El Espejo que oscureció un Sueño". - por ANNY

Web: https://elblogdeanarooskrause.wordpress.com

EL ESPEJO QUE OSCURECIÓ UN SUEÑO.

ANNY.

Consuelito, una niña de trece años, muy coqueta, vivía soñando con llegar a establecerse en un país mejor, donde se sintiera segura y protegida de la violencia. Cuando regresaba del colegio, hacía sus tareas al lado de Elena, su madre, que siempre los esperaba con un agua de panela y una arepa de maíz hecha por ella. Antonio, su padre, un hombre moreno y macizo, que no se afeitaba, nunca conversaba con ellos. Trabajaba en una compañía constructora como obrero. Al terminar su jornada, se iba, diariamente, a tomar. Llegaba a casa, comía, y se iba a dormir.
Era verano, a mediados del año 2015. Vivían en los suburbios de San Pedro Sula, entre muertos y pandilleros que con sus armas mataban a quienes se oponían a sus deseos, a pesar de la vigilancia policial.
Los niños, llenos de miedo, al ver ese ejército armado hasta los dientes, tenían que hacer su ruta obligada para llegar al colegio juntos, ya que Honduras se había convertido en el país más violento de Centroamérica.
Consuelo era la mayor de cuatro hermanos así es que debía cuidar de los menores. Como todos los días, iba a la escuela en compañía de Alejandro, de once años, Pedro de nueve y Ramón de seis.
Cuando regresaban, al terminar sus quehaceres escolares, Consuelito leía libros de cuentos, que pedía en la biblioteca, mientras sus hermanitos jugaban con su perro “Chaucha”, que formaba, también, parte de la familia.
El espejo era su más preciado tesoro, un elemento infaltable que conservaba dentro de su mochila, entre sus libros, lápices y cuadernos. Pasaba mirándose, a escondidas de su madre, arreglándose su pelo de color castaño, haciéndose trenzas o simplemente…dejándoselo suelto mientras escuchaba la radio, su amiga favorita. Tenía la piel muy blanca y cuatro pecas se asomaban en sus mejillas. Sus ojos alegres eran de color avellana y conservaban siempre una esperanza.
Hasta que un día, su padre, no regresó. Apareció baleado al negarse a entregar a su hija para que se incorporara a las filas de la explotación sexual o prostitución.
El jefe de esta mafia de contrabandistas y transportadores visitó al día siguiente su casa, diciendo que para salvar su vida y la de sus hijos de esta situación tan peligrosa, ellos, podrían llevarlos a Estados Unidos a cambio de seis mil dólares por cada persona. Que, actualmente el gobierno de Barak Obama estaba estudiando una amnistía , una ley para refugiados, otorgándoles la nacionalidad si llegaban a territorio americano.
Elena, que no tuvo oportunidad de estudiar, se había quedado sola, triste, ante la muerte de Antonio y vio en las palabras de este líder guerrillero una opción para mejorar el nivel de vida y seguridad de sus hijos. Juntó todo el dinero ahorrado pero solamente alcanzó para enviar a Consuelito. Así es que la entregó, despidiéndose con lágrimas en los ojos, prometiéndole pronta comunicación.
La niña, en cambio, iba feliz, muy ilusionada pensando que a ella no le iba a pasar nada. A través de la radio se había enterado que a los niños centroamericanos indocumentados que llegaban a los Estados Unidos los habían encarcelado y deportado nuevamente a su país de origen. Y otros habían sido golpeados y abandonados por los llamados “coyotes” quienes son los mismos que la llevaron a una casa abandonada para dormir en una colchoneta en el piso durante la travesía.
De amanecida, comenzó el cruce hacia la frontera atravesando un frondoso bosque. Subieron, también doce niños en la parte de atrás de un viejo camión dirigiéndose hacia Méjico.
El bosque que atravesaban era oscuro e iban llenos de miedo. Nadie hablaba. Todos tenían hambre. Finalmente, se detuvieron.
Consuelo fue apartada del camión y obligada a entrar a una casucha de mala muerte. Siguieron hasta el fondo, donde había una sucia habitación. Fue violada por seis hombres que entraban uno a uno como esperando su presa. Gritos que nadie oía. Consuelo perdió el conocimiento.
.El Coyote le dijo que debía pagar así su viaje a Virginia. Posteriormente la arrastró internándose por el bosque hasta regresar al camión. Los niños que se habían quedado fueron golpeados y abandonados en el camino.
Transcurrieron cinco días hasta que llegaron a Richmond, una ciudad moderna. La policía los detuvo. Consuelito fue conducida a un albergue recibiendo techo, ropa y comida. El F.B.I. seguía las pistas de esta banda de delincuentes que traficaban con menores.
Consuelito, con su espejo había cumplido su sueño a costa de imborrables vejaciones.