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El lápiz mágico - por Eunice Espejo

Web: http://kimerasdelfuturo.blogspot.com

—Muy bien chicos, esto que tengo en la mano es un lápiz —dijo la terapeuta con un tono infantil—. A partir de ahora será un lápiz mágico. Sólo podrá hablar quien tenga el lápiz en su poder. ¿Empezamos? A ver, Roy, cuéntanos qué has hecho esta semana.

El lápiz pasó de una mano a otra recorriendo el círculo de sillas hasta llegar a Roy. Impaciente, cogió el lápiz y lo sujetó con las dos manos.

—¡Esta semana ha sido genial! Mi hermana vino a verme y me trajo un libro que le había pedido. Pensaba que no se acordaría, pero me lo trajo. Fue un día estupendo y ahora leo a todas horas y se me pasan los días muy rápido.

—Muy bien, Roy. Me aleg…

—¡El lápiz! ¡No tiene el lápiz! ¡No puedes hablar sin el lápiz! —gritó el corro al unísono.

—Es cierto, pásame el lápiz Roy. Muy bien, ahora que puedo hablar, felicidades Roy, me ha gustado mucho tu semana. ¿Quién quiere contarnos la suya ahora?

Un gran número de manos se alzaron, moviendo los dedos frenéticamente para hacerse más visibles. Algunos se tapaban la boca intentando contener el aluvión de palabras, mientras otros no podían contenerse haciendo extraños ruidos con la boca cerrada.

—De acuerdo, Pam.

El lápiz llegó a Pam.

—Yo no quise tomar la medicina y me castigaron sin postre hasta que me la tomara. Pero luego vino la enfermera y me explicó que si no me tomaba la medicina me pondría peor, así que después de un rato pensé que no quería ponerme peor y me tomé la medicina y entonces pude comerme el flan. Y eso es todo.

La terapeuta hizo el amago de volver a hablar, pero recordó las reacciones de la vez anterior. Hizo un gesto, señalando el lápiz y después su boca, y el lápiz volvió a sus manos.

—¡Genial! Así me gusta, Pam. La medicación es muy importante. Todos tenéis que hacer como Pam y tomarla. Veamos… creo que deberíamos dejar hablar a nuestro nuevo compañero, Michael. Le veo muy callado, y por su gesto, parece que no le apetece mucho estar aquí.

El lápiz cambió de manos, mientras todos lo miraban con deseo, hasta llegar al interno sentado al lado de Michael. Éste extendió la mano ofreciéndole el preciado bien, pero Michael ni se inmutó. Sin saber qué hacer, el interno miró las caras de sus compañeros en busca de una solución. Viendo que nadie podía ayudarlo, lo dejó sobre la pierna de Michael, desentendiéndose del asunto.

—Está bien —dijo la terapeuta con cautela— si no os importa, vamos a hacer una pequeña excepción y mientras Michael tenga el lápiz yo también podré hablar.

Todos asintieron.

—Michael, no hace falta que nos cuentes como ha sido tu semana si no te apetece. Cuéntanos lo que quieras.

Michael seguía callado. Esta vez, levantó los ojos del suelo y dirigió una fría mirada a la terapeuta. Inquieta por aquello, decidió obviar a Michael mientras pudiera durante aquella sesión. Estaba claro que no quería hablar.

—Muy bien, si no quieres hablar no pasa nada.

—¡Yo! ¡Yo! ¡Por favor deja que cuente mi semana yo! ¡Me toca! Yo estuve en el taller de encuadernación y encuaderné un libro que…

La terapeuta ya no escuchaba lo que decían, seguía pensando en Michael. No es que no estuviera acostumbrada a los internos molestos. Pero era diferente. ¿Sería peligroso? Cuando el último interno concluyó su historia, dio la sesión por terminada.

Horas después, en su cama, rememoró la sesión. El historial de Michael había resultado perturbador pero con algo de terapia podría tratarse. Por otro lado, tendría que trabajar más con algunos de ellos, aunque el método del lápiz parecía efectivo, ahora ya no hablaban todos a la vez. El lápiz… ¿dónde había dejado el lápiz? ¿Acaso se lo habían devuelto? ¿Quién lo había cogido por última vez?

Llamó con urgencia al hospital. Michael se había quedado con el lápiz y temía lo que pudiera pasar. Pero ya era demasiado tarde. Todas las puertas del hospital estaban abiertas. Un pequeño trozo de lápiz colocado estratégicamente en cada una de ellas había facilitado la huida de Michael. Sus ojos fríos y penetrantes la volvieron a mirar desde la oscuridad de su habitación. No habría tiempo de terapias. Ahora era libre y capaz de cualquier cosa.

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3 comentarios

  1. 1. Manoli VF dice:

    El relato está bien, pero no se, la idea del lápiz me parce un poco como “metida con calzador” porque lo mismo podía ser un lápiz que cualquier otro objeto el que diese la palabra a los pacientes, creo que en la narración pasa a un plano muy relegado, después intentas corregir esto dándole al lápiz otra función, pero esta me parece difícil de sostener:¿trozos de lápiz para impedir que se cierren las puertas? me parece un poco improvisado, pero la redacción y la forma están bien, yo repasaría los conceptos que te menciono, dándole al lápiz un papel menos controvertido.

    Un saludo.

    Escrito el 1 diciembre 2015 a las 13:16
  2. En parte concuerdo con Manoli en cuanto al lápiz se refiere aunque tambien pienso que me parece un objeto al cual una psicologa tendría fácil acceso en una sesion como la que ocurre en el relato. Y un despiste lo comete cualquiera, no importa cual sea su trabajo. Claro que ese final me dio hasta un poco de miedo. Tambien debo mencionar que ese párrafo del final me confunde un poco, pues comienza diciendo que ella llamó al hospital y luego menciona que las puertas estaban abiertas y que el la miraba desde la oscuridad de la habitación. Ella fue al hospital? Eso es lo que no me quedo claro.
    Pero en resumen, es un buen relato. Me gusto mucho y me envolvi en la historia, llegando el punto de imaginarme la sesión y hasta al mismo Michael, a quien me imaginé como si fuera mi jefe, el cual se llama así, je je.
    Felicitaciones y saludos.

    Escrito el 2 diciembre 2015 a las 19:31
  3. 3. Anoide dice:

    Creo entender por qué le diste ese papel al lápiz. Es un objeto que cualquier terapeuta lleva encima para hacer anotaciones sobre las sesiones y sus clientes, es fácil de olvidar en cualquier lugar y, a la hora de entregárselo a un paciente, uno no piensa en ello como un arma o algo peligroso, al menos mientras se esté controlando al sujeto. Puede pasar desapercibido sin problemas.

    A mí también me resultó confusa la parte final. Entendí que recordó su mirada, pero al principio pensé que estaba en la habitación. Quizás te daría mucho juego si lo plantearas de ese modo 😛

    Por lo demás, muy buena ejecución, bien narrado y estructurado. Me gusta cómo describes lo que pasa y cómo introduces los diálogos. Lo he disfrutado.

    Un saludo.

    Escrito el 5 diciembre 2015 a las 01:32

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