro años mayor, se apropiaba de ella diciendo: “Ahora te la dejo tonto”.
No se os ocurra abrir la claraboya, no corráis que Doña Nati se queja. Dejarlo todo como está. Sentaros en el sillón y no hagáis ruido, a vuestro tío le duele la cabeza y está acostado.
Hoy estoy nostálgico, algunos de los primos ya no están aquí y leo con un sabor amargo la carta de Encarnita.

Querido primo Alfonso:
Siento la muerte del tío y, sobre todas las cosas, siento no poder acompañarte en un día como hoy. El Atlántico es un mar inmenso. Guardo entre mis mejores recuerdos la finca que compartimos con los abuelos donde solo quince escalones separaban tu casa de la mía. Me dices que estás ahí y te envidio. ¿Recuerdas? Treinta peldaños más y los tejados y las chimeneas eran nuestros, siempre que pidiéramos librar la vigilancia y nos asomábamos por la claraboya.
Quiero recordar, en un día como hoy, el juego que inventé para ti cuando murió la Copito ¿Recuerdas? Me gustaría que subieras al desván de nuestros juegos infantiles, de nuestros disfraces y buscaras en el secreter de la tía abuela Margarita su estilográfica. No sé si serás capaz de recordarlo. Ella la usaba para escribir al soldado de sus amores. A ti te gustó mucho que tuviera la tinta roja y no azul, como la de tu padre. El día que estabas tan desconsolado con la pérdida de la Copito yo, te hice creer, que si escribíamos una carta al dios de los gatos la Copito aparecería, el día menos pensado de nuevo en su cesto de mimbre blanca como su nombre.
Luego tuve que consolarte diciendo que las nubes pequeñitas eran la Copito disfrazada.
Querido primo no tardes tanto en escribirme escribe con lo que quieras o conéctate conmigo.
Espero verte pronto.

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3 comentarios

  1. 1. Christian Joseph White dice:

    Buen relato… cargado de una cierta nostalgia personal. Hay varios errores en la redacción del texto y está un poco desprolijo en su estructura, sin embargo, su prosa tiene potencial. Sigue así 😉 ¡Saludos, Ranz!

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 04:23
  2. 2. beba dice:

    Hola, Amparo:
    Has escrito un texto evocativo, lleno de afectos y nostalgias. Es una escritura muy buena y dulce.
    No encontré errores gramaticales
    No está elaborado el marco narrativo: introducción, nudo y desenlace.Tampoco encontré referencia al lápiz mágico, salvo en el título. Pienso que debes marcar con comillas « » las frases textuales de la primera sección.
    Adelante. Saludos.

    Escrito el 4 diciembre 2015 a las 02:01
  3. 3. Manoli VF dice:

    Hola Amparo:
    Tu escena nos presenta a un personaje que añora, más que recupera, la niñez. Ahora bien, es una buena idea que el relato arranque a partir de la muerte del padre y el personaje comience a divagar a raíz de este hecho. Pero como ya te han hecho notar los pensamientos y las frases que forman parte de dichos recuerdos deberían ir entrecomillados o bien en cursiva y esto es aplicable también a la carta.

    La forma de redactar trae como resultado que no se diferencie bien la estructura del texto. Y cuidado también con ese error de apreciación en: “Ese del Príncipe de Carabás” cuando haces referencia al clásico cuento de “El gato con botas” en realidad el personaje al que aludes no es un príncipe, sino un marqués: el marqués de Carabás.”

    Espero haberte ayudado.

    Nos seguimos leyendo. Un saludo.

    Escrito el 4 diciembre 2015 a las 12:20

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