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El lápiz mágico - por Juan Carlos

Durante la hora del recreo el aula enmudecía. Con el sonido de la sirena se producía la estampida de escolares y acto seguido la calma. Lápices y gomas de borrar se apresuraron a salir de los estuches y se congregaron en uno de los pupitres. La tensión era palpable:
– Estamos al borde de la extinción- explotó un lápiz. Las minas tamborilearon en las mesas con sonoro nerviosismo.
-Yo creo que es sólo algo temporal- respondió una goma, – ya pusisteis el grito en el cielo cuando aparecieron los portaminas.
El lápiz replicó:
– Ahora hablan de nuevas herramientas, esto es algo más que una moda. Estamos cayendo en el olvido, vosotras incluídas. El otro día no nos sacaron hasta la tercera hora de clase. Cada vez usan más esos trastos. Sólo se oye ese ruido infernal de teclas. Ya es extraño escuchar el roce de minas sobre papel o sentir el temblor de una goma borrando.
Los libros, apilados en la estantería, resoplaban resignados. Ellos también se sentían desplazados en el trabajo de aula. Un vetusto diccionario intervino:
– Creo que tengo la solución.- El grupo se volvió hacia él. El diccionario hablaba siempre desde el conocimiento.- Debéis tener una conversación con el lápiz mágico.
Todos miraron hacia el extraño lápiz que se encontraba en la mesa del maestro. El diccionario prosiguió:
– Él es el único que entiende el lenguaje de las máquinas. Se apoya en esa extraña pizarra y es capaz de escribir, borrar, colorear, hasta hacer figuras geométricas perfectas. Tenéis que hablar con él. Además, seguro que os habéis percatado de que nunca merma porque no necesita sacapuntas. Podemos tener ante nosotros al primer lápiz inmortal.
El murmullo creció dentro y fuera las mochilas. La inmortalidad era una cualidad exclusiva de los compases y los diccionarios, pero era en parte debido al poco uso que de ellos hacían.
Un grupo de lápices rápidamente salió de avanzadilla. La reglas ayudaron a tender puentes de pupitre en pupitre y hasta algún compás colaboró en hacer más accesible el camino hasta la mesa del maestro. El material de aula nunca había tenido una relación excesivamente cordial. Los lápices tachaban a las gomas de respondonas, las gomas a los lápices de palabreros y los libros tenían fama de pedantes. Las reglas se quejaban a menudo de estar relegadas a un segundo plano. Pero ahora todos sentían cierto pavor ante esas máquinas que auguraban un cambio drástico.
Al llegar a la mesa del maestro los lápices rodearon su extraño congénere:
– Hola, somos tus paisanos, los de los pupitres de allá abajo. Venimos porque necesitamos que nos confíes tu secreto, entre nosotros debemos ayudarnos, ya sabes.- No hubo respuesta alguna. Al igual que las máquinas, sólo mostraba un aire ausente e inerte.
– ¿Es esa forma de tratar a tus semejantes?- continuó irritado- veo que con las máquinas sí que haces buenas migas- más silencio por respuesta.
– No nos obligues a usar otros métodos, dos de los nuestros están recién afilados- amenazó el lápiz.
– Ese es mudo- agregó otro lápiz- ni siquiera tiene mina, ¿cómo va a hablar?
El recreo llegaba a su fin y la ansiedad crecía entre el material escolar. A empujones, llevaron al extraño lápiz hasta el borde de la mesa.
– Es tu última oportunidad. Si no nos cuentas lo que sabes tendremos que desminarte. Te tiraremos con la punta boca abajo y lo que quede de tí se lo dejaremos a los sacapuntas.
El objeto no dio señal alguna de entender o de querer hacerlo. La campana sonó y los grafitos temblaron. El lápiz mágico cayó al suelo, víctima del nerviosismo de sus atacantes. El sonido macizo dejó a todos desconcertados, ningún lápiz sonaba así al caer. Tampoco se oyó queja alguna por parte del interrogado.
En ese momento la puerta se abrió y todo el material escolar volvió a su estado de aletargamiento.
Los escolares ocuparon los pupitres estruendosamente y el maestro observó el aula con gesto iracundo:
– ¡Os he dicho mil veces que dejéis la clase ordenada antes de salir al patio! ¿Quién ha dejado en mi mesa todos estos lápices? Y encima el lápiz de la pizarra digital en el suelo. ¡Tenéis que cuidar el material escolar! Venga, guardad estos lápices en las mochilas y encended los ordenadores.

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5 comentarios

  1. 1. Wiccan dice:

    Buenas Juan Carlos,
    No puedo más que felicitarte por el relato, divertido, intrigante y muy, muy original. La verdad es que es el primer relato realmente fantástico que leo en el taller y no he parado de sonreir mientras lo leía. La idea es buenísima, la desarrollas con mucha maestría, jugando de forma inocente pero muy inteligentemente con todos los elementos. El texto es muy fácil de leer y, pese a lo fantástico de la acción, como los demás elementos de la clase esperas con ansias la conversación con el lápiz mágico para ver que tiene que decir. Choque de culturas encubierto de relato infantil, me ha hecho pensar en eso que se suele decir sobre el alma del papel escrito en comparación con los ordenadores. Solo por ponerme quisquilloso, revisa los guiones de diálogo, aunque la verdad es que para mi es lo de menos. Vamos, un relato redondo por el que me saco el sombrero.
    Muchas felicidades y muchas gracias por compartirlo!!!

    Escrito el 30 noviembre 2015 a las 21:03
  2. 2. Juan Carlos Peña dice:

    Hola Wiccan,
    Gracias por leer. Me alegro de que te hayas divertido con el relato. Tendré en cuenta tu comentario y revisaré los diálogos.
    Un saludo y gracias de nuevo.

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 20:12
  3. 3. Andrés Scribani dice:

    Hola Juan Carlos.

    Relato divertido e interesante por igual. Ningún relato de los que he leído en este taller me había sacado una sonrisa de agrado por el ingenio como la que ahora tengo. Felicitaciones, gran relato!

    Es la primera vez que leo y publico en el taller, por eso no conozco a muchos autores, pero sin dudarlo te he anotado para seguirte.

    Gracias por escribir. Saludos.

    Escrito el 4 diciembre 2015 a las 00:19
  4. 4. Agustín del Valle dice:

    Buen relato, buen maestro, buen alumno, buen compañero.

    Un saludo.

    Escrito el 5 diciembre 2015 a las 18:57
  5. 5. Juan Carlos dice:

    Muchas gracias Andrés.
    Este es mi primer relato también en el taller. Me alegra haberte sacado la sonrisa, de eso se trata, de que disfrutemos escribiendo y leyendo…yo también te he anotado.
    Gracias por leer!

    Gracias Agustín. Un fuerte abrazo!

    Escrito el 9 diciembre 2015 a las 17:31

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