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El Lápiz Mágico - por Oda a la cebolla

El Lápiz Mágico

En un Mundo que avanza tan rápido, ya casi nada nos sorprende.
Las cosas sofisticadas nos invaden, pero hay veces en las que
seguimos escuchando interesantes historias que cuentan cómo una
persona puede ser feliz con algo sencillo.
Es lo que le ocurre a mi vecina. Ella me lo refiere casi a
diario. Creo que la de hoy ha sido la décima vez, pero, aún así,
a mí me gusta que lo haga. Me narra toda una vivencia repleta de
notas sensibles, mientras se le vidrian los ojos y se siente la
persona más encantada de todas. Irradia alegría por sus cuatro
costados. Si todo esto le ocurre a alguien de edad avanzada y no
especialmente expresiva, mi "oficio" de receptora es, si cabe,
más gratificante. A veces, tan sólo cinco minutos de charla con
quien los necesita se convierten en su medicina más potente y
oxigenante.
En su infancia, nunca faltaron regalos de sus conocidos y
familiares cercanos cada vez que volvían de un viaje interesante.
Ella los deseaba, esperaba y abría siempre entusiasmada. Solían
ser juguetes y ropas de buen gusto y calidad, con los que todos
ellos entretenían las tardes a la salida del colegio. Tal y como
me cuenta, se trataba de cosas nada complejas pero llenas de
ilusión. Aquellas cajas de regalos exquisitamente decoradas
escondían trenes de metal, soldaditos de plomo, casas de muñecas
a escala y caballos hechos de trapos y saco. Su madre les preparó
toda una habitación para que la repletaran de entretenimiento.
Sin embargo, lo que más ilusión le haría siempre fue un
pequeño lápiz con dibujos en color amarillo que su padre le
compró en alguno de sus muchos viajes por Europa. A ella misma
también le sorprende que aquella pieza tan simple fuera lo que
más le llenase de alegría entonces. Pero más sorprendida quedé
yo cuando me comentó que aún lo sigue conservando y ¡usando!
—¿Cuántas cosas puedes hacer con una muñeca, un tren, un
soldadito o un caballo de tela de calcetín? —me pregunta—. Pues
la verdad es que sólo unas pocas. Quizá con una bonita muñeca
puedes imaginar algún momento más interesante. Sin embargo, con este lápiz tan ligero se me ocurren infinidad de ellos. Escucha
bien. Puedo ponerme a dibujar figuras, a diseñar, a anotar la
lista de la compra, a escribir relatos con los que participar
en un taller de escritura o a maquillarme. Sí, sí, a mí también
me costó darme cuenta, pero si caliento un poco su fina punta
consigo convertirlo en un delineador. Impresionante, ¿verdad?
Pues tampoco queda ahí la cosa, porque cuando ando nerviosa o
estresada me pongo a dibujar líneas rectas e "infinitas". Si
estoy triste ese día, dibujo círculos concéntricos. Y si estoy
muy ilusionada con algo, son estrellas de cinco o seis puntas
de un solo trazo las que se me ocurren. Parece una tontería, pero
a mí me funciona esta terapia estupenda.
Me dejó perpleja todo lo que contaba con tanto afán. Menudo partido le sacaba a su regalo. Lo guarda como un tesoro. Pero, claro, lo más asombroso de todo es que pasan los años y el minúsculo lápiz sigue en activo como en sus primeros días. Se regenera tras cada afilada, posiblemente porque ella lo trata con ternura y cuidado. Ella supo, en todo momento, que no era un presente de su padre tan sencillo como parecía, pero entonces quiso mantenerlo todo en secreto. Tras una impresión inocente, se podía descubrir algo realmente fascinante.
No sabemos dónde lo compró su padre ni qué tipo de comerciante se lo consiguió. Y, si se lo mencionó en alguna ocasión, ya ella tampoco lo recuerda. Lo cierto es que le tiene un lugar especial encima de la mesa de su escritorio. Una caja de madera de castaño donde guardaba las cosas menudas del colegio le sirve ahora para reservarlo. De allí sólo sale si aparece alguien dispuesto a escuchar atentamente a Carmen durante unos pocos minutos.

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4 comentarios

  1. 1. Wiccan dice:

    Buenas Oda a la cebolla (buen nombre, por cierto),
    Confieso que he tenido que pasar el relato a word para unirlo, no se si el ordenador te ha jugado una mala pasada con los espacios o pretendías mantenerlo así, pero la verdad es que intenté leerlo tal cual pensando que lo habías redactado como una especie de texto en verso y no fui capaz de seguir la historia.
    Una historia muy tierna de los recuerdos de nuestros mayores, aunque en cierto modo me ha faltado algo, creo que me hubiese gustado algún detalle concreto de la vida de Carmen vinculado con el lápiz, no solo las pinceladas generales que das. Por otro lado, creas muy bien el ambiente de añoranza del pasado.
    En cuanto a la forma del texto desde mi punto de vista en general está bien, aunque al leerlo tenía la sensación de hacerse un poco lento. Creo que esto pasa por varias cosas, algunos párrafos con frases demasiado cortas, por ejemplo “Me dejó perpleja todo lo que contaba con tanto afán. Menudo partido le sacaba a su regalo. Lo guarda como un tesoro.”; algunas comas como en “Ella supo, en todo” o en “Tras una impresión inocente, se podía descubrir”. He pensado que igual esas pausas están puestas con intención de dar más profundidad al texto, pero mi percepción fue que lo ralentizan.
    Un saludo.

    Escrito el 30 noviembre 2015 a las 18:04
  2. 2. Oda a la cebolla dice:

    Muchas gracias por tus valoraciones, Wiccan. Las tendré en cuenta para los próximos relatos. En referencia al modo en que han salido los párrafos, posteriormente me di cuenta de que no había ajustado correctamente el escrito a los márgenes. Ha quedado hecho un horror a la hora de leerlo, pero espero corregirlo. ¡Muchas gracias! Un saludo.

    Escrito el 5 diciembre 2015 a las 19:37
  3. 3. beba dice:

    Hola, Oda a la Cebolla (¿?)
    Tu historia es muy tierna y emotiva; le da un lugar predominante al lápiz; está construida con elegancia y propiedad.
    Es un trabajo más bien lírico que narrativo, que potencia los sentimientos de la protagonista y el narrador, por sobre la acción.
    La historia carece de conflicto, por lo que no requiere de un desenlace insólito.
    Adelante.

    Escrito el 10 diciembre 2015 a las 20:55
  4. 4. Oda a la cebolla dice:

    ¡Muchas gracias por tus valoraciones, Beba! Un saludo.

    Escrito el 11 diciembre 2015 a las 00:06

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