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El lápiz mágico - por M. H. Heels

Web: http://mhheels.wordpress.com

El segundo plato llegó solo un instante después que el hombre al que estaba esperando. Dio las gracias al camarero, bebió un trago de vino y cortó un pedazo de aquel solomillo que olía tan bien. Entonces, y sólo entonces, miró directamente al hombre.

Recordaba muy bien la primera vez que se vieron. Era un hombre altivo, con aquella mirada tan típica de quien había conseguido todo lo que quería sin esfuerzo. Aquel hombre alto y bien parecido, con esa elegancia impecable que rezuma dinero y poder, se había sentado frente a él sin haber sido invitado.

—Señor Stilt —había dicho— tengo entendido que usted tiene algo que yo necesito.

La prepotencia con la que le había hablado le había puesto en guardia. No se lo estaba pidiendo, se lo estaba exigiendo. Como si todo lo que existiera en este mundo tuviera que estar a su servicio con sólo chasquear los dedos.

—Buenos días para usted también, señor… —le había respondido de manera áspera.

—Smith.

—Ese no es su verdadero nombre.

—Por supuesto que no lo es, ¿por quién me ha tomado?

Stilt conocía de sobra a aquel hombre: Tomás Gutiérres había nacido en una familia más que humilde, en una pequeña aldea a unos 80 kilómetros de Ciudad Juárez. Al cumplir los 18 había cruzado la frontera, buscando fortuna. No comenzó a ser alguien hasta que se cambió el nombre a Thomas Gilmore y se inventó un pasado. Ahora tenía una de las mayores fortunas de la ciudad. Nunca había vuelto a tener contacto con su familia.

Ese era el momento exacto que Stilt estaba esperando. Gutiérres bajaría la guardia, sintiéndose con ventaja en su “anonimato”. Reprimió la sonrisa. Estaba en sus manos.

—Muy bien señor Smith, ¿cuál de mis artilugios es el que ha llamado su atención?

—El lápiz.

—El lápiz —repitió Stilt— ¿Conoce su funcionamiento?

—Perfectamente, es muy simple: escribes con el lápiz un nombre y esa persona se quita de tu camino —respondió como si se lo estuviera explicando a un niño.

Stilt no se molestó en corregirle, ni en recordarle las consecuencias. Ese hombre creía que lo sabía todo y no sería él quien le sacase del error.

—Pues entonces sólo nos queda hablar del precio.

—No me importa el precio —respondió Gutiérres mirando el reloj— Tengo prisa. Acabemos con esto, pagaré lo que sea necesario por ese lápiz.

—Perfecto. Firme aquí y estará hecho —dijo extendiéndole un contrato en blanco.

Gutiérres lo firmó con un gesto aburrido muy ensayado, recogió el paquete y salió de su despacho dejando la puerta abierta.

Ahora, aquel hombre altivo y prepotente que le había tratado como a un súbdito, temblaba de pie frente a su mesa mientras saboreaba uno de los mejores solomillos de la ciudad. Gutiérres hizo el ademán de separar la silla para sentarse.

—No recuerdo haberte dicho que te sentaras a mi mesa —dijo Stilt. El hombre dio un paso atrás bajando la cabeza—. ¿Qué te trae por aquí, Tomás?

— ¿Cómo sabes…? —tartamudeó con los ojos muy abiertos.

—Lo sé todo de ti, es mi trabajo. Lo que pasa es que la gente como tú os creéis intocables. Dime rápido lo que quieres, estoy ocupado —dijo señalando a su plato.

—Es el lápiz… —parecía que no era capaz de encontrar las palabras.

—El lápiz funciona perfectamente —dijo mientras abría la libreta que tenía junto a su plato— Veamos. Has escrito un total de ocho nombres, por lo que ocho personas han muerto. Eso te asegura que nunca más se interpondrán en tu camino.

—Sí, eso sí, pero…

— ¡Ah el “pero”! —respondió con teatralidad— Me encantan los “peros”. Son los que le dan chispa a mi pequeño negocio. Dijiste que conocías perfectamente el funcionamiento del lápiz. Es más, dijiste que pagarías cualquier precio.

— ¡Pero es mi hijo! No puedes quitarme a mi hijo —protestó, con lágrimas en los ojos.

—Es el precio.

—Negociemos. Pídeme lo que quieras, cualquier cosa… —sonaba desesperado— Se rumorea que antes negociabas este tipo de cosas. Se dice que te gustaba apostar, que te jugabas tus contratos a una última carta.

—Es cierto. Hace tiempo daba una última oportunidad proponiendo un juego muy simple: si conocías mi nombre, el contrato quedaba sin validez —los ojos de Gutiérres brillaron con esperanza. Stilt hizo una pausa y respiró hondo—. Pero eso era antes, cuando me creía intocable, como tú. Mi nombre es Rumpelstiltskin. Debes cumplir el contrato.

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10 comentarios

  1. 1. Wolfdux dice:

    Primero de todo felicitarte por el relato. Me ha enganchado desde el principio, el primer párrafo es muy bueno, igual que el final. ¡Bravo!

    Te dejo aquí un par de cosas que me ha parecido ver:

    En los diálogos: “—Señor Stilt —había dicho— tengo entendido que usted tiene algo que yo necesito.”, “—El lápiz —repitió Stilt— ¿Conoce su funcionamiento?” y “—No me importa el precio —respondió Gutiérres mirando el reloj— Tengo prisa. Acabemos con esto, pagaré lo que sea necesario por ese lápiz.” Falta tras la raya que cierra el inciso la coma en el primero de ellos y el punto en los otros dos.

    La frase: “Gutiérres lo firmó con un gesto aburrido muy ensayado, recogió el paquete y salió de su despacho dejando la puerta abierta.” Hasta ese momento pensaba que estaba cenando en un restaurante por lo que me choca que ahora salga de su despacho.

    La siguiente frase: “Ahora, aquel hombre altivo y prepotente que le había tratado como a un súbdito, temblaba de pie frente a su mesa mientras saboreaba uno de los mejores solomillos de la ciudad. Gutiérres hizo el ademán de separar la silla para sentarse.” Viene seguida de la salida del despacho con el lápiz, y al parecer, entre ambas frases hay un lapso de tiempo importante que solo se aprecia cuando continuas con la lectura del relato.

    En los diálogos: “—El lápiz funciona perfectamente —dijo mientras abría la libreta que tenía junto a su plato— Veamos. Has escrito un total de ocho nombres, por lo que ocho personas han muerto. Eso te asegura que nunca más se interpondrán en tu camino.”, “— ¡Ah el “pero”! —respondió con teatralidad— Me encantan los “peros”. Son los que le dan chispa a mi pequeño negocio. Dijiste que conocías perfectamente el funcionamiento del lápiz. Es más, dijiste que pagarías cualquier precio.” y “—Negociemos. Pídeme lo que quieras, cualquier cosa… —sonaba desesperado— Se rumorea que antes negociabas este tipo de cosas. Se dice que te gustaba apostar, que te jugabas tus contratos a una última carta.” En los dos primeros vuelven a faltar los puntos tras la raya de cierre, y en el último “sonaba” debería de comenzar en mayúscula e igual que en los otros dos, falta el punto tras el inciso.

    Espero no te molesten mis observaciones, sabes que las hago con la mejor intención del mundo. Un abrazo, M.H. Heels.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 09:05
  2. 2. Manoli VF dice:

    Escribes muy bien, Heels, tanto es así que se me habían pasado parte de los detalles que tan bien te menciona Wolfdux. En lo del despacho no había caído, pero sí noté que pasa poco tiempo cuando el personaje vuelve a sentarse a la mesa temblando, de hecho tuve que leer el párrafo dos veces para comprenderlo.

    Me ha gustado mucho toda la historia y tu forma de narrar me ha parecido admirable.

    Te invito a leer el mío (80). Un saludo.

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 19:46
  3. 3. José Torma dice:

    MH Heels, compañera CTD.

    Tu relato es bueno, esta bien escrito y si hay un par de cosas que brincan como lo del despacho, que hay que releer. Sin embargo, a mi mente desbordada, me vine a la mente el famoso Death Note. El anime japones, donde escribias el nombre de la persona y esta moria en un lapso de una hora. Al final con el Rumpelstiltskin parece querer tomar otro derrotero, sin embargo es el final.

    Ya en el plano del gusto, se lee muy rapido y agil (menos lo del despacho), engancha y al final te quedas con el gusto de haber leido un relato bien hecho.

    Saludos y felicidades.

    Escrito el 2 diciembre 2015 a las 00:57
  4. Ese final todavia me cayo como una bofetada. Por poco y salgo gritando diciendo: no lo puedo creer. La historia me envolvio por completo y ya me preguntaba yo como terminaria todo para ese sujeto tan arrogante. En fin, me encanto.
    Lo unico que me choco fue ese parrafo del despacho que te mencionan. Creo que era otro sujeto el que entraba hasta que despues entendi que habia pasado un tiempo.
    En resumen, buenisimo.
    Felicitaciones y saludos.

    Escrito el 2 diciembre 2015 a las 19:59
  5. 5. beba dice:

    Me gustó desde el principio por la originalidad de la introducción; Los retratos y las acotaciones del narrador, excelentes. El giro final, impecable. Y todo el manejo gramatical, correcto.Acuerdo con los comentarios anteriores acerca del comedor y el despacho; y noté una cierta confusión de los discursos cuando se cambian los roles: “mientras saboreaba” no deja claro cuál de los dos lo hacía, si pones “él saboreaba” se aclara de quien se trata.
    Se me ocurrió que firmaría con el lápiz, y ¡PUM!.
    Te reitero mis apreciaciones. Un saludo.

    Escrito el 2 diciembre 2015 a las 20:18
  6. 6. M. H. Heels dice:

    En primer lugar, no me parecen mal las críticas. Es más, las agradezco porque siempre sirven para mejorar. Así que mil gracias a Woldfdux (por ser el primero en corregirme) y a todos los demás. Sois grandes, amigos. Da gusto contar con gente como vosotros.

    Ahora lo que me toca es asumir los errores. Todos son ciertos y están ahí. Sin que suene a excusa (no hay excusa) os diré que el problema ha sido que se me ocurrió la idea justo el día antes del envío, y no tuve el tiempo que me hubiera gustado para la revisión. De todos modos, repito, no hay excusa, debería haberlo visto.

    Gracias de nuevo por vuestra ayuda. Es

    Escrito el 3 diciembre 2015 a las 07:44
  7. 7. M. H. Heels dice:

    (Se me cortó el comentario). Decía que llevo unos cuantos días (semanas?) bastante liada, pero prometo que entre hoy y mañana pasó a leer y comentar todos los que tengo pendientes.

    Un abrazo

    Escrito el 3 diciembre 2015 a las 07:46
  8. 8. Dispersus dice:

    Hola M. H.
    Me gusta tu texto, tiene un ritmo muy bueno que te engancha y hace que lo leas del tirón. Te diría que me parece mejor la primera parte del texto que la segunda. Te comento alguna cosa:
    Parece que están en un restaurante pero, al final de esa primera parte, Gutiérres sale de un despacho. Fácil solución
    Yo creo que debería estar marcada la transición entre la primera y la segunda parte de alguna forma. Marcar una elipsis con un signo por ejemplo o indicar con pocas palabras que ha pasado el tiempo.
    Ese escalón entre las dos partes hace que la lectura de la segunda parte, aunque mantiene el ritmo, hace que sea más farragosa, cuesta un poco más entender que sucede. La trama se espesa y el desenlace, en mi opinión, es un poco desconcertante.
    Buen trabajo y un saludo

    Escrito el 3 diciembre 2015 a las 10:10
  9. 9. Anoide dice:

    Bueno, bueno… Vaya vuelta le has dado a un clásico como ese. ¡Para nada esperaba ese final! Me ha parecido buenísimo por lo inesperado y porque encaja a la perfección.

    Es cierto que la transición restaurante-despacho es confusa. Yo también tuve que releer; de repente, no sabía cómo habían llegado ahí. Toca pulir eso y lo que te comentan de los signos de puntuación. Por lo demás, me ha parecido un relato excelente.

    Por cierto, a mí también me recordó a Death Note. ¿Lo has visto? Si no, te lo recomiendo muchísimo. A mí me encantó y por tu texto, pienso que te podría gustar a ti también.

    ¡Un saludo!

    Escrito el 5 diciembre 2015 a las 16:38
  10. 10. Christian Joseph White dice:

    Tu relato tiene unos tintes detectivezcos, de novela negra, y la trama es sumamente atrapante. Ya te han corregido las erratas, que son pocas, y no le quitan fuerza a la historia. Sólo en la transición en la que sucede un tramao de tiempo muy amplio, se corta el ritmo fluido que venía trayendo el relato. Como te han recomendado antes, sería adecuado explicar que ha pasado tiempo desde el primer encuentro hasta el último. Un gusto leerte, compañero. Felicitaciones por tu trabajo.
    ¡Saludos!

    Escrito el 5 diciembre 2015 a las 17:51

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