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EL LÁPIZ MÁGICO - por APMB

“Conocí el lado oscuro de la vida a la tierna edad de seis años. Hasta entonces había sido el típico niño alegre y despreocupado, criado en una familia feliz de los suburbios de una gran ciudad. El niño con su madre de la mano que te podrías cruzar cualquier martes por la mañana mientras paseas con un café en la mano y el periódico en la otra. Y por supuesto teníamos un perro, Manchas un dálmata que me acompañaba a todas partes, sobre todo en mis frecuentes excursiones al sótano de casa, lugar que se me aparecía como una mazmorra oscura y húmeda, llena de peligros y monstruos.

En una de aquellas expediciones un fulgor desde un rincón me atrajo poderosamente. Me acerqué y allí, entre dos cajas de cartón, encontré un lápiz de un color verde intenso, como si un pedazo de uranio hubiese sido arrojado allí. Su color me hipnotizó y una fuerza maléfica surgida de las entrañas de la Tierra y la noche de los tiempos me empujó a cogerlo. Luego corrí hasta mi habitación, seguido de Manchas.

Tenía que probarlo, verificar que no se trataba de un lápiz corriente, pero después de unas rallas sobre el papel, decidí que necesitaba algo mejor, algo como un ser vivo, como Manchas. El perrito se quedó observándome con la sonrisa bobalicona y la lengua fuera, jadeante, mientras yo le dibujaba.

Cuando quise darme cuenta, Manchas había desaparecido. Pensé que había salido de la habitación. Lo llamé y no acudió, tampoco estaba en casa y aquella tarde mis padres lo buscaron por todas partes. Empapelamos las calles pero nunca más volvió. Encontré refugio al dolor de la pérdida en el dibujo, con el lápiz mágico por supuesto. Mediante él conseguía imágenes tan reales que parecían fotografías. El inconveniente era que una vez dibujados, mis modelos desaparecían, como si el lápiz capturase su esencia y la encerrase entre las fibras tejidas del papel. Poco a poco comprendí cual había sido el destino de Manchas. Aquel lápiz me atemorizaba y fascinaba al mismo tiempo y aunque quisiese huir de él, no podía. Mi parte racional me pedía deshacerme de él, pero mi parte más emocional se negaba y dibujaba.

Habían pasado muchos años desde la desaparición de Manchas y para llenar su vacío, me había hecho con una buena colección de animales de papel. Nunca me había atrevido a ir un paso más aunque ese día no tardaría en llegar. Fue una de esas tardes largas y aburridas de un domingo de otoño en que mis padres habían salido y me dejaron al cuidado a mi tía. Mientras ella leía en el sillón, yo estaba echado sobre la alfombra retratando una pequeña araña que pasaba cerca de los pies de mi tía.

— ¿Qué haces?— preguntó. Se acercó para verlo más de cerca y su mirada se quedó fijada en el lápiz. Lo tomó y al mismo tiempo sentí una punzada de miedo en el corazón, como si estuviera sosteniendo una parte de mí y me doliera. Se lo arrebaté y salí corriendo. Ella me persiguió atónita por mi cambio de comportamiento. Me encerré en el baño y ella aporreó la puerta preocupada. Desesperado mis manos cogieron un fragmento de papel y la dibujaron. Los gritos de enfado dejaron paso a los de pánico a medida que la iba desdibujando de la realidad. Le arrebaté el alma y se la entregué como ofrenda al lápiz endiablado.

Así empezó una larga lista de rateros, mendigos, prostitutas, borrachos, huérfanos, empresarios de éxito, sacerdotes, nadie se escapaba de mis dibujos, más de cien personas de cuya desaparición soy responsable. Para entonces ya había abandonado el hogar familiar. No quería que ellos fueran las siguientes víctimas del lápiz. Me escondí del mundo en una existencia errante, emergiendo para cobrarme una nueva alma. Sirva esta carta entonces como confesión y despedida. Sé que sólo hay una manera de salvar al mundo de este lápiz y de su instrumento, o sea yo. No espero que nadie me comprenda, no espero que nadie me perdone. Únicamente pretendo callar las voces de mi conciencia”.

Cuando el inspector Valdivia consiguió romper la puerta y pudo entrar en la vivienda encontró una silla frente a un espejo y a sus pies, una hoja de papel, un retrato inacabado en el que había un rostro atormentado y una mano que sostenía un lápiz verde brillante.

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10 comentarios

  1. 1. Wanda Reyes dice:

    Despues de leerlo no pude dejar de compararlo con la serie “Death note”. Estuvo muy bien lo unico es que se sintio algo de monotonia que tendia a cansar un poco. Te invito a comentar el mio que es el 136.

    Escrito el 29 noviembre 2015 a las 19:15
  2. 2. APMB dice:

    Hola, Wanda

    No sé si el comentario era tuyo, sino sería la segunda persona que me lo dice y no he visto nunca esa película 🙂 Ahora me paso por el tuyo.

    Escrito el 29 noviembre 2015 a las 23:05
  3. 3. Fabián dice:

    Es el primer relato que leo donde se le ha dado un uso “malvado” al lápiz, y es verdad que recuerda un poco al manga de Death note.

    FORMA

    •”Y por supuesto teníamos un perro, Manchas un dálmata que me acompañaba a todas partes…”
    El nombre del perro debería de estar encerrado entre comas, por que es un pequeño inciso que hace el narrador.
    “Y por supuesto teníamos un perro, Manchas, un dálmata que me acompañaba a todas partes…”

    •En ese mismo párrafo hay otra observación:
    En él, hablas del perro y luego, sin punto y seguido, hablas del sótano. Cuando el sujeto y el predicado cambian es cuando hay que poner la puntuación que corresponda, para separar los temas. En este caso sería punto y seguido:

    “Y por supuesto teníamos un perro, Manchas, un dálmata que me acompañaba a todas partes. Sobretodo a mis frecuentes excursiones al sótano de casa, lugar que se me aparecía como una mazmorra…”

    •Ojo con las repeticiones:
    “Habían pasado muchos…”, “…me había hecho con…”, “Nunca me había…”
    Intenta decir lo mismo pero redactando las frases de otra manera.

    CONTENIDO

    •”Me encerré en el baño…”, “…mis manos cogieron un fragmento de papel…”
    A veces me fijo en detalles muy pequeños y les doy demasiadas vueltas, porque no me acaban de convencer por algún motivo.
    ¿Qué tipo de papel encontró en el baño? Descarto el papel higiénico por que al ser tan delicado se rompe con mucha facilidad, y tendría que dedicarle mucho tiempo al retrato para hacerlo con calma, sin que el trozo de papel se rasgue.
    Creo que si dibujase sobre otro tipo de superficie quedaría mejor, por ejemplo los azulejos de las paredes.

    Por lo demás está muy bien escrito y estructurado.
    Ya echaba de menos leer algo con un tono más oscurillo jaja.

    Escrito el 2 diciembre 2015 a las 11:12
  4. 4. APMB dice:

    Tendré que leerme el manga ese a ver 🙂 La verdad que la inspiración la saqué de una creencia de los indígenas de América que pensaban que las cámaras de fotos capturaban el alma de aquellos que eran fotografiados.

    Gracias por tus consejos.

    La verdad que el papel que encontraba en el baño era el higiénico XD ¿Qué otro papel puede haber en un baño? Por eso no lo especifiqué, pensaba que quedaría claro.

    Un saludo.

    Escrito el 2 diciembre 2015 a las 16:45
  5. 5. Fabián dice:

    Lo que quise decir con la pregunta del papel no era eso, obviamente. Lo que quería que tuvieses en cuenta es la delicadeza de ese tipo de papel, no se puede dibujar sobre él a no ser que sea un lápiz de punta muy blanda, y aún así habría que tener cuidado de no romper el papel. Te lo dice alguien que dibuja desde que tiene uso de razón.
    Por eso te sugería el cambiar la superficie sobre la cual dibuja.

    Escrito el 3 diciembre 2015 a las 16:08
  6. 6. Melisa dice:

    Muchas gracias por comentar mi relato. 😉

    Me gusta el lado oscuro que se esconde detrás de tu lápiz mágico-endiablado. Aunque creo que el verdadero malvado de la historia es el protagonista, que es quien usa perversamente el lápiz.

    ¡El final es realmente impactante!

    ¡Saludos!

    Escrito el 4 diciembre 2015 a las 03:12
  7. 7. garrincha26 dice:

    Un relato muy original, me encanta el toque que le has dado a la historia. El final es buenísimo, un impacto. Felicidades.
    Cuidado con algunos aspectos formales.
    Debes escribir “raya”, no “ralla”
    Y sería necesario punto y aparte antes de “Sirva esta carta…” (Quizás sea un problema de edición al copiar-pegar).
    buen trabajo, APMB

    Escrito el 4 diciembre 2015 a las 11:58
  8. 8. APMB dice:

    Gracias, Fabian. Si hago la versión extendida, lo tendré en cuenta.

    Gracias, Melisa. Sí, el protagonista es el verdadero malvado aunque como muchos, se justifican con algo que es ajeno a ellos.

    Gracias por tus comentarios, garrincha26. Soy valencianohablante y a veces se me escapa alguna cosa así 😉

    Escrito el 4 diciembre 2015 a las 15:17
  9. 9. Christian Joseph White dice:

    Interesante relato, compañero. Un lápiz “devorador de almas” y con un hambre insaciable. Buen ritmo, de lectura amena y atrapante, con un desenlace culminante. Te felicito por tu trabajo, APMB. Hasta la próxima.

    ¡Saludos! 😉

    Escrito el 8 diciembre 2015 a las 19:18
  10. 10. APMB dice:

    ¡Muchas gracias, Christian!

    Escrito el 10 diciembre 2015 a las 11:01

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