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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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El lápiz mágico - por Maca

Miguel sabía que el tiempo se le echaba encima, se lo recordaban los folios en blanco que esperaban encima de la mesa. Aunque el pobre chaval trataba de buscar la inspiración, lo cierto era que sus ojos no veían más allá de lo que la rutina le ofrecía.

Había decidido meterse en este lío porque albergaba la esperanza de poder hacerse amigo de alguien de la clase, estaba seguro de que, si alguien le daba la oportunidad, podría mostrar su verdadero “yo”, y dejarían sus prejuicios a un lado.

Al principio pensó que había tenido suerte de ser elegido como guionista para la obra de teatro de su clase, pero pronto se dio cuenta de que se había equivocado; en verdad nadie quería hacerse cargo de un trabajo tan difícil.

El tiempo ya comenzaba a jugar en su contra, y antes de que Miguel pudiese darse cuenta, ya sólo le quedaba tres semanas para que el festival del invierno comenzase.

– ¿Y no has hecho nada? Le grito el delegado del curso, un cuatro ojos que sólo se tomaba la licencia de portarse así cuando hablaba con Miguel – ¿cómo crees que vamos a organizar el decorado, ¡Y actores! ¿ Cómo van a memorizar un guion que aún no existe?

– Quizás si alguien me ayudara…

– Si no tenías ni idea, ¿para qué te metiste en esto?
– Quería participar en algo, pensaba que si me apuntaba, la gente…

– La gente está que echa chispas – le dijo señalando a toda la clase – ¿No ves como te miran? ¡Más te vale que lo termines esta semana!

Odiaba admitirlo, pero tenía razón, era su problema y debía solucionarlo. Como última esperanza se fue a la biblioteca del instituto, tenía que crear una buena historia costase lo que costase.

Se paseó por todos los pasillos, leyendo títulos, usurpando ideas y robando finales; tomaba notas con la esperanza de que alguna idea cobrase forma por si misma y se convirtiese en un cuento memorable.

Pero eso, obviamente, no sucedió y, exhausto, se derrumbó en una silla, dejando caer la cabeza en la mesa.

– ¿Qué te pasa, tío? – le dijo el chico que estaba sentado en la misma mesa que él.

Miguel se incorporó de golpe, pensó que la mesa estaba vacía cuando se había sentado.

– Llevas un rato dando vueltas por todos lados, creo que has desconcentrado a toda la gente de por aquí, y yo, que lo sepas, tengo un examen mañana y no he estudiado nada de nada.

– Lo siento.

– Que yo no haya estudiado no es culpa tuya, pero que suspenda a lo mejor sí, estas horas son cruciales, y tampoco es que me quede mucho tiempo, tengo que acostarme temprano, que dicen que es bueno para la memoria.

Dicho eso, el chaval volvió a mirar con aburrimiento a su libro, aunque pronto recordó que Miguel no le había dicho que diantres era lo que hacía por allí.

– ¡¿Una obra, para el festival?! ¡Yo también escribí una historia para mi clase! Le gustaron tanto que mis amigos me comenzaron a llamar “el escritor del lápiz mágico”, pero mi lápiz era normalito, creo que hasta se lo había pillado a alguien de la clase.

– Pues a mí me odian en mi clase porque les estoy retrasando. Ya sé que es mi culpa, pero es que estoy bloqueado.

– Pídele a alguien de tú clase que te ayude y que se dejen de tanto odio, no tienes porqué hacer esto tú sólo.

– Lo he intentado, pero no quieren.

– Bueno, pues si no te ayudan, úsalos.

– ¿Eh?

– Que hagas una historia mostrando sus defectos, una parodia sobre ellos.

– ¡No, se enfadarían! Y ya tengo bastante con que no me hablen.

– ¿Pero, y qué más da? ¿Acaso no te odian ya? Tendrían que estar echándote una mano, y no lo hacen. ¡Al menos deberían aprender una lección de todo esto!

Miguel pensó que no era una mala idea. Sintió que era eso lo que necesitaba contar y, quien sabe, quizás alguno se diera cuenta de que, en verdad, todos somos diferentes y, sobre todo, imperfectos.

– ¡Muy bien, lo voy a hacer! Y si no sale bien, al menos me servirá para desahogarme.

– ¡Y para reírte!

– Me alegro de haber hablado contigo – dijo Miguel mostrando una enorme sonrisa- Pero, antes de irme, ¿puedo pedirte un último favor?

– Claro.

– ¿Me podrías prestar tú lápiz?

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3 comentarios

  1. 1. Lionel Muñoz dice:

    Este es un relato que muy bien podría ser una escena sacada de una película para adolescentes o preadolescentes. Muy bien logrado. No me parece algo que atrape o entretenga mucho, pero no aburre ni está mal escrito. Lo único que sugiero es que te fijes en las rayas de diálogo: en una parte falta una para enmarcar la descripción del narrador, y en todas deben estar seguidas por el texto (sin espacios).
    Espero te sirva el comentario. Saludos

    Escrito el 29 noviembre 2015 a las 19:11
  2. 2. Saldivia dice:

    Hola Maca. Me gusta tu historia, el tema del púber impopular siempre anda por allí, sobre todo en estos tiempos en que se acendra el bullying. Me hubiera divertido mucho leer a Miguel recordando algunos defectos de sus compañeros, en venganza anticipada, pero entiendo que el límite de 750 palabras pesa. Un saludo!

    Escrito el 4 diciembre 2015 a las 17:38
  3. 3. karu dice:

    Hola Maca!!

    Me he quedado con las ganas de saber como el pobre Miguel se ha vengado del resto de la clase.

    El relato está muy bien escrito y no he encontrado apenas fallos. Sólo falta un acento en sí misma (“forma por si misma”) y en la frase: “ya sólo le quedaba tres semanas”, pondría ‘quedaban’.

    Te invito a pasarte por el mío:
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-29/4329

    Un saludo!!

    Escrito el 9 diciembre 2015 a las 12:21

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