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El Espejo Defectuoso - por Ana Vigo

Web: http://cabalinho.blogspot.com.es/

¿Conocéis el cuento de Blancanieves? ¿Recordáis ese espejo que siempre decía la verdad, aun a sabiendas de que heriría los sentimientos de la pobre madrastra?
Yo soy su hermano. El del espejo, no de la madrastra. Al contrario que él, yo siempre miento. Por eso me arrojaron a las profundidades del bosque. Nadie quiere un espejo embustero como yo.
Ahí permanecí tan tranquilo, hasta que un día dos individuos vinieron a molestarme.
Se trataba del príncipe y su escudero. Temí que no me viesen y me pisasen, por lo que exclamé:
-¡Buenas tardes!
-¡Ahí va!- el príncipe detuvo su caballo- ¡Un espejo que habla! He oído leyendas sobre ellos. Siempre dicen la verdad.
-¿Está seguro, alteza?- el escudero frunció el ceño- A mi me tiene cara de tramposo.
Pero si no tengo cara. Menudo atontado.
-Siempre digo la verdad- aseguré.
-¿Lo ves?- el príncipe se mostraba muy satisfecho de tener razón- Estamos buscando a mi séquito. Han desaparecido.
-En realidad, le han querido dar esquinazo- murmuró el escudero.
-¿No habrás visto tú a mis hombres, espejito?- quiso saber el príncipe.
-Claro que los he visto- no tenía ni idea, claro-. Se marcharon por allí.
-¡Gracias!
El escudero detuvo al príncipe:
-Yo no me fio, alteza. Llevémoslo con nosotros.
¡Cómo maldije a aquel desgraciado! ¿Por qué no podían dejarme en paz? Yo no tengo la culpa de estar mal diseñado y ser un mentiroso.
El escudero desmontó y me cargó sobre el lomo del caballo. Marchamos en la dirección que les había indicado.
-Siempre digo la verdad- insistí, con la esperanza de que me devolvieran mi libertad.
-Si fueras un mentiroso dirías lo mismo- observó el escudero.
-Pero no lo soy- desde luego que sí, y a mucha honra-. Aunque puedo equivocarme, y tal vez por eso no encontremos a vuestros hombres.
No puedo equivocarme, ¡soy mágico! Usé mis poderes para localizar al séquito de aquel estúpido príncipe. Se encontraban cerca de la casa de los siete enanitos, en dirección contraria.
Para que me dejasen de una vez, tenía que encontrar el modo de llevarles hasta allí; y tenía que hacerlo sin dejar de mentir, pues soy incapaz de actuar de otro modo.
-Si seguimos por aquí- indiqué-, daremos con la casa de los siete enanitos.
-¿Y quiénes son esos enanos?- quiso saber el príncipe.
-Son unos malvados que os matarían nada más veros, señor- improvisé-. Os conviene evitarlos.
Soy tan inteligente que no me lo creo ni yo. El príncipe decidió que debíamos dar la vuelta. El escudero me observó con suspicacia.
-Me parece que nos estás engañando.
-Soy incapaz de engañar. La verdad es que por este otro camino no encontraremos a esos enanos.
Lo cual por supuesto también era falso. Pero me ahorré la información; solo quería volver a descansar sobre la hierba mojada y dejar de aguantar a aquellos pesados.
Gracias a que no volvieron a preguntarme dónde estaban sus hombres, los encontramos enseguida. Avanzaban con sigilo, no por temor a las fieras, si no a que su príncipe los encontrase. Su miedo se vio cumplido gracias a mí:
-¡Queridos amigos!- bramó el príncipe. Ellos fingieron no haberlo visto.
-¿Tú oyes algo?
-Yo no, ¿y tú?
-Basta, chicos- suspiró el escudero-. Dejad de hacer el tonto, aún tenemos que salir de aquí.
Al oír aquello, exclamé:
-¡No te olvides de mí! ¡Dijiste que me soltarías cuando encontraseis al maldito séquito!
-Pero nos mentiste- apuntó el escudero-. No estaban en la dirección que nos habías indicado. Si tú puedes ser un mentiroso, yo también.
Aquel traidor tenía razón. Tuve que asumir que era su prisionero. Mientras el príncipe se llevaba a su guapa y tonta Blancanieves, el escudero me llevó a mí hasta su país.
Me colocó en el lugar donde actualmente me encuentro; en la casa de sus suegros. Mi trabajo consiste en decirles lo maravilloso que es el escudero, y lo bien que trata a su hija.

Y esta es mi historia. Claro que, teniendo en cuenta que siempre miento, lo más seguro es que nunca pasase. Un espejo que siempre miente jamás reconocería que miente, y yo lo he hecho con vosotros. Por tanto, seguro que ni siquiera existo.

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4 comentarios

  1. 1. M. Blacksmith dice:

    Hola Ana Vigo:

    Me ha gustado mucho el relato que has escrito, es muy original. He apreciado alguna falta de ortografía, pero nada importante. Lo que me dejó intrigado de tu relato es que si el escudero se llevó el espejo a casa de sus suegros para que le dijese lo bien que trataba a su hija, ¿estaba mintiendo ahí?

    Por lo demás, es un relato que se lee fácilmente y es muy ameno.
    Enhorabuena.

    Escrito el 17 diciembre 2015 a las 17:31
  2. 2. Melisa dice:

    Hola, Ana

    Me ha tocado en suerte corregir tu relato. ¡Maravillosa historia! Me gustó mucho.

    Cumpliste con el personaje que siempre miente y con incluir la palabra “espejo” de una manera muy particular: quien siempre miente es el propio espejo. ¡Cuánta imaginación! 🙂

    El relato es muy llevadero y se comprende fácilmente. En los diálogos, pude reconocer siempre quién estaba hablando (cosa que no es para nada fácil de lograr para un escritor).

    El escudero maltrataba a su esposa y por eso le regaló el espejo a sus suegros, para que les mienta acerca de él. Eso fue lo que yo entendí. 😉

    Saludos y nos leemos,

    Melisa

    Escrito el 17 diciembre 2015 a las 19:46
  3. 3. beba dice:

    Hola, Ana:
    Otra socia para el club de Blancanieves.
    Me pareció espectacular,muy ameno y bien escrito.
    Me parece que necesitarías usar comillas angulares cuando el espejo piensa, para diferenciarlo de los momentos en que aparece como narrador. Lo demás, espléndido.
    Buenos augurios para las Fiestas.

    Escrito el 19 diciembre 2015 a las 14:00
  4. 4. Earendil dice:

    ¡Hola Ana Vigo!
    Simpatiquísimo relato el tuyo. Original, se lee con fluidez y muy bien llevados los diálogos.
    Estoy en la fase de comentara aquellos que menos visitas han tenido y me alegro un montón de haberte encontrado.
    Me reitero en todas las recomendaciones que te han hecho y te añado alguna más.
    La palabra séquito, aunque se refiere a un grupo de personas, es una palabra que está en singular. Por lo tanto, cuando te refieres a ella, debes de hacerlo de esa manera:”Estamos buscando a mi séquito. Han desaparecido”. Debiera ser:” Estamos buscando a mi séquito, ha desaparecido”. Más adelante: “Usé mis poderes para localizar al séquito de aquel estúpido príncipe. Se encontraban cerca de la casa de los siete enanitos…”. Sería: “Se encontraba cerca de la casa…”.
    Aquí: “-Yo no me fio, alteza. Llevémoslo con nosotros”, sería “llevémosle”.
    Por lo demás, estupendo, salvo los guiones de los diálogos. Échale un vistazo al tutorial sobre ellos que hay editado aquí, en Literautas. Te será de gran ayuda.
    Enhorabuena por tu relato. Si quieres leer el mío es el 58.
    Saludos

    Escrito el 26 diciembre 2015 a las 19:35

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