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EL BOSQUE - por Mª Luisa Pérez Rodríguez

EL BOSQUE
Era espeso y sombrío por la altura de los árboles y la abundancia de follaje que todos tenían. Por esos motivos y algunos más, era un bosque al que no solían ir los habitantes de la zona. Resultaba tétrico y además se contaban historias fantásticas, desapariciones y misterios nunca resueltos.
Pero esto era precisamente lo que atraía a Esteban y le hacía ir a internarse por entre los pinos, las encinas, los eucaliptus ya cerca del río, y también por la zona más escarpada, la más profunda y al mismo tiempo la más alejada del pueblo; siempre era en ella donde veía y encontraba las cosas más inverosímiles. Sus fantasías estaban en boca de todos los habitantes del pueblo, que por supuesto no las crían. Que si había visto un batallón del ejército entrenándose en el bosque. Que si al anochecer, una mujer se le aparecía siempre irradiando una potente luz. Que si había encontrado alhajas esparcidas por entre los matorrales… que nadie veía, por supuesto.
Una tarde muy fría, con los caminos bordeados de hielo y los rincones umbríos llenos de nieve, varios vecinos camuflados detrás de los visillos, vieron salir a Esteban con una mochila en la espalda y un calzado apropiado para el monte, dirigirse hacia el bosque. La mayoría pensó: «este chico cada día está más loco, ir al bosque con el día que hace», aunque rápidamente se olvidaron de él y siguieron con sus cosas.
Pero al caer la noche y notar que en su vivienda —no compartida con nadie—, las puertas permanecían cerradas, no se abrían las contraventanas, ni se encendía ninguna luz, empezaron a preocuparse porque, aunque mentiroso —decían—, era buen chico y estaba muy solo.
Los de las casas más próximas a la suya, llamaron a otros, y estos a otros, y como el pueblo era pequeño, al poco estaban todos reunidos en la casona que hacía de Ayuntamiento. Después de hablarlo y a pesar del intenso frío, decidieron salir a buscarle temiéndose que le hubiera ocurrido algo: una caída, el ataque de alguna fiera —que las había—, o que alguno de los seres que según él poblaban el bosque se lo hubieran llevado. Esto último era comentario de los más sarcásticos que, a regañadientes, abrigados y provistos de palos se metieron en la espesura.
Llevaban linternas y el silencio les envolvía. Algunos, murmuraban contrariados por el improvisado paseo nocturno, pero era algo habitual ser solidarios y ayudarse cuando surgían problemas.
De pronto, empezaron a verse luces lejanas entre los árboles. Parpadeaban y eran azuladas como las de las luciérnagas, pero a medida que se acercaban observaron que tenían gran tamaño. Sobrecogidos avanzaron cautelosamente. Solo se oían las pisadas sobre la nieve y la fatiga de alguno que respiraba con dificultad.
El alcalde que encabezaba la marcha, se atrevió a llamar: « Esteban… » sin mucho convencimiento, pero no hubo respuesta.
Al llegar a la zona donde las viejas encinas ocupaban una gran extensión de terreno, vieron en cada uno de los troncos un espejo clavado como una lanza, de tal manera que el viento que soplaba cada vez con más fuerza, les hacia oscilar reflejando en la superficie el entorno y las luces de la noche: la luna —que a esa hora resplandecía con toda su fuerza— y la nieve.
Al llegar y asomarse a los espejos, todos vieron un rostro en la cristalina imagen, pero no era el suyo, el de cada uno, sino el de Esteban que sonreía desde no se sabía dónde, pero se le veía feliz.
Lo llamaron a voces durante mucho rato, pero sólo un eco lejano les contestó.
La espesa bruma del bosque se fue disipando y el amanecer les devolvió a sus casas, con la incertidumbre pegada a sus espaldas y el frío metido en los huesos y en su corazón.

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5 comentarios

  1. 1. pepe dice:

    Mº Luisa, me gusta tu forma de describir, sabes meternos enseguida en el paisaje y en el personaje. En este relato has sabido incluir muy bien los temas solicitados: el bosque, el mentiroso y el espejo, sobre todo. Y lo has hecho con una historia mágica, surrealista, que resulta muy grata de leer,con un final de cuento misterioso, ideal para leerlo estos días de invierno. Felicidades.

    Escrito el 19 diciembre 2015 a las 11:39
  2. 2. Luis Ponce dice:

    Ma. Luisa:
    interesante planteamiento y desarrollo de la idea, pero creo que le falta cohesión al relato.¿Porqué Esteban vivía sólo? Si eran tan solidarios ¿porqué se preocuparon solo cuando no volvió? ¿Qué significado pueden tener los espejos?
    Tienes que tratar de atrapar al lector con el argumento y el estilo, con tu manera de escribir y tienes que hacerlo atractivo, porque se supone que lo que buscamos es lectores.
    Habrá muchos compañeros que visiten tu relato, pero si no les dice nada, no te comentan.Eso no significa que debas escribir lo que los demás quieren leer (yo no lo hago), pero en lo que escribes tienes que poner la atracción para el lector.
    Te deseo lo mejor para el nuevo año, nos leemos.

    Escrito el 20 diciembre 2015 a las 16:14
  3. 3. Mª Luisa Pérez dice:

    Te contesto Luis Ponce. Esteban vivía solo, porque no tenía familia, ni mujer, ni hijos, y porque además era un poco rarito (y así hay muchos) Es normal que la buena gente del pueblo (que siempre hay) se preocupen y salgan a buscarlo, pero pretendo que haya algo mágico en mi relato y los espejos lo son (acuérdate de Alicia) Te puedes caer dentro de ellos y ésto seguramente es lo que le pasó a Esteban. Pero puede ser otra cosa, por supuesto…

    Escrito el 20 diciembre 2015 a las 19:12
  4. 4. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Ma. Luisa, coincide con pepe en que tienes la abilidad de atrrapar la atención del lector. esta habilidad es primordial para cualquier escritor. La trama la vas llevando con sutileza pero dejas, como dice Luis, varias dudas en el camino. en cuanto el desenlace a pesar de lo bien detallado no aclara el mensaje del rostro de esteban en los espejos. a mi en lo personal me gustó bastante tu trabajo.

    Felices fiestas.

    Escrito el 23 diciembre 2015 a las 06:18
  5. 5. beba dice:

    Hola, María Luisa:
    De entrada me gustó tu cuento;valoré tu buen manejo de la escritura, la pulcritud gramatical; pero pronto percibí como inconexas las instancias finales, especialmente lo de los espejos. Me ubiqué en la perspectiva de un cuento fantástico, en el que los “por qué”tienen poco espacio; pero, en realidad es como que de golpe se corta la situación: el mentiroso solitario, medio “chalado”, es creíble; también la reacción solidaria de la gente que lo busca. Pero el desenlace es demasiado insólito; tal vez en un cuento más largo pudiera hallarse espacio para algunas pistas.

    Escrito el 24 diciembre 2015 a las 01:08

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