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El uniforme - por Liliana Savoia

En un atardecer lluvioso, el doctor Ibarra, solo y a caballo deseaba llegar a su casa después de un arriesgado viaje donde trabajó por dos semanas. Había atendido dos partos y peleado contra una enfermedad, que no conocía, a cinco peones del campo, uno de ellos murió. A los demás los dejó aislados, al cuidado de mujer madura que atendía la cocina de la estancia y a los que trabajaban en ella.
Se descubrió cansado. Esta cruzando el tupido e inseguro bosque que lo separaba de su hogar.
Como médico era considerado un blanco importante, todos requerían sus servicios. Los médicos eran escasos y en esos días cualquiera podía secuestrarlo. Al entrar al bosque. por unos de los senderos despejados, aunque el calor era casi insoportable se cubrió con un oscuro poncho para protegerse de la lluvia y evitar ser reconocido. El trote del caballo apenas se escuchaba, las nubes oscurecían toda la región y pensó, si era bueno para él, ser partidario federal. Sin darse respuesta continuó su camino.
El hedor en el ambiente le causaba nauseas, cubrió su nariz con un pañuelo impregnado de esencias y clavo de olor. Desde niño tuvo repulsión por la sangre, sin embargo, a pesar de eso, terminó siendo médico. Su olfato era tan fino que le informaba de manera inmediata sobre la salud de los pacientes. En esos tiempos se cometían crímenes por doquier y le resultaba un estorbo su hipersentido. Sacó un pequeño espejo de la bandolera. Se miró. Estaba barbudo y sus ojos marcado de ojeras. Pensó que bien le resultaría un buen baño.
Bordeó la hilera de alerces y, tomó atajos. Paró donde se supo a salvo. En el camino pasó por el puentecito de un arroyo, que era puro hilo amarronado y recibió, para su disgusto, una bocanada de aire dulzón. “Acaban de matar a alguien”, pensó. Pronto supo que tenía razón, de un árbol colgaba el cadáver de un hombre aparentemente joven, sólo uno. Algo en él le resultó familiar, pero no quiso indagar en su mente. Su uniforme lo delataba, era del bando contrario, unitario. Tuvo miedo. Apretó el trote y continuó el regreso acompañado de sus temores y agobiado por el hambre. En otra ocasión, como médico y ser humano hubiera dispuesto una sepultura digna para el joven. Sintió una aguda sensación de nauseas, quizás provocada por su cobardía. En la chacra su familia permanecía resguardada por Salvador, José y Soledad.
Al llegar a casa, vio seis perros fuertes refugiándose de la lluvia en el portón.
—Gordos —se dijo molesto— y en esta época de hambruna. ¡Qué injusticia!
Los perros, al sentir que llegaba el jinete, se levantaron perezosos y anunciaron su presencia con bravucones ladridos. El doctor emitió su sonido acostumbrado: una serie de rechifles altisonantes y la puerta del zaguán se abrió para darle paso.
Todo anunciaba que había calma en la casa, los temores que lo acompañaban se disiparon para dar paso a una expresión de furia. Al pasar junto a los perros, el hedor de sus cuerpos lastimó a su olfato.
― ¡Que bañen a esos perros! -gritó desaforado ― ¡Salvador! ¡José! bañen a esos perros! ― exigió
De una manera abnegada Salvador emprendió la tarea. Los perros, engordados por las sobras de comida, dificultaban el esfuerzo de meterlos al corral y ser bañados a baldazos con el agua fría de la pileta llenada por agua de lluvia.
Todo transcurrió en silencio.
En el comedor, después de la cena, su mujer, parada junto al enorme espejo de la sala, enmarcado con volutas y dorado a la hoja, comentó:
― Estamos preocupados por José, salió hace unos días y no ha vuelto.
José era hijo de Salvador y Soledad. El doctor, entristecido, miró a su mujer y dijo:
― Los jóvenes son los que más la pagan, -y añadió, pensando en el cuerpo corroído por la muerte, que vestía el uniforme que había visto colgado en el bosque esa tarde, añadió
― ¡Que en paz descanse! expresó mirándose al espejo en el que también se reflejaba la silueta de su hermosa mujer también. El cristal le devolvió la imagen de un hombre irreconocible.
¡Que me preparen un baño, por favor! le pidió a su mujer, con la sensación de sentir que conocía al hombre del espejo, la misma que se apoderó de él, cuando miró al ahorcado. Sin embargo, esta vez, supo quién era cada uno de ellos,

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4 comentarios

  1. 1. Jose Luis dice:

    Hola Liliana
    Se te ha escapado algún guión corto en lugar del guión largo.
    Después de “solo y a caballo”, yo pondría una coma.
    Tras “enfermedad” no pondría coma
    “Había atendido dos partos y peleado contra una enfermedad, que no conocía, a cinco peones del campo, uno de ellos murió. A los demás los dejó aislados, al cuidado de mujer madura que atendía la cocina de la estancia y a los que trabajaban en ella.” —– —– ——- esta parte es un poco confusa y habría que mejorar la redacción.
    Esta cruzando el tupido e inseguro —————— Estaba cruzando (…)
    He mejorado un poco esta frase: Al entrar al bosque por uno de los senderos despejados, aunque el calor era casi insoportable, se cubrió con un oscuro poncho (…)
    He mejorado un poco esta frase: pensó si podía ser bueno para él ser partidario federal.
    He mejorado algunas frases, si no te importa:
    —Gordos —se dijo molesto—, y en esta época de hambruna.
    ―¡Que bañen a esos perros! —gritó desaforado―.
    ¡Salvador! ¡José! ¡Bañen a esos perros!
    ―Los jóvenes son los que más la pagan ―y añadió, pensando en el cuerpo corroído por la muerte que había visto colgado en el bosque esa tarde y que vestía uniforme:
    ―¡Que en paz descanse! ―expresó mirándose (…)
    ―¡Que me preparen un baño, por favor! ―le pidió a su mujer (…)
    la misma que se apoderó de él cuando miró al ahorcado.

    El cuento es muy entretenido en cuanto a su contenido, la trama está bien expuesta y se nota siempre un aire lúgubre y triste dentro del relato.
    Un saludo

    Escrito el 17 diciembre 2015 a las 21:18
  2. 2. Angel Gabriel. dice:

    Aparte de este análisis tan minucioso y bien hecho por parte de José Luis, solo puedo agregar que a mi en su conjunto, salvando esas cuestiones de redacción, me ha gustado todo el cuento, la ambientación, la trama, aunque me confundió un poco el final, pero para mi muy bello cuento, ¡¡¡¡¡¡¡¡FELICITACIONES!!!!!!!!!!!

    Escrito el 20 diciembre 2015 a las 17:56
  3. 3. Tania L:C dice:

    Hola Liliana: en general estoy de acuerdo con todo lo que te ha dicho José Luis.
    Además añado que deberías puntuar mejor, sobre todo poner más puntos y seguidos, así te evitarías usar tanto la “y”
    Por otra parte creo que repites demasiado las mismas ideas. Por ejemplo:―Los jóvenes son los que más la pagan ―y añadió, pensando en el cuerpo corroído por la muerte que había visto colgado en el bosque esa tarde y que vestía uniforme.
    Yo este párrafo lo simplificaría así:
    ―Los jóvenes son los que más la pagan ― añadió, pensando en el cuerpo muerto que había visto colgado en el bosque esa tarde.

    Además no me queda cuál es la intención de la narración: no entiendo si la última frase del doctor se tiene que entender literal o tiene una segunda intención que dé sentido a todo el relato “Sin embargo, esta vez, supo quién era cada uno de ellos”

    Escrito el 20 diciembre 2015 a las 22:26
  4. 4. Tania L:C dice:

    Hola Liliana: en general estoy de acuerdo con todo lo que te ha dicho José Luis.
    Además añado que deberías puntuar mejor, sobre todo poner más puntos y seguidos, así te evitarías usar tanto la “y”
    Por otra parte creo que repites demasiado las mismas ideas. Por ejemplo:―Los jóvenes son los que más la pagan ―y añadió, pensando en el cuerpo corroído por la muerte que había visto colgado en el bosque esa tarde y que vestía uniforme.
    Yo este párrafo lo simplificaría así:
    ―Los jóvenes son los que más la pagan ― añadió, pensando en el cuerpo muerto que había visto colgado en el bosque esa tarde.

    Además no me queda claro cuál es la intención de la narración: no entiendo si la última frase del doctor se tiene que entender literal o tiene una segunda intención que dé sentido a todo el relato “Sin embargo, esta vez, supo quién era cada uno de ellos”

    Escrito el 20 diciembre 2015 a las 22:28

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